
Rocío Cruz
Este verano en Andalucía no ha sido solo calor. Ha sido una tortura diaria. Durante más de un mes y medio, el termómetro ha reventado los 40 grados día tras día. Las calles estaban vacías a mediodía porque caminar era como meterse en un secador gigante. La gente mayor, la que trabaja al sol, las personas con problemas de salud… muchos no lo han soportado. Ha habido muertes. No por “el verano”, sino por una situación que no debería ser normal.
Y lo más duro: la noche no traía tregua. El aire se quedaba pegado, espeso, sin bajar de temperatura. Abrías la ventana buscando un respiro y lo único que entraba era calor. Dormir se convirtió en un reto. Y sin dormir, nadie funciona: ni en el trabajo, ni estudiando, ni cuidando de la familia.
Vivir sin aire ya no es una opción.
Aquí no hablamos de “lujo” cuando decimos aire acondicionado. Hablamos de respirar. Pero hay muchas casas en Andalucía donde encenderlo es un dilema: o pagas la factura o llenas la nevera. Y en muchas, ni siquiera hay aparato. Son pisos que se calientan como hornos y que no tienen ningún aislamiento para retener el fresco.
En esos hogares, las noches se vuelven insoportables. Se moja la sábana para poder dormir un par de horas. Se llena la bañera con agua fría para bajar la fiebre del cuerpo. Se reza para que la madrugada baje un poco la temperatura, pero no lo hace.
Y si eres mujer y estás en la menopausia, es todavía peor. Los sofocos, el insomnio, la ansiedad… Todo se multiplica con estas temperaturas. No es solo el calor de fuera, es también el de dentro. Y muchas lo enfrentan solas, cuidando a hijos o mayores, sin poder descansar.
No es normal, aunque nos lo vendan así
Que nos acostumbremos a esto es peligroso. No es normal que vivir en verano sea una carrera de resistencia. No es normal que te dé miedo salir a la calle o que tu casa se convierta en un horno. Y no es justo que todo dependa del dinero que tengas para enfriar tu casa.
Esto no es “el típico calor andaluz”. Es una crisis que mata, que agota y que deja cicatrices. Y si no se toman medidas —viviendas aisladas, acceso real a sistemas de refrigeración, ayudas para quien no puede pagarlos—, lo de este año será solo un aviso.
Porque vivir debería ser un derecho, no una prueba de supervivencia.
Paralelo 36 Andalucia Espacio de pensamiento y acción política
