Portada / Feminismo / Las mujeres andaluzas de más de 45 años: entre la invisibilidad y la resistencia

Las mujeres andaluzas de más de 45 años: entre la invisibilidad y la resistencia

Rocío Cruz

En Andalucía, ser mujer y tener más de 45 años es, para muchas, un viaje hacia la invisibilidad. Y no por decisión propia, sino por un sistema laboral y social que las aparta cuando aún tienen mucho que aportar.

Muchas de ellas, después de décadas de trabajo no remunerado -los cuidados, el hogar, la crianza de los hijos- se encuentran ante un mercado laboral que no las quiere contratar porque «son mayores» y que además las penaliza por la etapa biológica que transitan: la menopausia. Un tabú que aún se esconde tras eufemismos de «edad difícil» o «cambio hormonal», negando la posibilidad de una atención médica, psicológica y laboral adecuada que comprenda sus síntomas y necesidades.

Mientras tanto, los hijos e hijas ya adultos se marchan o comienzan a construir sus vidas, dejándolas en un limbo identitario si no logran reconfigurarse como mujeres plenas fuera del rol de madre y cuidadora. Algunas sienten alivio por fin de esa sobrecarga; otras, un vacío al que hay que darle un nuevo sentido. En ambos casos, es un proceso de renacimiento que no siempre recibe apoyo social ni familiar.

Y sin embargo, ¿quién sostiene los cuidados en Andalucía? Ellas. Porque incluso cuando los hijos se van, los padres y madres ancianos quedan bajo su responsabilidad. O los nietos, si toca ejercer de abuelas cuidadoras en silencio. Este ejército invisible de mujeres sostiene la economía andaluza y la cohesión social. Sin embargo, pocas políticas públicas se diseñan pensando en ellas.

Desde un feminismo andaluz, es urgente reivindicar su derecho a un trabajo digno y adaptado a su etapa vital, con planes específicos de reinserción laboral para mujeres de más de 45 años. Es urgente normalizar y visibilizar la menopausia como un proceso natural que requiere acompañamiento médico y social. Y es urgente que Andalucía empiece a mirarlas con el respeto y la gratitud que merecen: no como recursos de cuidado inagotables, sino como mujeres libres, plenas y con sueños aún por cumplir.

Porque ellas son Andalucía. Su voz, su memoria, sus manos que siembran y que sanan. Que la tierra que tanto cuidan, y la sociedad que tanto sostienen, les devuelvan al fin el reconocimiento que históricamente les ha sido negado.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *