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Movilizaciones y Huelgas ¿Para qué? (I)

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Pepe Gabiño/ En el espacio público vienen apareciendo, últimamente con frecuencia, palabras como desmovilización, apatía social, movilización, huelga…, que en las décadas prodigiosas de bonanza económica que hemos vivido resultaba raro de escuchar. Otros parecían ser los problemas y otras las palabras usadas. Curiosamente el término lucha social, que tan en boga estuvo en otros tiempos, en la izquierda prácticamente ha desaparecido; no es nada baladí la cuestión: las luchas sociales en el Estado Español fueron erradicadas a sangre y fuego en el año 1939 y desde entonces las movilizaciones y luchas han sido transversales socialmente, sirvan como ejemplos, las realizadas contra la dictadura franquista, por la autonomía andaluza o contra el ingreso en la OTAN.

 

En todos estos casos, unos estados mayores diseñaban unas estrategias quedando los intereses específicos de las bases sociales que se movilizaban supeditados a ellas, siendo la correlación de fuerza resultante del proceso de una mayor debilidad social. La transversalidad social, no lo es positiva, sino que resulta necesaria en toda movilización, siempre y cuando se tenga claro cuales son los intereses que deben prevalecer y a los que no hay que renunciar.

 

Un ejemplo paradigmático de lo que exponemos fueron los Pactos de la Moncloa, donde en los debates en los tajos y en la negociación colectiva posterior, la izquierda sindical fue literalmente machacada por “el gobierno” de la sociedad civil en aquel momento, el PCE y su correa de transmisión CC.OO. Las consecuencias de estos pactos no fue solamente una pérdida de poder adquisitivo, sino que facilitó más tarde el camino para la posterior reconversión industrial realizada por el PSOE y consolidó el actual modelo sindical.

 

Es de justicia reseñar otro tipo de movilizaciones sociales realizadas en estas últimas décadas en Andalucía, sirvan como ejemplo la emprendida por el SOC contra la derogación del subsidio agrario con el gobierno del PP o la emprendida por el movimiento ecologista en “Salvemos Doñana” y, aunque las motivaciones fueran muy diferentes, las dos tienen un objetivo en común en la movilización: la necesidad de que tengan repercusión en unos medios de comunicación controlados por los poderes que se pretenden combatir. La ocupación de la RTVA por el SOC pretendía poner en evidencia, aparte de la manipulación sufrida, el silencio calculado.

 

En un artículo sumamente interesante que nos remitió P36 ( “la sabiduría asombrada…”) se hace una defensa de los sindicatos mayoritarios frente a la crítica a la que son sometidos desde la derecha mediática; se olvida que ha existido una antigua tradición crítica desde la izquierda a los sindicatos tradicionales, que no sólo no habría que obviar, sino desempolvar. ¿Por qué de un plumazo se pierden derechos sociales que han costado décadas en conquistarse? ¿Por qué no han ganado estos sindicatos terreno organizativo e ideológico en las décadas de bonanza económica? ¿Comparten o no los sindicatos mayoritarios los paradigmas de un modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico, social y ambientalmente insostenible? ¿Su actual modelo organizativo puede servir como herramienta de transformación social?…

   

Junto con la crítica desde la izquierda a los sindicatos tradicionales, habría que desempolvar también lo que tuvo de positivo el sindicalismo revolucionario: las luchas por mejorar las condiciones de vida y de trabajo, más allá de que se consigan o no los objetivos, deben tener una componente educativa y pedagógica en una perspectiva de transformación social.

 

En los tiempos de resignación que corren parece que estamos abocados en ir a la movilización por la movilización, viniéndome a la memoria una metáfora verídica de los años de plomo de la dictadura: la falta de medios, las premuras de tiempo y el miedo hacían que en no pocas ocasiones imprimiéramos papeles en los que prácticamente no se podía leer nada, sorprendentemente había compañeros/as a los que esto no les importaba, para ellos lo verdaderamente importante era el hecho de tirar en la calle los papeles. ¿No puede ocurrir lo mismo con las movilizaciones sindicales?

 

Las organizaciones sindicales mayoritarias, “a la fuerza, ahorcan”, han pasado de las palabras a los hechos poniendo su maquinaria organizativa en funcionamiento con el objetivo puesto en la Huelga General del 29 de Septiembre y, en oleadas concéntricas, desde las direcciones estatales hacia abajo, están convocando asambleas y manifestaciones de sus delegados sindicales y cuadros, que llegarán a los trabajadores en los tajos. ¡Las movilizaciones y las huelgas han comenzado! Con lo que esta cayendo, el por qué de estas movilizaciones debería ser más que evidente; el para qué no está tan claro ¿para derogar la contrarreforma laboral de Zapatero? y el cómo es mas que discutible. Esto es lo que intentaremos abordar en una próxima entrega.

Un comentario

  1. Juan José Gómez

    Estupendo artículo. Deseando esto de leer la segunda entrega

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