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Apuntes de epistemología política: logicismo y naturalismo (I).

NEURATH

Francisco Garrido.La epistemología es una disciplina teórica que tiene como objeto de estudio al mismo proceso de conocimiento; intenta explicar y describir como y que es eso del conocimiento, o sea, “conocer como se conoce”. Por ello  tiene una tendencia peligrosa a la auto recursividad y al solipsismo más o menos camuflado, pero al mismo tiempo resulta imprescindible si queremos manejar la dirección de nuestros programas de investigación; ser soberanos, y no reos, de nuestro propio conocimiento. La perspectiva epistemológica es por otro lado, un indicador vigoroso de calidad de cualquier disciplina científica, cuestión esta que depende en gran medida de la capacidad  de desarrollar un alto grado de autoreflexividad. Y por último, la epistemología  es también un dispositivo de autocorrección de errores, fallas, lagunas o puntos ciegos en nuestro aparato conceptual y tecnológico de conocimiento. Por tanto, la epistemología nos sirve para  dirigir, mejorar y corregir  la ciencia y por extensión, a la misma imagen común del mundo y de la realidad. Estos tres planos  (metanormativa, reflexiva y autocorrectora) o funciones de la epistemología interactúan entre si, tal que solo en una perspectiva  analítica los podemos diferenciar.

En estas notas nos vamos a centrar en la primera función  metanormativa a la que llamaremos epistemología política (también se denomina social indistintamente) y veremos cómo la función de autoreflexividad y autocorrección inciden en esta primera. Por medio de la epistemología social fundamentamos las elecciones y decisiones de los programas de investigación en lo tocante a la demarcación de las ontologías y de las clases  y en la configuración de los fines, por tanto regulamos el espacio de las toma de decisiones cruciales.  En la segunda función la epistemología reflexiva el centro gira entorno al “equilibrio reflexivo” entre el nivel teórico y el empírico y nos permite los ajustes necesarios para la ampliación del cocimiento . Por último, en la tercera función, autocorrectora, el objetivo es evitar los sesgos y las ilusiones cognitivas y depende de la parsimonia que depura el ruido y las distorsiones.

 

Cantor y Boltzmann cimbrean los fundamentos

Desde Galileo, Bacon o Newton el pensamiento científico había sido acosado por demandas contradictorias por parte del teocentrismo dominante, por un lado la exigencia de una causa y fundamentación última del conocimiento científico y filosófico, y por otra la exigencia de una objetividad absoluta, con continuas infecciones de duda sobre la veracidad y confiabilidad de los sentidos humanos. Causa última, objetividad y certeza  fueron interiorizadas como metas especificas de la ciencia cuando en realidad no eran sino demandas tramposas y extrañas destinadas a no ser nunca satisfechas. La vulnerabilidad y la deslegitimación teórica fueron las consecuencias  de la dependencia de estas demandas metafísicas ajenas a la ciencia.

En los dos campos  epsitemológicamente más sólidos de la ciencia moderna (matemáticas y física) aparecieron en el siglo XIX graves grietas para cualquier intento de fundamentación absoluta y metafísica de la ciencia. George Cantor puso en cuestión la solidez de dos conceptos centrales en la matemática como son el número y el de conjunto o clases por medio de su teoría de los números transfinitos y de las paradojas de la teoría de conjuntos. El sólido edificio de la matematización del mundo hacía aguas. Pero sólo aparentemente, pues esas grietas solo eran tales a la luz de la arquitectura metafísica de la ciencia que los mismos científicos se empeñaban en construir, por lo demás  las tesis de Cantor serian de una enorme fertilidad teórica en el futuro.

En el campo de la física Boltzmann hizo aportaciones básicas a  las leyes de la termodinámica de tal modo que quedo fijada la universalidad, tanto a nivel micro como macro, de la validez de las mismas. Y para entender estas constantes  físicas Boltzmann desarrolló la mecánica estadística basada en la teoría de la probabilidad. De tal manera que Cantor dibujó un lenguaje formal cargado de paradojas, mientras que Bolztmann describió un mundo físico, basado en probabilidades y que caminaba inexorablemente hacia el el aumento de la entropía (desorden) global. ¿cómo justificar desde las exigencias de fundamentación metafísica lenguajes infinitos y paradójicos sobre mundos finitos, probabilísticos y entrópicos?

En paralelo a esta crisis de la legitimación teórica de la ciencia del siglo XIX, aumentaba también la presión teocrática del iusnaturalismo contra la fundamentación republicana y democrática del poder político y del Estado: También en el mundo del derecho y de la política se pedía una piedra angular definitiva sobre la que sostener la «autoritas» de la ley y del Estado. La hipótesis del pueblo como  el “nuevo soberano” parecía responder positivamente  a esta demanda pero, al igual que en la epistemología científica,  tal sustitución no era ni consistente (la paradoja de Condorcet lo denota), ni completa, como también ponen al descubierto las criticas marxistas y conservadoras (historicistas) al modelo de legitimación del Estado liberal.

 Hilbert y Kelsen al rescate…

Hilsbert trató de poner orden  en el ámbito matemático y formuló un programa de formalización lógica de los teoría de los números naturales y de axiomatización de la misma, de tal manera que a partir de un conjunto bien formulado de axiomas y reglas de inferencia se podría establecer cuando un teorema es deducible o no dentro de una teoría determinada. La lógica y la axiomática  formal acuden así al auxilio y rescate de la consistencia y la completud de la numerología.

En el espacio político del derecho y del Estado, Kelsen trataba de abordar una tarea similar al programa  logicista de Hilbert, recurriendo a una descripción y formalización positiva de las reglas y los fundamentos (a modo de axiomas) del derecho y la democracia de naturaleza estrictamente formal o procesal. Dentro de la axiomática que Kelsen construye en la Teoría Pura del derecho, es posible deducir siempre cuando una conducta,  formalizada como un  enunciado, es conforme a derecho o o no, o cuáles son las reglas procedimentales que delimitan un Estado democrático .

 Y en esto llegó Gödel y mandó parar…..

El Lógico matemático de origen moldavo K. Gödel, emprendió la operación inversa a la que llevó a cabo el programa logicista de Hibert. Su objetivo fue numeralizar aquello que Hibert había formalizado. Comenzó pues por otorgar un valor numérico a los veintres signos fundamentales del lenguaje lógico formal de tal forma que cada enunciado o  fórmula, cada axioma, obtuvieran un valor numérico preciso (el número de Gödel). ¿Cómo se obtenía este numero? Pues, como ya hemos dicho, otorgando un valor numérico fijo a cada signo del lenguaje  formal y a partir de unas serie de operaciones bastante simples que permitirían descomponer o traducir el número resultante en el enunciado original.   Para ello Gödel tuvo la intuición genial de usar una cadena de números primos como exponentes y los valores numéricos asociados a las signos como potencia. Por ejemplo, si la fórmula es ésta, la de la identidad x=x; el valor numérico inicial sería  X(3) =(5) y por tanto sería igual a 235573,  o lo que es equivalente  a 3476, este es el número godeliano de la fórmula x=x.Pues bien a partir de ahí la cosas se va complicando y finalmente Gödel demuestra que la teoría axiomática de los números naturales tiene dos problemas que el enuncia como los dos  teoremas  centrales sobre la incompletud:

 1. Cualquier teoría consistente  de la aritmética es incompleta

       “Aè B.

2. Cualquier teoría  completa de la aritmética entonces es inconsistente”

          Bè A.

Es decir, que toda teoría o bien es inconsistente y completa, o bien es incompleta y consistente. Podemos deducir cualquier proposición  dentro de una teoría o lenguaje a condición de que los axiomas de estas no sean consistente dentro de ese lenguaje/teoría porque no podemos deducir sin inconsistencia, los axiomas dentro de la teoría. Estamos pues de nuevo ante la conocida  paradoja del mentiroso que dice: “Esta frase es falsa” . Si esta frase es verdadera entonces es falsa y si es falsa entonces es verdadera. El mito del programa logicista de Hilbret por los suelos en lo tocante al intento de una fundamentación completa , cerrada y consistente de la aritmética. Esto no implica que el programa y el arsenal teórico y técnico de Hilbert sea inútil o incorrecto, como cierta interpretación equivocada quiere hacer valer y ni mucho menso que “todo valga” como dice el relativismo a lo Feyerabend, no, esto sólo afecta a la satisfacción de las demandas metafísicas, de la que ya hemos hablado al principio, de fundamentación lógica. 

