
Rafa Rodríguez (*)
Somos conscientes de que vivimos una época peligrosa, acentuada desde la llegada de Trump. 2025 se ha caracterizado por el ascenso de la extrema derecha, apoyada por la nueva oligarquía encabezada por las grandes tecnológicas, y por la subordinación de la derecha al marco que está divulgando la extrema derecha.
La izquierda tiene una responsabilidad histórica de defender la democracia frente a la ruptura de los consensos básicos que está propiciando la extrema derecha (derechos humanos, valor de la ciencia, igualdad, función protectora del estado, etc.) al mismo tiempo que avanzar en la justicia social y la transición ecológica.
En España, la complejidad del sistema político por el doble conflicto social y territorial, una vez que el bipartidismo entró en crisis, funciona a través de bloques.
Para vencer a la extrema derecha y ganar gobiernos progresistas que promuevan políticas en favor de las clases populares y la protección del medio ambiente, es indispensable que la izquierda transformadora consiga al menos el 15% del apoyo electoral. No hay nada más importante que el voto y nunca nos habíamos jugado tanto.
El fraccionamiento que actualmente existe en el espacio de la izquierda transformadora está conduciendo al fracaso electoral y por lo tanto a abrir las puertas para un gobierno de la derecha y la extrema derecha que supondría una catástrofe social y un riesgo para la existencia de la Unión Europea (destruir la UE es el gran objetivo de Trump).
La última frustración ha sido la dispersión de candidaturas para las elecciones en Aragón que probablemente conduzca a la marginación política de los distintos partidos que conforman el espacio de la izquierda transformadora y a permitir un gobierno del PP con VOX.
Sin embargo, hay una alternativa clara para hacer posible la unidad dentro de la diversidad de la izquierda: coaliciones + unidad en la base. Las coaliciones son necesarias y los partidos políticos imprescindibles, pero sin unidad en la base, las coaliciones se convierten en “mesas camillas” donde las lógicas internas sustituyen a la percepción de la realidad social.
La unidad en la base es la alternativa para la unidad en el espacio de la izquierda transformadora:
- La flexibilización de la frontera entre partidos y ciudadanía es una seña de identidad de la izquierda transformadora que reivindica la conexión con las demandas de la sociedad.
- La participación de personas que no están organizadas en partidos pero que comparten los objetivos comunes del espacio transformador es indispensable para compensar la situación de escasez militante en los partidos.
- Permite la implantación territorial y sectorial de forma más extensa y, por lo tanto, una mayor conexión con la situación social.
- Es una garantía de unidad en un doble sentido. Por una parte, amortigua los conflictos entre los partidos del espacio transformador porque representa con mayor facilidad los intereses generales, y por otro, introduce un factor de legitimación democrática en la toma de decisiones.
- Aporta estabilidad a los referentes del espacio transformador (marca, redes sociales, etc.). Esta es una cuestión clave. Las coaliciones son más efímeras tanto en su construcción como en su trayectoria, rompiendo la necesaria articulación entre la acción política diaria y los procesos electorales. Las plataformas unitarias de base conectan la acción política y las elecciones, llevando a la práctica las ideas democráticas.
- Contribuyen al sentido común en la toma de decisiones al no estar condicionadas por las lógicas internas partidistas.
La fórmula coaliciones + unidad en la base, a la que llamamos Frente Amplio, es la alternativa frente a las dificultades para negociar coaliciones, la designación de candidatos y candidatos inapropiados o la disociación entre la representación parlamentaria de la coalición y la acción política de base. Una garantía para el proyecto transformador y la hegemonía del bloque de izquierda frente a la amenaza de gobiernos ultraderechistas.
(*) La imagen representa una obra de la pintora portuguesa María Helena Vieira da Silva (Lisboa, 13 de junio de 1908 – París, 6 de marzo de 1992).
Paralelo 36 Andalucia Espacio de pensamiento y acción política
