Rocío Cruz
Porque la igualdad no se pide: se construye. Y el feminismo andaluz no se calla.
En Andalucía, donde las abuelas todavía crían más que el Estado y donde muchas madres siguen enfrentándose a la soledad del cuidado, la noticia del 29 de julio llegó como un soplo de aire: el Gobierno ha aprobado que los permisos por nacimiento o adopción se alarguen unas semanas más. De 16 a 19 semanas por persona. Un paso más. Un paso bueno. Pero también un paso corto.
Se celebran los avances, sí. ¿Cómo no hacerlo? Porque cada semana ganada al cuidado es un grito por la igualdad, y porque ahora muchas familias podrán pasar un poquito más de tiempo abrazando a sus criaturas sin miedo a perder el empleo ni a quedarse sin sueldo.
Pero cuando miramos a Europa —a nuestros vecinos que ya dan hasta ocho semanas retribuidas por hijo— la alegría se vuelve media sonrisa. Vamos tarde. Vamos justos. Vamos a medias.
¿Y en Andalucía, qué?»
Aquí, donde muchas mujeres han tenido que elegir entre cuidar o trabajar, entre quedarse con sus bebés o seguir luchando por sus carreras, esto sabe a poco. Andalucía no puede permitirse ser espectadora de los cambios. Tenemos que ser vanguardia. Tenemos que ser ejemplo.
Porque si la corresponsabilidad no llega a los barrios, a los pueblos, a las familias trabajadoras, entonces no es real.
Porque si las mujeres siguen asumiendo solas el 80% del cuidado en los primeros meses, la igualdad es todavía promesa.
Lo que sí cambia:
* Habrá tres semanas más de permiso por nacimiento.
* Dos de ellas se podrán disfrutar cuando el niño tenga hasta 8 años, y además se pagarán completas.
* Las familias monoparentales, que en Andalucía son miles y mayoritariamente formadas por mujeres, podrán sumar semanas extra.
Sí, es un avance. Sí, lo celebramos. Pero también lo señalamos: no es suficiente.
Andalucía tiene memoria… y también futuro
Las luchas feministas andaluzas tienen nombre propio. Las abuelas que cuidaron sin pedir nada, las madres que parieron sin descanso, las compañeras que levantaron pancartas pidiendo igualdad sin adornos.
Este nuevo permiso es parte de esa herencia. Pero el camino no termina con unas semanas más. No podemos dormirnos. No podemos conformarnos.
La igualdad no se mide por lo que se concede, sino por lo que se garantiza.
El feminismo andaluz no puede quedarse quieto.
Porque cuando una madre deja de trabajar para cuidar, el sistema ahorra dinero y ella pierde derechos.
Porque cuando un padre se queda en casa, se empieza a romper el ciclo de desigualdad.
Y porque cuando un Estado retribuye de verdad el cuidado, está diciendo que la vida importa más que la productividad.
En resumen…
Esta nueva medida es una buena noticia. Pero no es una victoria total. Es una semilla. Y Andalucía sabe mucho de sembrar. Ahora toca regarla con más derechos, más presión social y más compromiso político.
Porque la igualdad no se improvisa, se construye. Día a día. Ley a ley. Abrazo a abrazo.
La revolución del cuidado ha empezado. Y Andalucía no piensa quedarse atrás.
Paralelo 36 Andalucia Espacio de pensamiento y acción política
