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El triunfo de la razón

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Rodrigo Córdoba García.El País.4/01/2011.

Si las los hechos probados se tradujeran en legislación, hace 25 años que debería estar totalmente prohibido fumar en un espacio público cerrado. En 1986 un informe oficial del Gobierno de EE UU, país del que nadie cuestiona su liderazgo en la ciencia y la tecnología mundial concluía literalmente: «El humo de tabaco es causa de enfermedades incluido el cáncer de pulmón en no fumadores sanos». El informe oficial estaba avalado por 60 médicos y científicos de máximo nivel y prestigio.

A pesar de todo ha tenido que pasar un cuarto de siglo, decenas de informes y miles de victimas más para que en estos momentos tengamos 50 países con leyes que protegen a la población del humo ambiental de tabaco (una docena de ellos europeos). Durante todo este tiempo la industria tabacalera ha dirigido la orquesta de oposición a esta norma de puro sentido común, de justicia, de protección de la salud y del bienestar de los ciudadanos.

Los argumentos que se han esgrimido para oponerse a esta legislación se resumen en tres afirmaciones: a) Estas leyes no son necesarias (la autorregulación o las normas existentes ya son suficientes), b) la legislación estricta es imposible de cumplir y c) Estas regulaciones perjudican a los negocios.

Sin embargo desde que en el año 1994 empezaron a ponerse en marcha estar leyes (California y Nueva York fueron pioneras) hay acumulada una importante evidencia empírica que hecha por tierra estos tres mitos. En primer lugar, estas leyes son necesarias porque en el mundo fallecen cada año 600.000 personas que han decidido no fumar pero se ven obligadas a inhalar el humo de tabaco ajeno. Luego no estamos hablando de una libre elección ni de la soberanía del consumidor sino de una imposición despótica del humo de tabaco amparada únicamente en la llamada norma o costumbre social.

Las normas y las costumbres no merecen mantenerse por el mero hecho de serlo. Según ese razonamiento las aguas fecales seguirían fluyendo por el centro de las calles y las mujeres seguirían si derecho a voto. Es decir, se estaría negando todo lo que ha significado progreso. En segundo lugar la experiencia de estos 15 años de regulaciones han demostrado que su cumplimiento no solo en deseable sino posible y cuentan con el apoyo de la inmensa mayoría de la sociedad. Las leyes se cumplen bien, en poco tiempo y además el apoyo social es más intenso allí donde las leyes son mas claras y firmes. Además ese apoyo social va aumentando rápidamente con el tiempo.

Si en algún país hay dificultades es por la enorme influencia de los lobbys pro-tabaco bajo determinados gobiernos más sensibles a los intereses de las grandes corporaciones que al interés general de los ciudadanos. En Europa, los países con regulaciones más débiles o inexistentes son los del Este con pasado autoritario reciente y elevados índices de corrupción.

En Italia, país turístico y mediterráneo por excelencia, después de aprobar su ley de 2005, el 88% de los propietarios referían actitudes positivas hacia la misma y el 79% también percibían actitudes positivas entre sus clientes. La federación italiana de hostelería emitió un informe en el que reconocía que bares, cafeterías y restaurantes no tuvieron perjuicios económicos por la entrada en vigor de la ley. En Francia el 67% de los franceses apoyaba la prohibición en el sector de restauración en 2005 pero el apoyo aumentó hasta el 83% en 2008 una vez entró en vigor. El nivel de cumplimiento en Irlanda esta por encima del 95%, una realidad que puede certificar todo aquel que haya viajado a ese país. Ralph Findlay, Director Ejecutivo de Wolverhampton & Dudley Breweries, una de las cadenas de pubs más grande de Inglaterra, negó las terribles predicciones para la industria y dijo que las atmósferas contaminadas con humo desalientan a los no fumadores a venir a los clubes. «Alrededor del 35 por ciento de la población actualmente no va a pubs debido al humo de cigarrillo, por lo tanto, mientras más podamos hacer para alentar a esas personas a venir, mejor».Keith Bloch, Gerente de Red Lobster en Saskatoon, Canadá declara que «las personas se sienten muy cómodas con esta ley. Por eso vienen aquí ahora, porque no se permite fumar». Michael O’Neal, ex presidente de la Asociación de Restaurantes del Estado de Nueva York fue citado en el Nation’s Restaurant News, diciendo: «de verdad siento que eliminar el consumo de tabaco en todos los lugares de trabajo, incluso en los restaurantes es beneficioso para el negocio y la salud. Las leyes a favor de lugares de trabajo libres de humo son positivas para todas las empresas, incluso para el negocio de los restaurantes». Hasta un niño seria capaz de entender que prohibir fumar en aviones, trenes, autobuses no ha vaciado el transporte público y tampoco va a vaciar los bares, restaurantes y cafeterías.

La mayoría de empresarios hosteleros son gente sensata y suelen reconocer en privado – y a algunos también en público- que tienen que adaptarse a los tiempos y que no tendrán pérdidas a medio plazo. Y es que salud y prosperidad son indudablemente conceptos compatibles. A pesar de que los hechos son rotundos y testarudos algunos individuos siguen insistiendo en los argumentos citados mas arriba y son especialmente hostiles a estas legislaciones sin ningún argumento sostenible. No comprenden cuando desde todos los ámbitos políticos y sanitarios se les dice que las leyes protegen la salud de todos y no van contra los derechos ni los intereses de nadie.

Su obstinación nos induce a pensar que es difícil que alguien entienda algo cuando, por alguna razón, su interés privado depende de que no lo entienda. Sin embargo, aunque en democracia no puede decirse que el debate esta cerrado si es evidente que después de 18 meses de debate social y 5 de tramitación parlamentaria tenemos una ley orgánica de obligado cumplimiento para ciudadanos, empresarios y Administraciones públicas.

Rodrigo Córdoba García, es portavoz del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo

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