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Aquí se va a armar una….

cambio climático 2

 

Anxon Sánchez.Nada es Gratis.

Son tiempos revueltos, y los conflictos de todo tipo están a la orden del día. Todos los días oímos hablar de la guerra en Siria, por no mencionar las demás guerras olvidadas que hay en el mundo. Tenemos también el conflicto catalán, que animales como los que golpean a gente pacífica o los que quieren bombardear Barcelona hacen más presente. Y tenemos, por supuesto, los innumerables conflictos interpersonales de todo tipo, que van desde la repugnante violencia de género hasta los a veces chuscos dislates que ocurren en las comunidades de vecinos. Pese a este sinnúmero de noticias, parece ser, si Steven Pinker tiene razón en un libro reciente, que el nivel de violencia está descendiendo sistemáticamente en los últimos siglos. Sin embargo, tan positiva tendencia podría cambiar pronto por culpa de…

… Sí, amigo lector, del cambio climático. Lo que yo le diga.

Bueno, lo que yo le diga, no: se acaba de publicar en Science un sesudo estudio titulado “Quantifying the Influence of Climate on Human Conflict“, de S. M. Hsiang, M. Burke y E. Miguel, en el que se revisan muchos trabajos anteriores en los que se analizaba la relación entre el clima (entendido como temperatura y precipitación) y los conflictos, lo que técnicamente se conoce como meta-análisis (y que desgraciadamente no se hace tanto como debiera). En los últimos 100 años se han llevado a cabo muchos estudios de este tipo, si bien es en los últimos años, con el aumento de las evidencias en favor de que estamos experimentando un cambio climático, cuando han aparecido la mayoría de trabajos, facilitados además por el hecho de que se dispone de mejores datos y de más potencia de cálculo. De entre todos esos artículos, los autores eligieron para su meta-análisis aquellos que permitían establecer relaciones causales (más allá de la mera correlación) mediante experimentos, que en algunos casos eran experimentos naturales, de los que tantas veces se mencionan en NeG. En este último caso, los estudios debían considerar variaciones del clima en el tiempo que presumiblemente fueran independientes de otras variables que afectan a los conflictos, y además debían tener en cuenta variables y tendencias inobservables que influenciaran los resultados. Cuando el trabajo no satisfacía los requisitos pero los datos estaban disponibles, Hsiang y colaboradores rehicieron el análisis estadístico, obteniendo en ocasiones resultados contradictorios con los autores originales. Otros trabajos que se excluyeron del meta-análisis eran aquellos que comparaban los conflictos en lugares distintos con distintos climas, ya que en ese caso puede haber muchos otros factores responsables de las diferencias. Finalmente, 60 trabajos pasaron estos rigurosos filtros (sólo 5 de ellos de los autores del artículo), con resultados de 45 datos de conflictos diferentes, a escalas desde interpersonales hasta guerras abiertas, en los últimos 12 000 años. El correspondiente meta-análisis se publica ahora en un  artículo de 15 páginas, longitud extraordinaria en Science, material suplementario aparte) que merece la pena consultar por la abundancia de datos, gráficas, referencias, etc, además de por la discusión técnica de cómo distintos tipos de ajustes a los datos pueden enmascarar la dependencia de las variables climáticas.

Como resultado del análisis y re-análisis de todas esas investigaciones, la conclusión principal del artículo es la siguiente (la traducción es mía):

“Las deviaciones de las precipitaciones normales y las temperaturas suaves aumentan sistemáticamente el riesgo de conflicto, a menudo sustancialmente. Esta relación se observa en escalas espaciales que van desde un edificio hasta toda la Tierra, y en escalas temporales que van de una hora anómala a un milenio anómalo [uno de los casos que tratan los autores es el de los conflictos entre los mayas, que ya comenté en este otro post]. Nuestro meta-análisis de los estudios que tratan de poblaciones después de 1950 sugieren que la magnitud de la influencia del clima en los conflictos modernos es a la vez sustancial y altamente significativa (P<0.001). Cada desviación estándar en el clima hacia temperaturas más altas o más lluvia incrementa la frecuencia de violencia interpersonal en un 4%, y los conflictos intergrupos en un 14% (…). Dadas las proyecciones de grandes cambios en precipitaciones y temperaturas para las próximas décadas, con lugares en todo el mundo donde se esperan calentamientos de 2 a 4 desviaciones estándar para 2050, estas tasas aumentadas de conflicto podrían representar un gran y crítico impacto social del cambio climático antropogénico tanto en países pobres como ricos.”

