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Globalización años 90. Las consecuencias. Cuarta parte

Rafa Rodríguez

  1. La era digital

En la década de los noventa se inicia la era digital por la creación de infraestructuras que permitieron la conexión global a través de internet. El cruce de la informática con las telecomunicaciones y los medios creó un nuevo espacio social a través de la interconexión de los ámbitos políticos, culturales, sociales y personales, penetrando en la vida cotidiana, en el ocio o en las relaciones sociales, y transformando el sistema económico. Hay que destacar la velocidad con la que se inició la era digital. “Mientras que la revolución industrial e desarrolló a lo largo de cincuenta años, la revolución de internet solo diez (dos años arriba o abajo, según la edad y la formación del consumidor)”

La nueva tecnología se convirtió en el principal mecanismo para controlar la economía global. EE.UU. invirtió más de la mitad de su presupuesto en I+D. y se aseguró de que los componentes de la tecnología avanzada de cualquier proceso industrial permanecieran en el centro del sistema.

Matthew Crain  ha desarrollado la tesis sobre cómo se realizó la asimilación de Internet en la economía de EE.UU. durante la década de los 90, mediante la colaboración de la administración de Bill Clinton con los grandes empresarios que impulsaron el traslado de las actividades de publicidad, marketing y comercio electrónico, a Internet.

Al mismo tiempo, cuando se desarrollaban los protocolos de Internet, EE.UU. estableció la Red como un sistema extraterritorial cuyo centro era el propio EE.UU. asegurándose de que las agencias encargadas de gestionar los recursos críticos, tales como los identificadores únicos, incluidos números de sistema autónomos, nombres genéricos, dominios y direcciones de Internet, rindieran cuentas solo ante su gobierno, centralizando las bases del sistema dentro de su territorio.

Desde un punto de vista formal, este poder se expresó por medio de contratos legales que vinculaban a un contratista sin ánimo de lucro, una empresa de California llamada ICANN, y una empresa estadounidense con ánimo de lucro llamada VeriSign, que no solo gestiona la franquicia.com, sino también el sistema de direcciones de internet con el Departamento de Comercio.

Los hitos de la tecnología digital se sucedieron año a año. En 1994 SONY estrenó en Japón su primera consola PlayStation. En 1995 salió a la venta el sistema operativo Windows 95 y surgió el DVD (Digital Versatile Disc) como un sistema de almacenamiento de información multimedia (datos, audio y video) con formato CD, que englobaba los productos DVD-ROM, DVD-Audio y DVD-Vídeo.

En 1997 se creó Sixdegrees.com, la primera plataforma basada en redes de contactos. Fue pionera en permitir a los usuarios hacer una lista de amigos, familiares y conocidos, además de enviar mensajes, publicar en un tablero de anuncios y ver las relaciones sociales de otros usuarios. Aunque esta red social no tuvo tanto éxito como las posteriores, supuso el comienzo de la revolución de las redes sociales.

En 1998 se lanzó al mercado el sistema operativo, Windows 98; el iMac de Apple; el USB 1.1; el software malicioso NetBus. Y nació Napster, una aplicación para la distribución de archivos de audio digital.

En 1999 apareció MSN Messenger, un programa de mensajería instantánea creado por Microsoft, y Pentium III, el primer microprocesador diseñado para potenciar Internet con audios, video, animaciones y 3-D.

Internet, en el contexto de una economía cada vez más desregulada para el comercio y la circulación del capital, contribuyó a la bajada de los costes del transporte y las comunicaciones, aunque también potenció la especulación financiera y la desigualdad social en todas sus vertientes.

  1. Integración y desarrollo económico

Las economías desarrolladas, tras el colapso de la Unión Soviética, llevaron a cabo una reorganización de la producción aprovechando los bajos costes laborales de los países emergentes, el recorte de los impuestos y el abaratamiento de los recursos naturales, a pesar del aumento del deterioro ecológico y de la desigualdad social.

Para ello iniciaron una etapa de acuerdos comerciales, de innovación en las tecnologías de la comunicación y mejoras en el transporte que redujeron significativamente las barreras comerciales, produciendo bienes de forma masiva lo que permitió una enorme oferta de productos de consumo baratos.

