M.ª Pau Moriana Bonilla
«Tenemos en la izquierda la eterna obsesión de estar constantemente hablando (y escribiendo) sobre la unidad. Esta obsesión es casi tan grande como la de no
ponerla en práctica.»
El pasado 1 de agosto —curiosamente, el día de mi cumpleaños— se publicaba un manifiesto titulado La unidad de la izquierda para defender la Andalucía de Blas Infante. Digo que se publicó el 1 de agosto porque esa es la fecha que aparece en la web, aunque habría que esperar hasta el 5 para que se convirtiera en noticia. Eso sí, una vez que empezó a moverse lo hizo bien, porque lo cierto es que desde entonces ha corrido como la pólvora. En el momento en que escribo estas líneas, ya cuenta con 541 firmas.
El manifiesto, impulsado desde un sector de la CUT —con figuras como el alcalde de Marinaleda, Sergio Gómez, y el referente sindicalista del SAT Diego Cañamero a la cabeza—, lo ha firmado gente de muy diversos sectores, desde militantes de IU y de Movimiento Sumar hasta Podemos, pasando por cierto andalucismo de corte soberanista (salvo quienes, haciendo honor a su nombre, continúan en su permanente huida hacia Adelante).
De Podemos, además del propio Cañamero, lo han firmado tanto la secretaria general andaluza, Raquel Martínez, como el diputado andaluz José Manuel Jurado; a los tres les ha valido el furibundo ataque de la parroquia sectaria que de un tiempo a esta parte han venido conformando ciertas hordas tuiteras (y algún que otro diario). Por su parte, de IU y de Movimiento Sumar no lo han firmado sus respectivas direcciones —más adelante explicaré las razones que creo que las pueden haber llevado a ello—, pero sí bastantes militantes (sobre todo de IU) e incluso figuras de peso como el diputado en el Congreso Paco Sierra, de IU, aunque influyente en todo el espacio; espacio del que también forma parte IdPA, cuya dirección y, que yo sepa, militancia tampoco han firmado el manifiesto. En cuanto al andalucismo soberanista, aquí encontramos desde referentes históricas como Pilar Távora hasta militantes de organizaciones como República Andaluza (mención especial al historiador Javier García Fernández, quien fuera el cabeza de lista de Ahora Andalucía para las pasadas europeas).
Además de todas ellas, también han firmado el manifiesto otro tipo de referentes, como los catedráticos de derecho constitucional Joaquín Urías y Javier Pérez Royo, o el tertuliano Javier Aroca. Asimismo, también lo han firmado figuras del arte, como los cantaores flamencos Juan Pinilla y Manuel Gerena, o la ya mencionada cineasta Pilar Távora. Está claro que este manifiesto ha sido capaz de trascender lo puramente partidista y de interpelar a una parte de la sociedad civil.
Todo esto está muy bien, pero hay otra realidad que no se suele mencionar cuando se habla de este manifiesto, o que si se menciona se hace de soslayo, viéndose prácticamente oculta bajo este manto de alegría y optimismo. Mejor dicho, hay dos realidades. No se me malinterprete: no digo que no haya razones para esa alegría. Evidentemente, que un manifiesto consiga aunar a tanta gente, tanto de la militancia política como de la sociedad civil, haciendo incluso que se atrevan a hablar abiertamente de unidad quienes hasta hace un par de semanas no lo hacían, desde luego, no es moco de pavo. Ahora bien, no podemos quedarnos solo en eso, sino que tenemos que analizar la realidad al completo, con todas sus capas (que no son pocas).
Enseguida procederé a explicar cuáles son estas dos realidades, pero antes es necesario hablar un poco de historia; concretamente, de historia de Por Andalucía.
Corría el año 2022, y se avecinaban elecciones andaluzas. El escenario para la izquierda se presentaba complicado. En 2018, el primer Adelante Andalucía había conseguido aunar a una buena parte de la izquierda (Podemos, IU, Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista), y había obtenido unos nada desdeñables 17 escaños, aunque insuficientes para impedir que el PP llegara al Gobierno, aupado por Ciudadanos y Vox. Sin embargo, para 2022 esa coalición ya estaba más que rota. Se había roto entre 2020 y 2021. En 2020 Anticapitalistas, tras abandonar Podemos, comenzó a tomar medidas para, apoyada por las dos fuerzas andalucistas, hacerse con el poder de la coalición, aislando a IU y a Podemos. Una de esas medidas fue hacerse con el control de las redes sociales de la coalición. IU no se quedó atrás y, a petición de Podemos, expulsó a las diputadas/os de Anticapitalistas del grupo parlamentario, haciéndose con el control del mismo y rebautizándolo como Unidas Podemos por Andalucía, quedando la coalición inicial rota de facto. La expulsión se basaba en una acusación de transfuguismo, pues estas diputadas/os habían sido electas/os como representantes de Podemos y se habían pasado a un nuevo partido: Anticapitalistas. Finalmente, en 2021, Teresa Rodríguez registró el nuevo Adelante Andalucía como partido, en el que se integraron Anticapitalistas y las dos fuerzas andalucistas (a las que en 2022 se sumaría una tercera: Defender Andalucía), ya sin IU ni Podemos.
