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Las fisuras del emprendimiento como panacea contemporánea

Las fisuras del emprendimiento como panacea contemporánea[1]

Lucia Sell-Trujillo

El discurso neoliberal en el contexto de la última crisis económica ha traído al foro público una solución para los altos niveles de desempleo que se nos desvela como socialmente deseable y factible: el emprendimiento. Esta panacea asume, primero, una nueva forma de entender el trabajo en la que el desempleado o subempleado (precario) es responsable de crear su propia ocupación(es), además de transitar estoicamente desde el desempleo al autoempleo con escaso apoyo institucional. Lo irrealizable de este esfuerzo tendría visos de cuento épico si no fuera por la imposición de un modelo ideal del emprendedor como figura mítica de éxito incumplible: muchas de las personas instigadas por el sistema a sacarse sus propias castañas del fuego se encuentran en situación de desempleo de larga duración, y no solo se espera que se enfrenten a los riesgos asociados a crear su propio negocio en unas condiciones de crisis personal sino que se ven obligados a hacerlo en un entorno de incertidumbre económica a nivel mundial.

Un grupo de investigadores[2] del Reino Unido, Irlanda y España quisimos iluminar esas sombras que el cuento general del emprendimiento ha generado. Decidimos enfocar nuestra mirada hacia los emprendedores por necesidad, esas personas que como resultado de ésta última crisis se vieron forzadas a comenzar el camino de cero – aquello que tenía que ver con ese reclamo mágico de ‘reinventarse’. No es posible estimar cuantos emprendedores por necesidad existen, pero entre los que han conseguido formalizar su situación en los últimos dos años, más de un cuarto[3] se iniciaron en el emprendimiento por absoluta necesidad. En general, hay poco interés por entender como estos emprendedores por necesidad viven y manejan en su día a día las incertidumbres del comienzo en un contexto de escasez e inestabilidad, como la que se generó en el primer decenio de este siglo. Se asume que tienen menos éxito, y por tanto menos impacto en términos de creación de empleo y crecimiento económico. A menor impacto, menor atractivo y poca cobertura en foros académicos y prensa. Lo poco que se sabe de este tipo particular de emprendedor tiene que ver con sus carencias: les falta experiencia, o les falta educación, o les falta motivación. Son, en su mayoría, personas que imaginaron su proyección laboral de otra manera. Muchos incluso, transitaron una vida de empleo normalizado hasta que les golpeó una crisis que les definió como redundantes, innecesarios y desechables en el contexto de una empresa. Otros, los más jóvenes, ni siquiera tuvieron oportunidad de imaginarse una vida estable con las perspectivas y sueños que proporcionan un salario digno.

El material de trabajo para este estudio fue amplio y variado. Recopilamos cerca de 200 documentos públicos de los tres países estudiados: documentos relacionados con políticas de emprendimiento, informes públicos, narrativas nacionales en prensa de distintos periódicos, contenidos de foros digitales y los informes de GEM (Monitor Global del Emprendimiento) y Eurofond desde el 2011 al 2015. Estos documentos fueron analizados con el objetivo de obtener una visión completa sobre lo que se entiende cómo emprendimiento en estos tres países. Cada autor realizó un estudio de campo en sus países de origen y recogimos también 50 entrevistas donde explorábamos con los participantes la transición desde el desempleo al emprendimiento. En estas entrevistas no solo examinábamos sus historias de vida sino ahondábamos con ellos en su día a día y en sus reflexiones sobre los marcos sociales, culturales e ideológicos, en un esfuerzo de encontrar sentido a su situación precaria en un contexto social cambiante.

El resultado de nuestro análisis nos ayudó a construir una visión del emprendimiento como un proceso inestable, tremendamente rico en lo creativo pero, para muchos de nuestros emprendedores por necesidad, dolorosamente inacabado. La visión unitaria del emprendedor institucional es un sujeto (masculino) marcado por el deseo de triunfo y la motivación personal. Nuestros incipientes emprendedores tenían, sin embargo, que enfrentarse a un proceso lleno de idas y venidas, baches y estancamientos. En un primer momento, la lucha de nuestros emprendedores se centraba en tomar distancia de su entorno anterior. Tenían que asumir la ruptura con una identidad laboral y una posición estructural que ya no era válida. Se veían forzados a enfrentarse a una situación de paro, de estancamiento, tintada por la estigmatización y percepción de fracaso personal y social. En muchas ocasiones se quejaban de lo invisible de su situación, al dejar de tener una función social reconocida pasaban a los márgenes grises: dejan de existir en sus entornos sociales e instituciones. Esta etapa acababa casi siempre con un momento de rito de paso en la que, finalmente, la persona se atrevía a explorar otras sendas y pasar de preguntarse “¿por qué yo?” a cuestionarse “¿y ahora qué?”.

La mayoría de nosotros tenemos una posición relativamente estable en la estructura social, o el contexto que nos rodea. En gran medida nuestra ocupación laboral nos da acceso a esta posición: nos marca pautas, ritmos de vida hasta el punto de simplificar nuestras actividades de manera reconocible y justificada socialmente. El trabajo, aparte de garantizar un salario, a veces nos dota de identidad, nos marca nuestros horarios, y por tanto hasta define nuestro tiempo libre. Nuestros emprendedores por necesidad se enfrentan a una situación donde todo esto ya no vale. Además de la urgencia por generar recursos económicos para salir adelante, tienen que lidiar con posiciones sociales inestables y convertirse en alguien distinto reconstruyendo su identidad e insertándose en su comunidad en un esfuerzo por volver a ser alguien. Luchan por pasar de la invisibilidad del desempleo al significado que conlleva una nueva ocupación.