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Figura 1. Resumen de los distintos estudios en cuanto a los efectos del cambio climático sobre la violencia interpersonal (arriba) y sobre la violencia intergrupal (abajo). Los colores hacen referencia a si el estudio analiza el incremento de la temperatura (rojo), el de la precipitación (azul), el de las desviaciones respecto a la precipitación normal (verde), etc. Las barras representan el intervalo de confianza al 95%. Las cifras citadas en el texto son las medianas de la distribución de estos estudios.

Es importante insistir, aunque ya lo he dicho más arriba, en que los autores analizan la dependencia de los conflictos con las desviaciones respecto al clima normal en un mismo sitio, porque esto es lo que nos permite un interpretacion causal de los efectos. Si simplemente hubiera una correlación espacial (más conflictos donde hace más calor) podría pensarse que los lugares donde hace más calor hay algo que reune a la gente más conflictiva (quizá son lugares con mayor producción agrícola, y esto crea más rentas y más incentivos a pelearse por ellas, o al revés, se produce menos y se pelea la gente por la comida), por lo que sería más difícil extrapolar a los efectos del cambio climático.

Bien, aceptemos entonces que 1 desviación estándar en el clima de un sitio supone un 4% más de conflictos interpersonales y un 14% de intergrupales. Ahora veamos cuál es el cambio que nos dan los expertos en cambio climático, y para eso tenemos la siguiente figura, que se ha obtenido con el llamado escenario A1B:

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Figura 2. Cambio en la temperatura estimado para 2050 medido en múltiplo de las desviaciones estándar históricas (1950-2008) locales de la temperatura, referido a 2000.

Como vemos, en la figura aparecen muchos lugares donde el cambio estimado es de dos, tres o incluso cuatro desviaciones estándar, lo que multiplicado por el efecto de cada una viene a darnos un incremento de los conflictos más que notable. Si nos fijamos en España, vemos que como poco nos adjudican más de dos desviaciones estándar, llegando a cuatro en el Mediterráneo. ¿A que asusta? Si realmente el planeta se está recalentando, parece que también nos vamos a ir calentando las personas, y que al final vamos a armar (a “preparar”, que dicen en algunas zonas de Burgos, que me encanta) algunas buenas. Por si no tenía poco riesgo lo de que el cambio climático resulte ser verdad, ya se sabe aquello de “si no quieres caldo, tres tazas”.

Pero quizá no sea para tanto después de todo, ¿no? Si el cambio climático es gradual, seguramente nos podremos ir adaptando y no se incremente tanto el número de conflictos. Pues desengáñese, porque según Hsiang y colaboradores, los cambios graduales también afectan a los conflictos, y además la mayoría de los estudios con los que trabajan usan períodos largos que se extienden hasta el siglo 21, dónde ya estamos asistiendo al “cambio gradual” del clima. Además, no hay evidencia de que la gente de climas más cálidos tenga menos conflictos al subir la temperatura, es decir, que no están “adaptados” a ese nuevo clima. Por supuesto, no podemos excluir la posibilidad de adaptarnos, pero la evidencia no anima mucho. En cuanto a los mecanismos por los que el clima afecta a los conflictos, Hsiang y colaboradores mencionan, sin pronunciarse por ninguna, varias opciones sobre las que hay que seguir investigando como las más plausibles vistos los datos: 1., efectos económicos debidos a caídas de la productividad o la correspondiente falta de fondos de los estados para prevenir crímenes y rebeliones, 2., incrementos de la desigualdad social causados directamente por los eventos climáticos, 3., grandes desplazamientos de población originados por las malas condiciones en ciertos lugares de temperatura o precipitación, y 4., fallos cognitivos o psicológicos que hagan más difícil la atribución de las causas de los conflictos. Hay, desde luego, tarea para el futuro.

Para terminar, una afirmación de la que tengo seguridad absoluta: Al que le van a aumentar los conflictos es a mí, porque esta entrada me los va a crear con los recalcitrantes defensores de que el cambio climático es una patraña. Y que conste que lo les he contado no tiene nada que ver con la certidumbre o incertidumbre sobre si hay un cambio climático, pero como yo creo que algo está pasando, me preocupa. Y si hay un riesgo serio de que el planeta se esté recalentando, habría que tomar medidas, aunque no sea por convicción sino por si las moscas. Yo, por si acaso, este verano he estado de vacaciones en Finlandia, donde el clima en julio es delicioso, en torno a los veinticinco grados, y he venido la mar de relajado, aunque ya se me está pasando, no sé si será por este verano inacabable o por que leo en las noticias…

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