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Elecciones catalanas: gana el derecho a decidir

Finalmente las elecciones catalanas del 27S se convirtieron en lo que el movimiento independentista deseaba, unas elecciones plebiscitarias. De ahí la primera evidencia, el independentismo perdió el plebiscito en el momento histórico en que mejor pudo ganarlo, dado el encono del PP y su gobierno español centralista y el tenor pasional identitario de la campaña electoral, situada intencionalmente con la Diada como arranque. La suma de los votos de Junt pel Sí y CUP no superan el 50% de los votos ejercidos (47.78%). Recordemos que para hacer de Andalucía una autonomía plena en el marco de la constitución del 78 fue necesario por ley obtener más del 50% de síes que personas censadas electoralmente en Andalucía (55.80%).

En términos cualitativos los triunfadores electorales son Ciutadans y la CUP, representantes del IBEX 35 y el anticapitalismo democrático, los grandes perdedores personales son Mas y Junqueras, la vieja derecha catalana y la vieja izquierda independentista catalana, que forzaron las elecciones plebiscitarias para perderlas plebiscitariamente. También como gran perdedor está el Partido Popular que entrega en Cataluña gran parte de su voto a Ciudadanos. EL PSC pierde aguantando.

La campaña electoral ha apartado del debate, y consiguientemente de los motivos para tomar partido, todos los temas sociales, económicos y ambientales; las cuestiones sobre los derechos, la justicia o la igualdad han sido anuladas o vinculadas directamente a su significado en el marco de una Cataluña independiente. En este escenario la candidatura del sí que es Pot ha sido fácticamente aplastada en la pinza del independentismo sí independentismo no.

No obstante, la foto finish que da este proceso electoral presenta un éxito democrático de participación y una mayoría muy clara a favor del derecho a decidir, de que en Cataluña se vote sobre su relación con España, sumando, claro está, los votos de Cataluña si que es Pot.

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Las próximas elecciones generales interiorizarán el asunto catalán como nunca ha ocurrido, independientemente de que estas se celebren mañana o el 20 de diciembre. El retraso conviene al Partido Popular que desde el gobierno seguirá mostrándose como el garante de la unidad de España y dejando que las contradicciones de la lista de Junt pel Sí y de esta con la CUP salten a la vista. El adelanto conviene al PSOE que se presentará con un proyecto de reforma constitucional que otorgue a Cataluña fiscalidad, justicia y relaciones exteriores propias, que el nacionalismo de Covergencia podrá alegar a posteriori como “estructuras de Estado” ante su electorado. Sendas posiciones ya están tomadas, el juego entre el centralismo autoritario y el federalismo asimétrico está servido. Ciudadanos es un partido catalán cuyos resultados allí no son extrapolables al resto de España.

Ante este horizonte electoral inmediato debemos plantear que en la centralidad del tablero político estará el modelo de estado, consiguientemente debemos advertir que ese futuro modelo de estado puede ser construido bilateralmente entre Cataluña y España, con el apoyo del PNV vasco, o multilateralmente con el concurso de otros territorio con fuerte identidad política y cultural. En el primer caso estaremos ante una reedición del intento de construcción de una España autonómica asimétrica donde será imposible situar a escala constitucional avances sociales, derechos económicos, ambientales y de igualdad de género, dada la ideología profunda de los actores en proceso de acuerdo (Convergencia, PP, PSOE y Ciudadanos). Cataluña ha demostrado que uno de los candados del modelo de la transición que ha de saltar para avanzar en derechos e igualdad es el candado del modelo territorial. En tanto esto no ocurra, todo debate democrático estará tapado por la pasión de las identidades nacionales. A nuestro entender Cataluña dispone ya de una de las llaves para su apertura, pero sólo una que no garantiza avances progresistas.

En el segundo caso estaríamos ante el reconocimiento de una España plural y plurinacional constituida por la federación de las partes voluntariamente federadas.

A día de hoy, desde Paralelo 36 Andalucía, llamamos a la construcción del instrumento político que garantice la participación y reconocimiento de Andalucía como sujeto político en el escenario de cambio que se avecina.

Creemos que por tamaño y peso poblacional la garantía de una nueva Constitución federal justa, no asimétrica, sin privilegios, que reconozca y defina con claridad autogobiernos y competencias impidiendo su bloqueo centralista en función del actor político que gane el gobierno de España, está en la participación de Andalucía.

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