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¿Especulación o cornucopia energética? El gas pizarra puede estar inflando una nueva burbuja energética en la que las preocupaciones medioambientales pasan nuevamente a un segundo plano.

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Daniel Gómez Cañete.www.sostenible.net.El gas de pizarra es el nuevo combustible fósil de moda, y según los más optimistas, podría solucionar los problemas energéticos del mundo. En Estados Unidos, pioneros en su explotación, las inversiones en la exploración y extracción de este gas no convencional han desatado una fenomenal puja.

El metano (gas natural) contenido en estratos de pizarra se encuentra atrapado en los poros microscópicos de esta roca sedimentaria de grano fino y muy compacta. Eso hace que su extracción sea dificultosa, dado que las pizarras tienen una muy mala permeabilidad y es difícil hacer fluir el metano a través del estrato y hasta la boca del pozo de extracción. Ya en los años 90 se desarrolló un método, la hidrofractura, consistente en inyectar agua a presión (en la que se disuelven diferentes compuestos químicos) en el yacimiento hasta conseguir fracturar la pizarra, permitiendo así que el metano fluya con mayor facilidad. Para una mayor eficiencia en la captura del gas, una vez se ha perforado verticalmente al nivel del estrato que contiene el metano la perforación continúa horizontalmente dando un giro de 90 grados, de manera que se maximiza la extracción.

Si las reservas de gas de pizarra se conocen desde hace muchas décadas y los métodos de extracción son también conocidos, ¿por qué no se ha hablado antes del gas de pizarra? En Estados Unidos, que es de donde viene la locura del gas de pizarra, se explota este recurso desde el SXIX, pero solo cuando la tecnología y los precios se han unido (los máximos históricos del precio del gas en EE.UU. se dan en 2006) y ante el hundimiento de la producción de gas convencional en el país es cuando inversores y compañías deciden que este costoso y sucio método de extracción será capaz de poner en el mercado las abundantes reservas que existen.

Sin embargo la situación del mercado energético nunca es estática, los precios se han hundido debido a la crisis económica y han empezado a divulgarse los perjuicios medioambientales de la extracción del gas de pizarra. Gracias a una serie de tres artículos publicados en The New York Times (Behind Veneer, Doubt on Future of Natural Gas) se está conociendo lo que piensan algunos de los más importantes actores en la escena del gas natural en los EE.UU. A través de una serie de correos electrónicos de abogados, geólogos, analistas y trabajadores de algunas compañías gasistas ha surgido una imagen muy diferente de la explotación de este recurso. Según la información obtenida por el diario estadounidense, los analistas dudan de la rentabilidad de la extracción a pesar de que el dinero de los inversores esté entrando a espuertas y los geólogos piensan que se está dando una «falsa sensación de seguridad al público americano».

La extracción del gas de pizarra es demasiado cara para los precios actuales, y como sucede con otros recursos fósiles no convencionales, el gran problema es que las tasas de extracción son muy bajas en comparación con el volumen total del recurso. Dicho de otra manera, si los yacimientos estadounidenses de gas de pizarra tienen gas para 100 años de consumo, se tardarán 800 años en poder extraerlo todo. La única manera de aumentar la producción es perforar más pozos y más juntos, y dadas las técnicas implicadas (inyección de agua a presión, perforaciones a 90°, necesidad de transportar grandes cantidades de productos químicos y de disponer de los líquidos tras ser inyectados), eso solo es posible con precios mucho más altos. Y como hemos comprobado en el caso del petróleo, a partir de cierto nivel de precios la rentabilidad disminuye por el efecto inflacionario que una materia prima como el gas natural o el petróleo tienen en los costes de operación.

Luego está la eterna cuestión. Energía, ¿para qué? ¿Queremos este gas de pizarra para poder continuar la fiesta del consumo desaforado sin mirar más allá de nuestras narices o queremos este combustible fósil relativamente más limpio que el petróleo o el carbón para financiar energéticamente una transición hacia un modelo energético renovable basado en la gestión de la demanda y la eficiencia? La fiebre del gas pizarra estará llenando los bolsillos de aquellos que cuentan con la información adecuada. En el momento justo se saldrán del negocio, dejando a los incautos inversores en la cuneta, y buscarán otra fiebre, con la ayuda inestimable de algunos medios sin escrúpulos y sin memoria. El mercado energético no escapa a la especulación salvaje y al final perdemos todos.

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