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¡Somos catalanes¡

cataluña banderaLa masiva movilización de las clases populares y medias catalanas constituye un aliento de esperanza, un vector de unidad y resistencia frente a la destrucción controlada del Estado social y democrático que la derecha europea y en particular la española está ensayando.

El Pueblo catalán ha encontrado en la reivindicación democrática del derecho a decidir la argamasa de unidad necesaria para construir por un lado un bloque social sólido y por otro una reivindicación incompatible con cualquier componenda para salvar del naufragio el sistema monárquico producto de la transición pactada española en el que se han parapetado las élites económicas y políticas que han fagocitado al Estado hasta llevarlo a la bancarrota.

Por eso ha sido especialmente significativo que el secretario general del PSC, el Sr. Navarro pidiera la “intervención de la Corona” en la crisis catalana, como si el meollo de lo que está pasando no tuviera precisa y centralmente que ver con la crisis del sistema monárquico de la transición y en particular con la crisis de la Corona.

Desde las masivas movilizaciones del 4 de diciembre del 77 y el 78 y el referéndum por la autonomía andaluza a través de la vía del artículo 151, nunca un pueblo había alcanzado tal grado de movilización y unidad. La alianza de clases populares catalanas han logrado la hegemonía frente al poder, justamente cuando las contrarreformas neoliberales estaban logrando la desmovilización de las resistencia frente a sus planes en toda Europa.

Se trata de un pueblo entero que ha vuelvo a conectar con una inequívoca tradición democrática forjada históricamente en la lucha de autoafirmación nacional y de resistencia política, social y cultural al franquismo. Quien quiera hacerse una idea de esto, no tiene más que ver el gran y masivo acto del Concert per la Llibertat celebrado el pasado 30 de junio en el Camp Nou del Barça, con participación simbólica del viejo arco antifranquista al completo.

Todo este proceso ha desbordado a Mas y a su coalición electoral (CiU). No hace falta insistir en unos pocos días antes de la Díada del 11S, Mas buscó deliberadamente enfriar los ánimos y “bajar el suflé” independentista de la Via Catalana: filtró la existencia de conversaciones secretas con Mariano Rajoy (concretamente, una entrevista celebrada el pasado 29 de agosto), y avanzó una especie de plan B: si no podía celebrarse legalmente la consulta en 2014 (pactada con Madrid), había que terminar en cualquier caso la legislatura, y convertir las próximas autonómicas de 2016 en unas elecciones plebiscitarias a favor o en contra de la independencia de Cataluña. Estupor e indignación entre los independentistas (ERC, CUP) y entre la izquierda consecuentemente favorable al ejercicio del derecho de autodeterminación (ICV-EUiA).

Cataluña se ha convertido en la punta de lanza de la resistencia popular ante la agresión neoliberal y en el eslabón más débil del régimen de 1978, cuestionado frontalmente por el formidable auge popular del independentismo en Cataluña. Por eso hoy todas y todos los que queremos el cambio de sistema ¡Somos catalanes¡

2 Comentarios

  1. A mis amigos españoles
    Viví dos años en Madrid. Fueron dos de los mejores años de mi vida, en especial el segundo, cuando Rosa vino a vivir conmigo. A muchos os conocí entonces, a otros lo he hecho en Barcelona, Nueva York, Londres u otros lugares del mundo. Sabéis, sobre todo los que estáis conectados conmigo por Facebook o Twitter, que soy un activista independentista, y me consta que alguno de vosotros se sorprendió cuando lo descubrió. Otros, además de sorprendidos, quizás también estáis dolidos aunque por prudencia o amistad no me decís nada.

    Soy independentista, y lo soy desde que empecé a tener conciencia política, cuando tenía 13 ó 14 años. No lo soy ahora como reacción a una política hostil del estado español hacia Cataluña, y lo sería igualmente aunque Cataluña tuviera un altísimo nivel de autogobierno y respeto dentro de España. Simplemente quiero que un país que siento como mío, Cataluña, tenga el mismo reconocimiento y derechos que el país que tú sientes como tuyo, España. Que Cataluña sea un país normal, ni más ni menos. De hecho no me considero nacionalista catalán, simplemente catalán. Esto último ni siquiera lo entienden muchos nacionalistas catalanes: lo que quiero decir es que yo me considero catalán de la misma forma que tú te consideras español.

