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Otro modelo de desarrollo para Córdoba.

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Leemos en la prensa noticias sobre la celebración de un pleno extraordinario en el Ayuntamiento de Córdoba para abordar cuestiones importantes relativas a proyectos para el desarrollo de nuestra ciudad. Las crónicas hablan de discrepancias, de falta de conclusiones unitarias claras y contundentes de los seis grupos municipales actuales de nuestro Ayuntamiento, de ausencia, al parecer, de nuevas iniciativas concretas. Lo que sí hubo fueron acusaciones sobre la culpabilidad respecto a las causas de la situación social y económica en la que se encuentra Córdoba.

Y esta situación se refleja con rotundidad en las 43.421 personas que siguen sin empleo en nuestra ciudad, según datos oficiales del pasado mes de octubre, de las que casi la mitad llevan en esa situación más de un año y casi un 20% son personas con título universitario o ciclo formativo superior, que se están viendo abocadas al desempleo y/o a la emigración, aceptando condiciones laborales pésimas. Esta es la cifra del drama, que suele estar unida a dificultades para conservar la vivienda (en propiedad o alquiler), contratos de trabajo inestables y poco remunerados, así como situaciones familiares y educativas extremas.

La economía de nuestra ciudad se ha basado casi en exclusiva en las últimas décadas en el sector servicios (turismo), consecuencia de un grave proceso de desindustrialización que sufrió la ciudad en los años ochenta y noventa del pasado siglo. Y en la última década no se ha construido colectivamente un modelo de desarrollo local diferenciado. No se ha apostando de manera estratégica por actividades nuevas ni tampoco se han desarrollado acciones municipales extraordinarias para lograr inversiones que generen intensivamente empleo e industrias auxiliares. Desde la institución local pueden facilitarse estos procesos, debe ser su papel, diseñar una estrategia colaborativa para un modelo de desarrollo local cohesionado socialmente, sostenible desde el punto de vista medioambiental y culturalmente dinámico. Esto es clave, la colaboración, la unidad de criterios.

El pasado 25 de julio publiqué en el Día de Córdoba una tribuna en la que exponía diez propuestas para el desarrollo de nuestra ciudad. Se trataba de una mera propuesta de un ciudadano, desde la experiencia de trabajo de varios años en el campo del desarrollo económico local con personas en desempleo y en instituciones educativas universitarias. Como expresé en esa propuesta, las potencialidades de la ciudad de Córdoba son enormes si sabemos conjugar patrimonio cultural y patrimonio natural, si acertamos en poner en valor la Sierra de Córdoba, única parte de la Sierra Morena que no está declarada Parque Natural, si conseguimos conectarnos con provincias limítrofes polos de desarrollo o con ciudades patrimoniales como Granada, construyendo un eje Mezquita-Alhambra. Son esas algunas de las cuestiones que esbozaba en dicha tribuna opinión.

Son esos elementos que deberían integrar un nuevo modelo de desarrollo para Córdoba, que tendría que construirse, como he anticipado, desde la acción colaborativa de ciudadanía, partidos políticos, Administraciones, Universidad, medios de comunicación, colegios profesionales. Es hora de abandonar estrategias de enfrentamiento, es hora de compartir soluciones, de colaborar. No se debe mezclar la contienda electoral con los intereses generales, es una cuestión de confianza colectiva de Córdoba, de generar un espíritu de búsqueda de posibilidades, de remover obstáculos, de mirar hacia el futuro y al bien común, es posible, se puede, es una obligación colectiva.

 Y en ese proceso hacia unos nuevos contenidos de desarrollo para Córdoba, cualquier persona puede aportar, pues la mejora de una ciudad no sólo depende de las personas que nos gobiernan, también la ciudadanía tenemos nuestra propia responsabilidad. Empecemos por pensar qué tipo de ciudad queremos y conjuntamente, repensemos nuestro modelo de desarrollo. Desde la sociedad civil podemos, y creo que debemos, colaborar para generar posibles soluciones. Un concepto amplio de democracia implica no desentenderse del bien común entre convocatoria y convocatoria electoral.