A partir de 1993 en EE.UU. y de 1995 en la UE y en Japón, comenzó un periodo de recuperación que aumentó la demanda de los productos y, al mismo tiempo, la intensificación de la competencia, con duras batallas comerciales, sobre todo entre las grandes corporaciones, para conseguir mayores cuotas de mercado con una sobreproducción en muchas ramas productivas.

Esta tendencia se ve claramente en los productos industriales cuyos precios después de haber aumentado a una tasa media anual del 6% en la primera mitad de la década, cayeron una media del 3% en la segunda mitad.

Para mantener los beneficios los competidores iniciaron una carrera para reducir costes en unos mercados saturados. Además, la crisis económica del sudoeste asiático (1997) provocó una bajada de la demanda del petróleo a nivel global hasta el punto que el precio del barril de crudo llegó desplomarse en diciembre de 1998 por debajo de los 10$ el barril de Brent. A partir de 1999 los precios comenzaron a recuperarse.

  1. Inestabilidad

El nuevo sistema económico global, sin regulación pública, con un desarrollo desigual y dominado por el sector financiero, generó una inestabilidad estructural.

A medida que avanzaba la expansión financiera se incrementó la tendencia a inversiones especulativas por periodos muy cortos, aprovechando las oscilaciones de los precios, frente a las inversiones en sectores productivos que solían ser a más largo plazo con rendimientos a futuro, provocando burbujas financieras con crisis de deuda soberana, bancaria, de los tipos de cambio e inflacionarias.

La liberalización y la mayor movilidad del capital financiero, los nuevos instrumentos financieros y la fuerza de los especuladores, aumentó los riesgos que las crisis locales se generalizaban por un efecto contagio, convirtiéndose en crisis sistémicas de ámbito internacional que eran imposible de gestionar porque los controles prácticamente habían desaparecidos desde el desmantelamiento de la regulación financiera del sistema de Bretton Wood. A su vez, estas crisis provocaban una masiva pérdida de ingresos para las clases populares y grandes dislocaciones sociales.

Desde 1992 el sistema económico se vio golpeado por una sucesión de crisis cada vez más profundas y más globales. Hasta más de 70 crisis se han contabilizado en estados con ingresos bajos y medios. Las crisis del sistema financiero se convirtieron en estructurales e intrínsecas al sistema. El resultante del aumento de la desigualdad, la financiarización y la crisis ecológica desestabilizaban el régimen de la globalización el capitalismo, hasta que se estrelló contra el muro en 2008.

  1. Desigualdad estructural

La desregulación y la inestabilidad financiera generó una nueva división internacional del trabajo que provocó la reducción de los salarios, la pérdida de derechos laborales, incluido el abaratamiento de los despidos, y la generalización de empleos precarios y temporales, empujando a millones de trabajadores a situaciones de riesgo y vulnerabilidad social, que afectó también a los Estados del centro pero, sobre todo, a los países de la periferia.

El flujo de trabajadores de la periferia y del bloque socialista provocó un incremento excepcional en la oferta de mano de obra generando un paro estructural, que alcanzó en torno a los 35 millones de desempleados

La ruptura del pacto social entre capital y trabajo provocó una masiva redistribución de las rentas y la riqueza, que tendía a ser cada vez más desigual. En términos globales, la parte del ingreso del trabajo disminuyó al tiempo que la clase trabajadora perdía poder sindical y político. Como mantiene Brenner, el debilitamiento de la capacidad de presión de

los trabajadores fue mayor en Estados Unidos que en otras regiones del

centro y contribuyó así a la recuperación de la rentabilidad estadounidense durante la década de 1990.

El aumento de la desigualdad se plasmó también el consumo de energía ya que el 20% de la población consumía cerca del 60% de la energía producida, mientras que un tercio de los habitantes del planeta no tenían acceso a las fuentes de energía modernas.

  1. El aumento de las migraciones

La combinación del fracaso de las políticas de desarrollo en la mayoría de los países del Tercer Mundo, los conflictos políticos, las crisis económicas y las catástrofes climáticas, como el Huracán Mitch, aumentaron exponencialmente las migraciones.

El saldo migratorio entre las grandes regiones pasó de los 4,1 millones en el quinquenio 1980-1985, a 18,3 millones en el quinquenio 1995-2000. En el periodo que va desde principios de la década de los 80 a finales de la década de los 90, África pasó de 627.000 emigrantes a 4,3 millones; Asia de 401.000 a 6,8 millones y América Latina, de 1,7 millones a 2,6 millones.

