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LAS DOS VÍAS DE LA CONFRONTACIÓN SOCIAL (DEMOCRACIA PARA DERROTAR AL FASCISMO. PRIMERA PARTE)

Rafa Rodríguez (*)

La base de la política es la confrontación ante la desigualdad social que provoca el capitalismo, causada por la desigual distribución de poder entre la oligarquía y las clases populares. Sobre este eje pivota una pluralidad de desigualdades, con autonomías propias.

La confrontación se puede afrontar o por la vía política, que es la vía democrática, o por la vía no política, donde caben todos los medios posibles de un conflicto no regulado, lo que implica un cierto grado de violencia, desde la lucha armada, a los golpes de Estado, el “asalto al palacio de invierno”, o la huelga general revolucionaria.

Hoy, ante la crisis que ha generado la globalización, la oligarquía dominante (tecnoligarquía y sus aliados) ha optado por la estrategia de destruir la democracia para mantener su posición de poder y privilegios. Está apoyando a la ultraderecha y contaminando a las clases populares con el virus de la antipolítica.

En estos momentos, cuando necesitamos todo el capital político que se puede poner en defensa de la democracia, de las clases populares y del conjunto de la humanidad, una parte de la izquierda se mueve en la contradicción entre el rechazo en la práctica a la vía democrática, pero tampoco opta por la vía no democrática. Desacreditan las instituciones democráticas, atacan al gobierno de coalición y rechazan la centralidad del voto en la lucha política, ingredientes básicos para que triunfe la antipolítica, pero tampoco se decanta, por inviable, ni por el “asalto al palacio de invierno” ni por la huelga general revolucionaria. Sencillamente optan por el vacío como estrategia.

La trayectoria de esas izquierdas es elocuente. Han sufrido la mayor pérdida electoral de la democracia, tanto en el Congreso como en el Parlamento de Andalucía, solo comparable a la que sufrió en su día la UCD, o más recientemente Ciudadanos. El problema es que no tenemos tiempo para perder por esas dinámicas hacia la marginación.

Las posiciones antipolíticas convergen con las estrategias de la extrema derecha que difunde marcos tales como “solo el pueblo salva al pueblo”, lo que implica una impugnación en la práctica del Estado democrático.

La desconfianza hacia el Estado democrático tiene raíces históricas que provocan mucha confusión y es utilizada por la oligarquía para desmovilizar a las bases sociales populares.

La clave está en constatar que el capitalismo necesita al Estado tal como lo conocemos, la institución que concentra todo el poder político, pero no necesita al Estado democrático (sufragio universal y garantías constitucionales para su ejercicio efectivo). Por el contrario, la democracia ha sido una conquista de larga duración, pero obtenida recientemente, por los sectores excluidos del sufragio universal, unida a la conquista de los derechos laborales, sociales y civiles.

En el Estado capitalista no democrático (liberal censitario o dictaduras) la oligarquía ejerce el poder directamente a través de agentes vicarios. En el Estado democrático tiene que actuar a través de los partidos políticos de la derecha en la lucha política para tener un control indirecto del Estado.

 

(*) La imagen representa una obra del pintor Xesús Vázquez, (Pentes, Ourense,1946), una figura clave en el desarrollo de la pintura española desde la década de 1980.

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