    Cuando fui a vivir a Madrid decidí no hablar de política. No escondía mi independentismo cuando me preguntaban pero no quería sacar un tema, Cataluña y su forma jurídica, que sabía que solamente serviría para que discutiéramos sin llegar a ningún acuerdo. No creo en la pedagogía de Cataluña en España y vistos los resultados de los que sí creían en ella, el tiempo me ha dado la razón. Una de las pocas excepciones que he hecho ha sido hablar con Luis A., uno de mis mejores amigos, a quien he explicado esto de Cataluña, el catalán y la independencia… y me ha escuchado pero creo que no me ha entendido. Pero lo ha respetado, que para mí es lo más importante.

    Como te he dicho, full disclosure, soy independentista y lo sería aunque Cataluña consiguiera un gran nivel de autogobierno. Pero tienes que entender que el crecimiento del independentismo no es por la gente que piensa como yo sino por aquellos que querían (y buscaban y soñaban) un encaje de Cataluña en España y han visto que éste era imposible. Creo que el error fue suyo: querían que Cataluña recaudara todos los impuestos, tuviera selecciones oficiales, que el catalán fuera oficial en el Parlamento Europeo, sentarse en el Consejo de Ministros Europeo… es decir, ser como un estado sin ser un estado, y esto en el mundo no existe. Y además, conseguirlo dentro de España, es imposible.

    Un intento fue el Estatut pero no sirvió para nada, excepto para aumentar la frustración de muchos catalanes: seguimos las reglas de juego, aprobándolo en el Parlamento Catalán, en el Congreso y el Senado, en un referéndum… y el Tribunal Constitucional se lo cargó, y eso que ya se lo “habían cepillado” (Guerra dixit) en el Congreso. Eso fue un punto de inflexión para mucha gente. Y lo que ha pasado en los dos últimos años lo ha rematado y ha situado a mucha gente en un punto de no retorno respecto su actitud hacia España: “no nos quieren, mejor que marchemos”. Hay más: podríamos hacer una lista de agravios, como la relación financiera entre Cataluña y el estado, incumplimientos del estado con Cataluña, la judicialización permanente del catalán en las escuelas, la sensación de que los catalanes somos usados para ganar votos, etc… Tú seguramente me dirás que no compartes estos argumentos y me darás otros sobre lo mal que hacemos algunas cosas los catalanes. Y no nos pondremos de acuerdo en nada excepto que lo nuestro, la relación Cataluña-España, no funciona.

    El sentimiento independentista ha crecido como reacción, a la contra, lo que es una lástima, pero está aquí para quedarse. Yo era independentista antes de descubrir que la independencia tenía muchas ventajas para Cataluña y que nuestro encaje en España era imposible. Pero es que ahora, más allá del sentimiento, lo racional es ser independentista. Incluso si tú fueras catalán quizás también lo serías, quien sabe. Muchos catalanes “muy normales”, nada radicales, que hasta hace poco no defendían la independencia, la ven ahora como imprescindible.

    Seremos buenos vecinos. Lo de ahora no funciona: Cataluña quiere más autogobierno y España no quiere más descentralización. ¿Por qué tiene que ser España como que quieren los catalanes? No tiene sentido. España que sea como quieran los españoles, más o menos centralizada, con su monarquía, sus símbolos, sus prioridades… y los catalanes lo que queramos los catalanes. Cada uno lo que quiera sin imponer nada al otro.

    Es una lástima que las voces contra la independencia de Cataluña que llegan desde España sean sobretodo en términos de amenazas. Incluso catalanes que legítimamente están contra la independencia se sienten violentos con los argumentos que se utilizan desde fuera de Cataluña para rechazarla. Me hubiera gustado escuchar algún argumento del estilo “queremos que os quedéis porque os queremos“. O aún mejor: “decidid qué queréis ser, y nos gustaría que eligierais seguir con nosotros”. Da igual. Lo que tenemos que evitar, no obstante, es que defender el proyecto propio (en mi caso, la independencia; en el tuyo no lo sé, que los catalanes decidamos, o el rechazo a la independencia) se haga sin faltar el respeto al otro. De hecho mi independentismo no se basa en ser antiespañol sino simplemente en ser catalán. Y desearía que la oposición a la independencia no se basara en la amenaza política, judicial o militar. Este tema me preocupa mucho.

    Quería escribir estas líneas para (intentar) explicarte qué está pasando en Cataluña y como lo estoy viviendo. Es complicado y espero que haya servido para algo. En cualquier caso no te pido que lo entiendas, solamente que lo respetes.

    Seremos buenos vecinos. De hecho hoy, más allá de la política, somos buenos amigos.

    Un abrazo.

    http://www.avaaz.org/es/petition/GOBIERNO_DE_ESPANA_Le_pedimos_que_los_catalanes_puedan_decidir_sobre_su_futuro/?copy

  1. Pingback: Anónimo

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