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El efecto cenicienta y el frenesí legislativo del PP

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El gobierno Carter añadió 24.531 páginas de nuevas regulaciones en los tres últimos meses de su mandato final. Por su parte Clinton aprobó 26.542 nuevas páginas legales en también sus últimos tres meses de presidencia. A esta tendencia a aprobar normas y reglamentos cuando se es políticamente irresponsable pues no queda ni legislatura ni mandato próximo, se le denominó en la literatura académica norteamericana “efecto cenicienta “ o “regulación de medianoche”. El gobierno del PP en poco más de 2 años tiene en cartera 73 nuevos proyectos de ley presentados en el registro del congreso de los diputados.

¿A qué se debe este frenesí legislativo? En principio no parece que sea atribuible al “efecto cenicienta” pues estamos ante los primeros años de la legislatura de un gobierno nuevo que aspira legítimamente a renovar su mandato en las próximas elecciones legislativas de dentro de dos años. La lógica electoral nos dice que  hay que dosificar  la producción legislativa acercándola lo máximo posible a las fechas electorales para que los efecto positivos en la percepción de los electores este más fresca en su memoria. Por tato no da la sensación que la irresponsabilidad política propia de la “legislación de medianoche” , ni la ambición electoral inmediata, guían esta ansiedad normativa que el gobierno conservador muestra.

¿Puede ser que el PP esté convencido de su próxima derrota electoral y pretenda dejar lo antes posible un mayor número de  normas que luego sea mucho más dificultoso remover? No creemos que haya un gobierno en el mundo que comience  una legislatura con mayoría absoluta con ese tipo de expectativas y actué además con celeridad dispuesto a confirmarla. ¿Responde tal vez a la presión de los numerosos lobbies que rodean y constituyen a la derecha española con hambre de plusvalía en medio de la crisis y queriendo cobrar cada uno cuanto antes sus tickets? Esos grupos de interés siempre han estado ahí y nunca han forzado la máquina política que les da de comer  hasta tal punto que pueda acabar dañando finalmente sus objetivos.

Aunque todos esto factores hayan tenido algún grado de participación, creemos que ninguno de ellos explica este tsunami legislativo de la derecha. Debemos quizás recuera el argumento inicial del “efecto cenicienta” para entender lo que está ocurriendo. No estamos, ciertamente, en el final de un gobierno, de un presidente o de una legislatura; estamos  al final de un régimen (la transición), de un pacto social (el Estado de bienestar) de un Estado (el modelo constitucional de Estado democrático de derecho)  y corre prisa cambiar las bases sobre las que se la derecha quiere sustentar el nuevo orden. La irresponsabilidad política viene determinada por que esta estrategia, que seria suicida en un situación normal, no lo es en una situación excepcional donde la derecha tiene un proyecto revolucionario de ruptura con el estatus quo dominante desde 1978 en España y desde la II guerra Mundial en occidente.

La derecha sabe  que estamos en la medianoche del sistema democrático tal como lo hemos conocido hasta ahora y actúa en consecuencia y con prisas, descargada ya de la responsabilidad política electoral común. Una derecha sin complejos. Una derecha que se  atreve, como dice Gallardón, y que piensa que la mejor defensa es un ataque tiene acorralada a un izqui9erda que sigue sin medir el alcance de los cambios en marcha. Desbordados por la imaginación legislativa de los conservadores, las defensas van cayendo.

Saldremos de la crisis cambiando, por un lado o por otro, pero cambiando. Le valdría bien a esta izquierda desorientada y desbordada que tatas veces está infestada de espíritu evangélico recordar aquello de  “dejad que los muertos entierren a uss muertos.»

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