La construcción de esta nueva ocupación, con su nueva identidad y su nueva posición social marca el comienzo de una nueva fase, que en nuestra investigación llamamos liminal (siguiendo el trabajo de otros autores). Esta fase está marcada por un proceso de transición creativo. Los emprendedores por necesidad, en mayor medida que otro tipo de emprendedores, operan al límite de lo que saben, creando nuevas realidades, transformando ideas en iniciativas productivas (comerciales o remuneradas de alguna manera).

Estamos todos viviendo (individual o colectivamente) en una etapa de transformación social. La crisis ha abierto un periodo de transición, de cambio sistémico, un momento histórico donde los valores anteriores ya no valen, se crean nuevos símbolos y hasta las instituciones se ven cuestionadas y sujetas a la transformación. Estos tiempos son más propensos a que aparezcan grupos liminales, como nuestros emprendedores por necesidad, con sus consecuencias negativas y positivas. De pronto, todo puede parecer arbitrario, sujeto a improvisación, los estándares de conducta se polemizan y en cierta forma se desvelan los entresijos de manejo en nuestras instituciones y sociedad. En esta situación de suspensión temporal y cuestionamiento generalizado todo es posible, y para nuestros sujetos liminales, invisibles y carentes de posición, este tránsito es a la vez angustioso y capacitador.  Es una situación desconcertante, que se define por su capacidad de cuestionar todo y esto es precisamente lo que posibilita la creatividad. Los momentos liminales suelen ser momentos de cambio, de transgresiones, recambios y parodias.

La condición del emprendedor es, en cualquiera de sus expresiones, transformativa. Es un proceso de creación de futuros, que en el caso de nuestros emprendedores desempleados se manifiesta de una manera particular. El estar en tierra de nadie posibilita contemplar reflexivamente las estructuras desde fuera. Es esto lo que ayuda, finalmente, a tener una actitud crítica y creativa. Su lucha, su motivación, no pasa solamente por el beneficio económico. O más bien, su éxito, si bien tiene que darles de comer, se define siguiendo otro tipo de parámetro: dar sentido a su vida, hacer realidad una pasión o apostar por una forma de vida distinta. Por ejemplo, en muchos casos la situación de absoluta necesidad fuerza a estos emprendedores a iniciar lazos sociales con la comunidad que surgen de manera espontánea. Al no tener cabida en la normalidad de una relación laboral, son capaces de apostar por nuevas iniciativas, nuevas formas de relación e incluso nuevas formas de entender la vida que pasan por dotar de coherencia su ámbito personal con el laboral. Se trata por ejemplo del arquitecto que decide apostar por la reforma de viviendas en entornos rurales, o la ex agente inmobiliaria que elabora mermeladas con productos de huella cero, o los artistas que se convierten en diseñadores de web de la pequeña tienda de barrio, o el ama de casa que cocina por encargo a conocidos y cobra la mitad de lo cocinado para poner en su mesa.

Por supuesto, no todos consiguen superar la situación de liminidad. En estos casos, la sensación de estar permanentemente en los márgenes de la sociedad se hace crónica, y no consiguen completar la transición que requiere disolver un antiguo orden social, transformarse y crear nuevas realidades. Sus esfuerzos para organizarse de manera distinta se acaban disolviendo, en parte por la constante incertidumbre a la que están sujetos. Sin embargo, muchos de ellos lo consiguen, sin espavientos ni grandes sueños, con muchas dudas y pocas certezas que son suficiente para seguir marcando el camino. En todos los casos se niegan a visualizar el futuro, se esfuerzan en generar cambio en el día a día y mantienen sus objetivos a corto plazo: sustentar a sus familias y disfrutar del proceso.

La investigación muestra, por un lado, la riqueza de las prácticas diarias, la creatividad y la pulsión vital de nuestros sujetos por salir adelante de la mejor manera posible, casi como una apuesta de crecimiento personal. El beneficio económico figura como transacción, no como destino final, pero la creación de bienes en común marca su camino. Además, este trabajo subraya los beneficios de potenciar y visibilizar a los emprendedores por necesidad. Este grupo liminal, olvidado en el dibujo de políticas públicas por no generar crecimiento económico, juega un papel fundamental en fomentar el cambio social. La fuerza de su necesidad se convierte en modelo para muchos. Son la prueba de un relato posible que debiera celebrarse como el emprendimiento real hacia otra forma de vida.

 

Lucia Sell-Trujillo (SOW group; www.m-sow.net)

[1] Para más información sobre esta investigación vease Lucia Garcia-Lorenzo, Paul Donnelly, Lucia Sell-Trujillo, J. Miguel Imas (2017) Liminal Entrepreneuring: The Creative Practices of Nascent Necessity Entrepreneurs. Organization Studies (0)0:1-23. DOI: 10.1177/0170840617727778. 

[2] Para mayor información sobre el trabajo de este grupo: www.m-sow.net

 

[3] Global Entrepreneurship Monitor report 2016-2017

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