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¿Por qué votamos?

Francisco Garrido.Siguiendo los parámetros de cierta interpretación restrictiva, liberal, del “individualismo meteorológico”, votar en unas elecciones políticas no es una conducta racional. ¿Qué gano yo individualmente votando?¿Ganará mi partido aunque yo no vote o perderá aunque le vote? Los costes de oportunidad (aquello que no hago por votar como ir a la playa, quedarme en la cama o tomar cervezas) no se compensan con respecto a los beneficios esperados de votar, Al fin y al cabo, un voto, mi voto, no es relevante para el resultado final.Sin embargo la gente vota. A esta contradicción aparente entre presupuesto teóricos y práctica, es lo que se conoce, en ciencias políticas, como la “paradoja del votante” que ya enunciaron Down o Tullock.
Pero tal situación es paradójica si, y sólo si, se asume la interpretación liberal restrictiva del “individualismo metodológico” y se eliminan las motivaciones internas en las preferencias de los votantes. Si por contra, incluimos entre las preferencias del votante, motivaciones como la reciprocidad, el placer moral del acto justo, el sentido de la coherencia o ese “instinto kantiano” hacia la universalización (si todos actuaran como yo y no votaran…), entonces tal paradoja se disuelve. El coste de oportunidad de no votar , contabilizando entre los cotes de no votar estas motivaciones internas, es tan alto que convierten a la conducta del voto en una conducta racional. De hecho la abstención está causada por déficit, culturales o institucionales, en el peso de las motivaciones internas del votante. No por casualidad los sistemas políticos de cultura liberal tienen índices de abstención superiores a aquellos otros que se asientan sobre culturas políticas republicanas y comunitaristas.
.¿Pero cuales son los condicionantes que determinan ese voto? ¿Porqué la gente vota a X y no a Y? Siendo sintéticos distinguiremos tres factores motivacionales y dos condiciones estructurales que modulan estos factores que motivan la elección del voto:

C1. Cercanía ideológica. Se vota a aquella opción que el votante cree que defiende y representa mejor la ideas (izquierda, igualdad, orden, patria, ect), los intereses ( trabajadores, mujeres, empresarios, etc) y la visión del mundo (laica, religiosa, liberal . socialista, etc) del votante. Entre estos tres niveles ( ideas, interés, visión) suele haber cierto grado de coherencia interna que conforman lo que llamamos “ideología”. Estamos hablando de unas pocas ideas, muy pocas; que se comparten sólo en cierto grado y que funcionan como un dispositivo de “economía cognitiva” que abaratan los costes de tomar decisiones en entornos tan complejos como las decisiones políticas. Por eso tiene tanto peso en los estudios de opinión electorales el “recuerdo de voto”, pues cambiar de C1 es más costoso que continuar con la inercia de la elección ya emitida.

C2. Confianza. La gente vota no solo a aquellas opciones con las que mantienen una mayor afinidad ideológica, sino a aquellos a quienes creen que son más confiables en esa afinidad, o lo que es igual, a aquellos y aquellas que no los van a traicionar. Pero este contrato de confianza solo afecta la núcleo duro ideológico, por eso al votante conservador no le preocupan que el PP sea corrupto pero si que mienta en la subida de impuestos.
C3. Coyuntura estratégica. Se vota a un partido en 2paramétrica sino estratégica y de ahí la importancia del “voto útil” (preferiría votar a X pero voto a Y que es lo mas cercano a X, porque tiene mas posibilidades que X), o el “voto de castigo” (voto a X para que no gane Y).
De estos tres factores el eje central es el ideológico pero los tres factores se ven a su vez modulados por dos condiciones estructural que son :

T1. Marco territorial: no es igual unas elecciones municipales , generales o europeas. Dependiendo de los marcos territoriales y competenciales el peso de las tres C será distinto y variable.
T2. Tipología electoral: los sistemas electorales (mayoritarios, proporcionales, de doble vuelta, etc) condicionan los tres factores, especialmente los factores C2 (confianza) y C3 (coyuntura estratégica).

Cuanto mayor es el cuerpo electoral y las competencias de los cargos a elegir mas relevante es la cercanía ideológica y la confianza en el líder o en la marca; por el contrario, en las elecciones con más cercanía entre el elector y los elegidos, la proximidad ideológica y la confianza abstracta (marca y liderazgo) son menos determinantes .

En las elecciones del 26J , en un contexto de crisis y desafectación al bipartidismo, se va a generar una concentración del voto entorno a los dos núcleos ideológicos centrales (derecha conservador/ socialdemocracia). Pero la disputa primera no va a situarse entorno a la proximidad ideológica (C1), sino sobre que partido genera más confianza para administrar esos espacios ideológicos; si el PP o Ciudadanos en la derecha, o si PSOE o Unidos Podemos en la izquierda.
Mientras que en la derecha la erosión de la confianza esta compensada por la rigidez de la cercanía ideológica del PP; en la izquierda, el deterioro de la confianza en el PSOE, ha venido acompañado por un desdibujamiento ideológico, al que ha ayudado el último gobierno de ZP y el reciente pacto con Ciudadanos. Mientras que en el seno de la derecha va haber muy poca batalla, en el marco de la izquierda la guerra será muy cruenta.
Todavía el núcleo ideológico mayoritario sigue siendo socialdemócrata, la cuestión pues va a estar en la confianza ( C2) y no en la cercanía ideológica (C1), ni en las coyunturas estratégica (C3). En esta campaña se hablará del “voto útil” sólo como adorno retórico pues el debate se situara en quine confía mayoritariamente el electorado de la izquierda española. La debilidad , del discurso del PSOE es tal que el objetivo más importante de la derecha española no será dañar a Ciudadanos, sino conseguir de la que se recupere parte de la confianza de la izquierda social hacia el PSOE; sólo así, reflotando a los socialistas como fuerza hegemónica de la izquierda podría garantizarse la derecha su victoria.

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