El caso es que para 2022 la izquierda necesitaba unirse, pero parecía hacer todo lo contrario. Además de Unidas Podemos por Andalucía (que, como su referente estatal, incluía a Podemos, IU y Alianza Verde) y de esta nueva Adelante Andalucía, había surgido una tercera coalición en torno a Andalucía Por Sí (AxSí), llamada Andaluces Levantaos, y que en principio, además de a esta formación, incluía a Más País, IdPA y Verdes-Equo (estas dos últimas ya habían ido en coalición en 2018). Sin embargo, finalmente estas tres fuerzas decidieron sumarse a Podemos, IU y Alianza Verde, eliminando el nombre Unidas Podemos de la marca y dejándola como Por Andalucía. Así, Andaluces Levantaos quedaba como una coalición de AxSí, Convergencia Andaluza y fuerzas municipalistas, que tendría una fuerza testimonial. La verdadera batalla se libraría entre Por Andalucía y Adelante, a la que no se consiguió atraer a la unidad, para sorpresa de nadie.
Casi más cruda que aquella batalla fue la que se libró en la interna de Por Andalucía para conformar las listas. Podemos celebró un proceso interno, del que salió elegido candidato el diputado del Congreso y ex guardia civil Juan Antonio Delgado. Por su parte, la mayoría de las fuerzas apoyaban a la diputada andaluza de IU y portavoz de Unidas Podemos, Inma Nieto. Las intervenciones estatales —la de Yolanda Díaz en favor de Inma y sobre todo la de Podemos en favor de Juan Antonio— no ayudaron a resolver la situación, sino todo lo contrario. Finalmente se decidió que la candidata fuera Inma, pero Podemos quiso presionar hasta el último minuto, literalmente. Tanto es así que, cuando hubo que inscribir la coalición, Podemos y Alianza Verde entregaron sus firmas fuera de plazo, por lo que no pudieron constar formalmente como miembros, y sus personas candidatas tuvieron que constar formalmente como independientes.
Pues bien, finalmente llegó el día de las elecciones, que dieron como resultado una mayoría absolutísima del PP. La izquierda pasó de 17 escaños a 7. Por Andalucía obtuvo 5 escaños: 3 para Podemos Andalucía (los ya mencionados Juan Antonio Delgado y José Manuel Jurado, así como Alejandra Durán), 1 para IU Andalucía (Inma Nieto, que repite como portavoz) y 1 para la presidenta de Más País Andalucía (Esperanza Gómez), que actualmente se ha disuelto en Movimiento Sumar Andalucía, del que sigue siendo ella coordinadora. Adelante Andalucía se quedó en los 2 escaños.
Perdonad toda esta digresión histórica, pero creo que es importante que sepamos de dónde venimos y dónde nos encontramos. Lo que está claro es que Por Andalucía es el único garante de la unidad o, dicho de otro modo, que la unidad pasa necesariamente por ella. Es evidente que la cosa no empezó con buen pie, no solo por esa batalla preelectoral, sino porque al principio hubo gestos bastante feos hacia Podemos, como por ejemplo que se le arrebatara una de las portavocías adjuntas (la otra la ostentaba y la ostenta Juan Antonio) para dársela a Esperanza (que ya era la representante del grupo en la mesa); dos años después se revertiría este cambio, volviendo dicha portavocía adjunta a manos de Alejandra (Podemos), cumpliéndose así lo pactado. Sin embargo, más allá de incidentes y tensiones puntuales —sobre todo al principio—, el grupo ha funcionado bien, la coalición ha funcionado bien, y la mayoría buscamos reeditarla y, si es posible, ampliarla.