Por el contrario, las macrorregiones receptoras incrementaron notablemente su saldo migratorio positivo, destacando América del Norte América del Norte como el principal centro receptor de migración del mundo, pasando de un saldo de 2,6 millones de inmigrantes a 6 millones, aunque el cambio más significativo tuvo lugar en Europa que se dejó de ser emisora y se convirtió en macrorregión mundial receptora, con un saldo de 4,9 millones de inmigrantes.

  1. Destrucción ecológica y respuesta ecologista

a) La destrucción ambiental

La globalización durante los años 90 agravó los problemas medioambientales como el agujero de ozono, la pérdida de biodiversidad, la deforestación en los bosques tropicales o el calentamiento global. El incremento de la competencia y el consumo de recursos naturales, sobre todo energéticos y agua potable, debido al aumento de la producción, el crecimiento demográfico y el desarrollo tecnológico, a nivel global, otorgó una mayor importancia al aprovisionamiento de los recursos naturales causando una creciente escasez de los recursos del planeta, desde el manto forestal a los recursos pesqueros, lo que intensificó la competición por su control. La factura ecológica resulta particularmente agravada en los países emergentes donde se combinaban las nuevas amenazas de la industria petroquímica, de las nucleares o de los transgénicos con los de la primera Revolución industrial donde pervivía el carbón) y los efectos del calentamiento, que afectaba sobre todo a las regiones tropicales y subtropicales.

b) La respuesta ecologista

Al mismo tiempo, la defensa del medio ambiente adquirió un lugar predominante en las agendas políticas globales. En esta década tuvo especial protagonismo el debate sobre cómo avanzar en la integración entre la problemática ecológica y las políticas de desarrollo económico.

En 1990 el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) publicó su Primer Informe de Evaluación, que concluyó que las temperaturas se habían incrementado entre 0,3 y 0,6 grados desde niveles preindustriales. El segundo, publicado en 1995, certificó que este calentamiento se debía a la actividad humana.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), también conocida como la ‘Cumbre para la Tierra’, se celebró en Río de Janeiro, en junio de 1992, con motivo del 20 aniversario de la primera sobre el Medio Ambiente Humano en 1972. Asistieron líderes políticos, diplomáticos, científicos, representantes de los medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales (ONG) de 179 países. La conferencia se centró en el impacto de las actividades socioeconómicas humanas sobre el medio ambiente.

Paralelamente, se celebró un ‘Foro Mundial’, que reunió a un número sin precedentes de representantes de organizaciones no gubernamentales, quienes presentaron su propia visión del futuro del mundo en relación con el medio ambiente y el desarrollo socioeconómico.

Uno de los principales resultados de la Conferencia de la CNUMAD fue el Programa 21, un programa de acción con nuevas estrategias para lograr un desarrollo sostenible en el siglo XXI. Sus recomendaciones iban desde nuevos métodos de educación hasta nuevas formas de preservar los recursos naturales y de participar en una economía sostenible.

La Cumbre también dio lugar a la creación de la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible; la celebración de la primera conferencia mundial sobre el desarrollo sostenible de los pequeños Estados insulares en desarrollo en 1994; inició las negociaciones para el establecimiento de una Convención sobre la lucha contra la desertificación y aprobó un acuerdo sobre poblaciones transzonales y poblaciones de peces altamente migratorias.

Otros resultados de esta cumbre fueron: la Declaración de Río y sus 27 principios universales, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), el Convenio sobre la Diversidad Biológica, y la Declaración sobre los principios de la ordenación, la conservación y el desarrollo sostenible de los bosques de todo tipo.

En 1997 se firmó el Protocolo de Kioto, en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que comprometió a los países industrializados a limitar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un promedio de 5,2% para el período 2008-2012, con grandes variaciones en las metas de cada país. El periodo de firma se abrió el 16 de marzo de 1998, habiendo firmado un total de 191 países.

En 1999 tuvieron lugar las protestas de Seattle contra la Organización Mundial del Comercio de 1999 con marchas, acciones directas y protestas contra la celebración de la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Las protestas fueron unas de las primeras grandes movilizaciones internacionales coordinadas a través de Internet y se consideran como la inauguración del movimiento antiglobalización.

 

(*) La imagen es una instalación de Douglas Couplan

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