
Pepe Gaviño
Estamos viviendo grandes incendios forestales y la izquierda no deja de repetir una y otra vez, que los acuerdos autonómicos del PP y VOX han desmantelado las Unidades de Emergencias, han reducidos los presupuesto en la prevención de incendios, han empeorado las condiciones de trabajo y la precariedad de los bomberos forestales y que, en paralelo, se está privatizando esos servicios esenciales, siendo además los responsables políticos de su gestión negacionistas climáticos y opositores frontales a la necesidad de aplicar las medidas de la Agenda 2030.
La gran paradoja que se vive en la jungla de las redes sociales y en la caverna mediática, es que el duopolio partidista de la extrema derecha viene a decir, que aunque la gestión del medio rural y la prevención de incendios son competencias autonómicas, el culpable es el gobierno central y que todos los políticos son muy malos, para seguidamente, autoproponerse ellos para gobernar.
El argumentario empírico sobre los incendios desplegado por parte de la izquierda sería necesario contextualizarlo: en las últimas décadas ha desaparecido casi el 50% de las explotaciones agrícolas y ganaderas pequeñas y medianas; se ha producido un envejecimiento de la población rural y una despoblación galopante; el capital humano mas preparado lo hemos exportado a las grandes urbes; no existiendo, salvo excepciones, relevo generacional en las explotaciones; en no pocas ocasiones sus productos se lo pagan por debajo del su coste de producción… Esta reestructuración silenciosa del medio rural ha sido y es tan importante como lo fue la sector naval, siderúrgico o textil del final del pasado siglo.
Ya en el año 1992 se describía la situación: “El núcleo de la teoría del vacio rural es un vaciado definitivo de la ruralidad por la acción de un intenso proceso de desagrarización que, a modo de gran bomba de vacío, deja sin empleo, sin fuente de renta y sin sentido social a gran parte de los residentes rurales.” (E. Bericat)
Por esta enorme raja socioeconómica y cultural, sin propuestas alternativas desde las izquierdas, se ha colado la extrema derecha. El llamado genéricamente “desarrollo rural”, el otro pilar de la PAC, como alternativa a la ruralidad tradicional, ha sido un monumental fiasco, En este “trampantojo” no ha participado solo el bipartidismo turnista (PSOE/PP), sino también gran parte de las izquierdas, con el concurso del ambientalismo.
La izquierda parece haberse encasquillado en la “Reforma Agraria”, que ahora sin mas desarrollo ni estrategias de transición, se define como “integral”. El medio rural, mas allá del su aportación al PIB, de la población empleada… “maneja el 51% del territorio, prestando servicios ecosistémicos absolutamente imprescindibles para la habitabilidad del país y la conservación del medio ambiente.” (Gloria Guzman y M.G. de Molina)
Denunciar las políticas y la hipocresía de las derechas en los dramáticos incendios forestales en curso es imprescindible, pero es necesario también complementarlo por parte de las izquierdas con propuestas alternativas concretas que sirvan tanto para combatir la hegemonía que están consiguiendo la extrema derecha en el sector primario y el medio rural, como para avanzar en un mundo rural de vida y de trabajo para todas/os. SI LAS IZQUIERDAS QUIEREN ESTO ES POSIBLE.
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