En ese sentido, tres son las fuerzas que están trabajando activamente por reeditar Por Andalucía: estas son IU, IdPA y Movimiento Sumar. Sí, ese Movimiento Sumar a cuya dirección andaluza dediqué un artículo bastante poco amable. No retiro una sola coma de lo que dije entonces, que respondía precisamente a una estridencia suya. Ahora bien, en vista de que han dejado claro su compromiso con la unidad —como yo misma adelantaba en aquel artículo, por cierto— y de que no se han producido más estridencias, yo por mi parte hace ya un tiempo que he decidido enterrar el hacha de guerra, al margen de que pueda tener mis opiniones personales. De nada serviría cometer yo el mismo error que criticaba entonces.
Decía que IU, IdPA y Movimiento Sumar están trabajando activamente por reeditar Por Andalucía. Para ello, el PCA aprobó en octubre de 2024 una hoja de ruta que fue asumida por los tres partidos; y en mayo de este año, un borrador de reglamento de primarias abiertas con censo único —que solo será de aplicación si no se logra conformar una candidatura por consenso, que se tiene por método preferente—, también asumido por los tres partidos. Este documento también fue enviado a las otras tres fuerzas de la coalición, que tenían de plazo hasta el 30 de junio para posicionarse al respecto. Este plazo no era en modo alguno un ultimátum, como se ha querido vender desde Podemos; quien quiera unirse aún puede hacerlo, pero lo hará con el proceso ya iniciado, y tendrá que aceptar las condiciones establecidas. Lo que no podemos hacer es esperar eternamente, ni estar negociando y renegociando condiciones in aeternum. Lo que no queremos bajo ningún concepto es que se repita lo de 2022.
Evidentemente, el 30 de junio llegó, y Podemos Andalucía no respondió, como tampoco lo hizo Verdes-Equo, y menos aún Alianza Verde, cada día más indistinguible de Podemos, si es que alguna vez fue distinguible. Y por supuesto, tampoco acudieron a la reunión del 1 de julio, en la que se aprobó un documento político, ni tampoco al acto que esa misma tarde organizó el Frente Amplio en torno a la construcción de Por Andalucía (al que tampoco asistió Movimiento Sumar, alegando estar inmerso en un proceso interno). Claro que yo en parte entiendo a Podemos Andalucía: su dirección y su militancia —la no sectaria— quieren unidad, como así lo demuestran las firmas de este manifiesto; el problema es que están maniatadas por un Podemos estatal cada día más centralizado (y bunkerizado), y que está instalado en el ‘no a todo’. De hecho, digo bien que Podemos Andalucía no respondió, porque Podemos estatal sí lo hizo indirectamente en mayo (¡y de qué forma!): primero, un buen día, Ione Belarra sugirió algo así como que si las demás fuerzas querían reeditar Por Andalucía, lo primero que tenían que hacer era abandonar el ‘Gobierno de la guerra’ (sic), olvidando que Podemos y ella misma como ministra han formado parte de ese mismo Gobierno hasta hace dos días, como quien dice; al día siguiente, Irene decidió subir la apuesta y marcarse tremendo desplante en un homenaje a Julio Anguita por el quinto aniversario de su fallecimiento… ¡para no salir en la foto con Maíllo! No sé qué temía que se demostrara con esa foto, pero lo que demostró al evitarla fue un profundo desprecio no solo a IU, sino a Julio, si me apuran (por más que utilizara sus palabras de una forma vil e interesada). Pero volviendo a lo del ‘Gobierno de la guerra’, cuestión que trataré en sí misma unas líneas más abajo, lo que parece mentira es que algunas no se hayan enterado de que no se puede supeditar Andalucía a una cuestión estatal. De nuevo, parece que algunas no han aprendido nada de 2022. Y luego dice la parroquia sectaria que somos nosotras (incluida gente honesta de Podemos) las que con nuestro deseo de unidad pretendemos repetir lo de 2022 y que por eso la rehúyen, y una se tiene que reír por no llorar.
Aquí es donde entran, ya por fin, las dos realidades que atañen a este manifiesto y que muchas suelen pasar por alto, y que probablemente hayan llevado a mucha gente a no firmarlo (y a algunas nos lo han puesto francamente difícil).
La primera realidad es que el manifiesto, si bien habla de unidad, parece tener una orientación política clara, y difícilmente asimilable para muchas. En él se habla de «Gobierno del rearme y de la guerra», expresión que mete a todo el Gobierno en un mismo saco, y que fácilmente puede interpretarse como un menosprecio, cuando no directamente un ninguneo a fuerzas como IU y Movimiento Sumar, que, oponiéndonos al rearme y a la OTAN, formamos parte del Gobierno, y que somos precisamente de las pocas que, junto con IdPA, estamos trabajando por la unidad. No suele ser muy buena idea pedir unidad al tiempo que se ataca, de forma más directa o más velada, a quien la construye.
