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¿Es posible la democracia  sin capitalismo?

Francisco Garrido. En la historia  de la democracia moderna y contemporánea  , la que nace con las dos grandes revoluciones del siglo XVIII (francesa y norteamericana), hemos conocido la convivencia entre democracia y capitalismo  en algunos países y en algunos periodos  pero también la convivencia entre capitalismo y autocracia en muchos países  y en muchos periodos. Lo cierto es que  no hemos conocido una experiencia  de democracia sin capitalismo, salvo en muy breves espacios  de  tiempo y en medio de un ambiente de economía de guerra o en micro comunidades autogestionadas.  Todas las experiencias de no capitalismo en la modernidad  han sido autoritarias como las del  socialismo soviético .No es que  capitalismo y democracia vayan juntos necesariamente  pues hay muchas formas de  economías capitalistas  que no han necesitado ningún sistema político democrático, la España franquista sin ir más lejos.  Pero lo que si es cierto es que no conocemos sistema democrático estables , al modo moderno, que no hayan convivido con alguna forma de capitalismo. Sintetizando: Hay capitalismo sin democracia pero no ha habido democracia sin capitalismo: Esto nos podría conducir a pensar que la democracia es una de los múltiples sistemas de organización compatibles con el capitalismo. De tal forma que el capitalismo seria, según este criterio,  condición de posibilidad de la democracia pero la democracia no es condición de posibilidad del capitalismo.

Capitalismo y  democracia: ¿Cohabitación, causalidad o complementariedad?

¿Esta correlación histórica  entre capitalismo y democracia supondría que entre  capitalismo y democracia hay una correlación causal necesaria? ¿habría una incompatibilidad estructural entre democracia y socialismo como afirman los teóricos liberales? Pero esta interpretación que establece una  correlación causal  entre democracia y capital  plantea un problema epistemológico grave:  si un estado B (capitalismo)   es  a la vez causa de A (democracia)  y de no A (autocracias)  esa explicación causal es inconsistente. Entre capitalismo y democracia no hay una correlación causal , sino contingente. (se da pero no tiene por que darse necesariamente). Invertir la flecha causal  tampoco no arrojaría resultados más consistentes, pues difícilmente  la democracia seria  causa del capitalismo puesto  que este es anterior en el tiempo a aquella y puede desarrollarse en contextos políticos no democráticos como de hecho ha ocurrido en la mayor cantidad de experiencias capitalistas que ha habido en la historia. Por tanto debemos descartar la  correlación causal.

El capitalismo no es un subsistema económico.

¿Cómo podemos describir entonces  de forma mucho realista la evidencia empírica histórica de la cohabitación entre capital y democracia? Lo primero  es abandonar toda explicación causal y sustituirla por una relación  de interacción conflictiva y competitiva entre democracia y capitalismo como formas rivales y antagónicas  de organización política del sistema social. Comprender el sistema social campo de fuerzas en donde democracia  y capitalismo compiten  y ocupan espacios diferenciados en un modelo  de juego de suma cero: el espacio que gana la democracia  lo pierde el capital y viceversa. De esta manera democracia y capitalismo no serían  diversos estados de un mismo proceso, ni dos sistemas distintos pero complementarios (uno económico y otro político);  sino sistemas políticos rivales en el escenario de la lucha de clases por el control del metabolismo social. Esta nueva forma de representación de la relación entre capital y democracia implica redefinir al capitalismo como un sistema político y no como subsistema económico.

Hay evidencias empíricas abrumadoras en los registros históricos y el análisis politológico comparado que muestran que el capitalismo no necesita al sistema político democrático para existir, ni para reproducirse (China es un ejemplo actual vigoroso de esta tesis), pero   también sabemos que el capitalismo necesita del Estado para existir.  Es más el capitalismo no es sino un subproducto político de formas de Estado centralizados y autocráticos (los imperios español , ingles y portugués, la monarquía absoluta francesa , las republicas hanseáticas alemanas). No hay  capitalismo sin Estado porque todas instituciones capitalistas como  la moneda, los mercados, el  capital, las firmas son instituciones políticas estatales. Un magnifico ejemplo de esto es la historia de esa forma de firma típicamente capitalistas de que son las  Sociedades Anónimas   que no son sino una evolución  jurídica de las compañías de indias holandesas. No hay ninguna forma de capitalismo  que se haya producido fuera o al margen de la existencia del Estado.

Globalización financiera , crisis metabólica : ¿El fin de la cohabitación entre capitalismo y socialismo?

Esta cohabitación ha sido factible por dos condiciones; una de carácter conceptual ( distinción entre sociedad civil y sociedad política) y otra de carácter histórico ( el pacto entre trabajo y capital). La democracia gobernaba el espacio público y el capitalismo regia en el espacio privado (economía). la distribución de poderes y espacios  entre sociedad civil (economía, familia, el ámbito de lo privado) y sociedad política (lo público, el Estado).  El pacto entre trabajo y capital se sostenía sobre el crecimiento incesante  y el intercambio desigual  sincrónico con los países pobres de la periferia; y diacrónico con las generaciones futuras  y la biosfera. Todo esto se viene abajo con el proceso de globalización financiera iniciado con el giro neoliberal de los ochenta y con la crisis metabólica del 2007. El Estado es vaciado de poder  político  por medio de las privatizaciones , la desregulación y la globalización financiera  mundial. De esta forma se produce un desplazamiento horizontal hacia el sector privado y vertical hacia las instituciones privadas internacionales del poder político democrático del Estado. Tanto en el desplazamiento vertical como en el horizontal las instituciones receptoras  que del poder político  estatal no son democráticas.