Dostoyevski en una frase muy conocida de una de sus novelas (Crimen y castigo) pone en labios de uno de sus protagonista, lo siguiente: ”Si Dios no existe, todo esta permitido”. Este era el tipo de vacío en que la teología moral quería arrojar al escéptico o al ateo, si Dios no existe…. algo parecido ha querido el idealismo plantear a la ciencia; si no es posible aunar completud y consistencia entonces…. , todo vale o sólo vale aquello que puedan formular teorías inverificables empíricamente pero sólidas desde el punto de vista lógico formal. Más al igual que en el plano moral porque Dios no existe, es precisamente por eso por lo que no todo nos está permitido también en ciencia, puesto que no hay un fundamento metafísico absoluto del conocimiento es sólo por el conocimiento provisional, contingente y adaptativo nos permite conocer  más y mejor.

El barco de Neurath y los marineros de Quine nos rescatan del naufragio metafísico ( naturalismo y emergentismo)

Ya el sociólogo alemán N. Luhmman, sobre la base de la teoría general de sistemas y de la teoría de los sistemas vivos de los biólogos chilenos Maturana y Valera, construyó una explicación, sin fundamentación axiomática, del sistema jurídico y político como sistemas de comunicación. La perspectiva sistémica y biológica de Luhmann no solo no necesitaba de ninguna fundamentación axiomática del derecho sino que llegaba a explicar  como operaba las funciones de la dogmática jurídica como dispositivo ecológico (diferenciación del entorno)  y económico (eficiencia cognitiva)  de cierre del sistema jurídico; de tal modo que todas las virtudes  de la formalización kelseniana quedaban a buen resguardo. En Luhmann podemos observar como la orientación naturalista (sistema y biología) suponen la alternativa más fértil heurísticamente a las paradojas que plantean el intento formalista de resolver las requisitorias metafísicas de certeza, objetividad y consistencia y completud.

Otto Neurath, que fue ministro de economía de la breve república socialista de  Baviera, abrió dentro del campo del neopositivismo del Circulo de Vinea una brecha holística y fisicalista  frente al programa logicista de Carnap que seguía y respondió a las demandas imposibles de la metafísica tradicional. Neurath sostuvo, a través de una famosísima metáfora: el conocimiento es como un barco en alta mar,  que no puede llegar a puerto ni a otro barco o plataforma, y que sólo  puede ser reparado, cambiado, ampliado o modificado. La metáfora  del barco  de Neurath nos decía  que la ciencia solo puede ser cambiada o ampliada desde de la ciencia misma. No hay ningún lugar externo, privilegiado, desde el que observar o fundamentar al conocimiento científico, esa aspiración, que comparten el logicismo y el empirismo, es imposible. Neurath era emergentista u holista porque entendía que tanto el conocimiento como el mundo exterior eran comprensible solo desde una perspectiva sistémica y materialista. Neurath tenía claro que solo así era posible un avance del conocimiento y una mejora de la vida social. Las pretenciones metafísicas  de un fundametación compleja y consistente de la ciencia eran la puerta para la arbitrariedad y el subjetivismo que solo favorecía a los poderosos que podían imponer por la fuerza sus criterios. La conclusión lógica de pretender una fundamentación absoluta de la ciencia y del conocimiento humano, era el relativismo irracionalista.

Mas tarde, y desde el otro lado del atlántico, W.O. Quine responderá también a  las aporías de la filosofía de la ciencia empiristas y analítica, cargado de las  mismas ambiciones totales de la metafísica continental.  Quine dotó al barco de su admirado Neurath, de tripulantes que desmontaron los dos dogmas centrales del empirismo y cualquier intento  final de una fundamentación completa y consistente a partir de la lógica o de  la experiencia que ignore la contingencia, provisionalidad y utilidad adaptativa de la ciencia. El holismo sistémico de la teoría del conocimiento (epistemología)  y el naturalismo fisicalista de la ontología  de Quine encuentran en una comprensión evolutiva de la ciencia como la estrategia mas útil y exitosa de afrontar la relación con el medio a partir de nuestra propia filogenia como especie. Y en este encuentro entre como conocemos (epistemología) y qué es lo que conocemos (ontología) no es posible sin la suposición de la continuidad ontológica entre conocimiento y mundo. Más adelante veremos que suponer que el mundo existe es lo más radical que se puede suponer porque es verdad. Y preservar la verdad y su insaciable búsqueda, la tarea más noble y progresista que puede emprender nuestra especie. Prueba de ello es que todos los enemigos de la igualdad y de la libertad se ha empeñado siempre en lo contrario.

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