La segunda realidad es que, como ya he dejado claro antes, Por Andalucía es y debe ser la piedra angular de cualquier proyecto que tenga como objetivo la unidad, no solo porque la unidad pasa necesariamente por esta, sino porque es desde allí desde donde la estamos construyendo. Sin embargo, en el manifiesto no se hace una sola mención a Por Andalucía. Es verdad que no se menciona ninguna fuerza; es decir, no es que se nos esté excluyendo, sino que simplemente se ignora la cuestión estratégica-organizativa. Pero ignorando eso, se ignora que tan importante como la claridad política es la claridad estratégica. Es más, de poco o nada sirve una declaración de intenciones como esta si no se piensa llevar a la práctica o no se sabe cómo hacerlo.
A decir verdad, hay una tercera realidad que yo misma desconocía, pero que al parecer ha molestado a no poca gente de IU, y es que el manifiesto se publicara en primera instancia en nombre de la CUT (que jurídicamente forma parte de IU), cuando solo ha sido impulsado y firmado por un sector de esta (el sector de Podemos o afín a este). Sin embargo, no entraré en este asunto, pues al no ser de la CUT, creo que no me corresponde a mí tratarlo.
Con todo, yo he firmado el manifiesto, más por la intención que por las formas y el contenido, aunque debo confesar que tuve un debate interno bastante fuerte antes de hacerlo. Lo que me hizo decantarme fue precisamente pensar en la intención —al fin y al cabo, el manifiesto no es otra cosa que una declaración de intenciones—. Por supuesto que me incomoda que se hable de «Gobierno del rearme y de la guerra», como también me incomoda que no se mencione a Por Andalucía. Esto último es peligroso, porque puede interpretarse de forma adanista como un «Vamos a construir otro proyecto unitario más desde cero, a ver si este funciona» —interpretación que, sospecho, es la que tienen en mente quienes han redactado el manifiesto—. Pero, precisamente porque la ambigüedad del texto deja un profundo vacío, lo mismo que se rellena con adanismo, podemos rellenarlo nosotras con nuestro relato. Si conseguimos imponer el relato de que Por Andalucía es la piedra angular de la unidad, y conseguimos arrastrar a gente que lo ha firmado hacia ella —pienso, aunque no solo, en Podemos, para quienes el texto era bastante más tragable y lo han acabado firmando—, esa ambigüedad podría jugar a nuestro favor. Aunque tampoco soy ingenua (o no del todo) y sé que será difícil que esto ocurra, y que posiblemente no lo haga. Por mí no será. Ahora bien, por todo lo anteriormente explicado, también entiendo a quienes no han podido o no han querido firmar el manifiesto. En todo caso, la firma en sí es lo de menos; lo de más es trabajar, y eso ya lo están haciendo, incluso más que algunas que lo han firmado, pero a quienes aún no he visto sentarse a hablar.
Lo que me sorprende es que el manifiesto ha provocado bastantes reacciones… ¡en forma de texto! Que si unas reflexiones de García Fernández por aquí; que si Duval a lo suyo por allá; que si Isidoro Moreno atacando a diestra y siniestra, sobre todo a siniestra… Y una solo puede pensar que bien podría ocurrírsele a alguien la radical idea de cambiar las reflexiones por reuniones (o mejor aún, reflexionar en ellas).
No se me malinterprete: no digo que escribir esté mal, mucho menos reflexionar. Yo misma estoy haciendo las dos cosas. Lo que digo es que esa literatura y esas reflexiones tienen que estar aterrizadas y claramente orientadas a trabajar, a construir aquí y ahora, que es lo que hace falta. En esa línea, y antes de conocer el manifiesto, bastantes compañeras —tengo entendido que la mayoría, si no la totalidad, formamos parte del Frente Amplio— suscribíamos el artículo Por Andalucía: ni un minuto que perder, que creo bastante más aterrizado, y que por supuesto habla de Por Andalucía, que es lo que tenemos hoy por hoy.
Espero que aquel artículo, o este, o el que sea (de verdad que me da igual cuál) le sirva a alguien de aliciente para ponerse a trabajar, que es lo que toca. En cualquier caso, quienes ya lo estamos haciendo no vamos a desistir, ni tampoco a excluir a nadie, pero sí tenemos claro que quienes estamos vamos a estar; y quien quiera estar, también.
Es una buena noticia que, con este manifiesto, tanta gente parezca querer subirse al tren de la unidad. Si es así, solo les pido que lo hagan. La máquina ya está en marcha, pero aún quedan vagones libres.
Paralelo 36 Andalucia Espacio de pensamiento y acción política