De esta manera el capitalismo ha empezado a funcionar  sin Estado (aunque sigue parasitando a las instituciones estatales)  y autoregulado por instituciones mundiales privadas que operan como una especie de “Estado sumergido o profundo” clara y netamente autocrático. Solemos quejarnos  erróneamente de que tenemos un mercado mundial pero no un Estado mundial, pero lo que   ocurre realmente  es que si hay un Estado mundial pero ya no es ni un Estado de Derecho, ni democrático. En ese  Estado  sumergido mundial conviven instituciones como el FMI. Banco Mundial, OCDE, acuerdos y tratados internacionales de comercio, la comisión y la burocracia  de la UE, la OTAN.

El golpe de Estado silencioso.

La globalización ha supuesto un golpe de Esatdo  silencioso contra la democracia estatal. El capital puede prescindir de los Estados democráticos sin  necesidad de ocupar autoritariamente al Estado. Seguirá habiendo elecciones, referéndum, parlamentos, tribunales  pero el poder  político estará ya en otro sitio fuera  del espacio público democrático (privatización)  y por encima de los Estados nacionales (globalización). La gente podrá decidir colectivamente a condición de  que las decisiones no impliquen  prácticamente ninguna consecuencia real y material sobre las grandes decisiones políticas y sobre su vida cotidiana.

Este proceso de bilocación entre instituciones  públicas y poder político va ha ser ,  lo están siendo ya, una  fuente de malestar  democrático y desafección hacia la democracia. Pero el verdadero nuevo autoritarismo no será el fascismo convencional (ocupación autoritaria del Estado)  sino esta autocracia tecnocrática  neoliberal globalizada.  En este sentido se abre la era del nanofascismo que permite la convivencia no ya entre capital y democracia sino entre entre un fascismo oculto (globalización neoliberal) y unas instituciones y rituales  democráticos formales vaciados de  poder político real y normativo.  Aquí ya no se trata  de ponerle límites públicos y democráticos  al merado capitalista (socialdemocracia) sino de cohabitar con el fascismo, cosa que es imposible por que la expansión  capitalista se ha convertido en un modo  de fascismo global.

¡¡ La democracia estúpidos , es la democracia ¡¡

 Seria un error fatal de la  izquierda en esta coyuntura   renunciar a algo que ha sido una conquista revolucionaria del pueblo frente a las oligarquías y las elites, eso que llamamos; Estado constitucional de derecho, por que estén vaciadas de poder. Cuando la izquierda ha renunciado a la democracia ha renunciado también a la igualdad y ha acabado desarrollado una forma degenerada  de capitalismo burocrático mucho  menos eficiente que el modelo liberal. La cuestión no es la planificación ( diseño institucional y programas) sino la la democracia: tanto el capital como el socialista  de Estado planificaban pero ambos lo hacia  de forma no democrática; la diferencia estriba en que las fuentes de información  que proporciona  la planificación descentralizada del capital era mucho mas eficiente  que la planificación  centralizada y burocrática del socialismo. real.  La democracia ecosocialista no es que sea posible, aunque este inédita, es que es la única forma de democracia posible . Por ello el socialismo no puede ser sino la extensión integral  de la democracia hasta la ocupación total  del campo de fuerzas (interacciones entrópicas)  en que consiste el sistema social .

El indudable  fracaso histórico  de la “democracia socialista”  no es sino  el  fracaso del mismo proyecto socialista igualitario. La democracia  no es un adorno liberal, ni  el efecto indeseado del capitalismo; es el socialismo mismo. En la cohabitación entre capitalismo y democracia, la parte que aportó la izquierda fueron  las instituciones  democráticas que para nada eran cooperativa con el capital sino competitivas. A diferencia  de la correlación histórica entre capitalismo y democracia  que hemos descrito como   contingente; la correlación  entre democracia y socialismo es analíticamente necesaria, lo que significa que no puede ser pensada ambas categorías de forma  excluyente   sin incurrir en inconsistencia.

Hoy lo que debemos evitar no es la imposible convivencia entre capital y democracia sino la fáctica cohabitación entre fascismo global informal  y democracia estatal  formal. El delirio  globalizador del capital que presupone la posibilidad de un capitalismo mundial  sin Estado democrático puede tener consecuencias catastróficas para nuestra especie. Por ello repensar  como la democracia invade todas las esferas políticas y las relaciones de la vida social debe ser  hoy la primera  tarea anticapitalista de la izquierda. Con este fin disponemos de un  inmenso laboratorio de inteligencia colectiva que es la proviene  de la ortopedia cognitiva que nos brinda la ciencia y   de la experiencia práctica y política de “mundos posibles” que han ensayado los  movientes sociales emancipatorios. No es que la democracia sea posible  sin capitalismo es  que es la único opción posible para la democracia.  Hay mucho por hacer y por inventar más allá del capital  pero lo haremos entre todas y todos.

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