Portada / Democracia / Hacia la república cosmopolita en la era del antropoceno (y 5)

Hacia la república cosmopolita en la era del antropoceno (y 5)

Rafa Rodríguez

1. Extender el Estado democrático

a) La era de la democracia reducida a los Estados ha quedado atrás

La circunstancia azarosa de nacer en Estados sólidos o frágiles, democráticos o autoritarios, es el principal factor de desigualdad. Al mismo tiempo, la fragmentación del poder público es determinante para la hegemonía del poder privado global y para la impotencia de los Estados para poder hacer frente a los grandes problemas globales. Por lo tanto, no es posible avanzar en igualdad y en una transición ecológica y social sin avanzar al mismo tiempo en una estructura internacional democrática de los poderes públicos que sea eficiente para ofrecer soluciones a los problemas.

Necesitamos extender la democracia a todos los Estados con el impulso de que casi todo el mundo dice que está a favor de la democracia porque solo así conseguiremos alcanzar un orden internacional pacífico y justo. Ya Kant en “La paz perpetua” anticipó que nunca se produciría un conflicto bélico entre países democráticos.

b) El avance de la democracia, tras la segunda guerra mundial

El avance de la democracia, tras la segunda guerra mundial, los procesos de descolonización y el hundimiento del bloque soviético durante la segunda mitad del siglo XX, se ha ralentizado a comienzos del siglo XXI y se ha estancado desde la crisis de 2008.

Hay que destacar la estabilidad de la democracia en la India, la democracia más grande del mundo; la extensión de la democracia en América Latina a pesar de todas las dificultades, sobre todo a partir de que en México la oposición ganara las elecciones en 2000, apartando al PRI del poder, y en Asia cuando en Corea del Sur un gobierno civil reemplazó al gobierno militar en 1987, Taiwan celebró elecciones presidencial directa por vez primera en 1996, en Indonesia, el país con mayor población musulmana del planeta, que realizó las primeras elecciones en 2004 o la alternancia de gobiernos democráticos en Ghana, Malawi, Sierra Leona, Liberia o Cabo Verde.

c) Estamos estancados

A partir de la crisis de 2008 hay un estancamiento democrático y un retroceso en los derechos humanos en el mundo tal como se puede documentar en los informes de Human Rights Watch (HRW), confirmando la idea de las recesiones económicas, que aumentan la pobreza y la desigualdad, son letales para los sistemas democráticos.

En primer lugar, hay que citar la permanencia de regímenes autoritarios como China, Corea del Norte, Cuba, Arabia Saudí, República democrática del Congo, República Centroafricana, Guinea Ecuatorial, Laos, Irán, Tayakistán, Turkmenistán o Azerbaiyán.

Especialmente dolorosas ha sido la evolución de Rusia y Turquía hacia un régimen autoritario, el fracaso de la primavera árabe, con la guerra civil en Siria o una nueva dictadura en Egipto (2013), los traspasos de poder antidemocráticos en Túnez y Chad, el fracaso de la transición en Libia, la frustración de los cambios democráticos en repúblicas postsoviéticas, la victoria de los Talibanes en Afganistán, los golpes militares ante varios intentos de celebrar elecciones en estados subsaharianos, y en Tailandia (2014), o las recientes intervenciones de Rusia en Bielorrusia y, Kazajistán para reprimir los movimientos democratizadores en esos países.

También la multiplicación de prácticas autoritarias, dentro de regímenes nominalmente democráticos, como en Nicaragua, Venezuela o Filipinas, incluso dentro de la UE en Hungría y Polonia.

Así como el deterioro de la democracia por el triunfo de líderes de extrema derecha como sucedió con Trump en EE.UU. y sigue pasando con Bolsonaro en Brasil, o por la victoria del Brexit en RU que tantas turbulencias está provocando en la democracia más antigua

Recientemente se han producido golpes de Estado en Myanmar, Sudán, Mali, Guinea Conakry, Chad y Burkina Faso y “golpes blandos” en Túnez y Guinea Bissau.

d) Avanzar

Las guerras o revoluciones para establecer regímenes democráticos han desaparecido del horizonte, en cambio se han mostrado eficaces transiciones cortas o largas que desemboquen en experiencias duradera de práctica de libertades y elecciones libres, buenos gobiernos y éxitos económicos para completar una democratización plena. La democratización de China y Rusia inclinaría decisivamente la balanza.

 

2. Extender la democracia y limitar la globalización

a) Extender la democracia

La globalización ha erosionado la democracia y la solución es extender la democracia y limitar la globalización. La escala de relaciones políticas ha ido aumentando bajo el impulso de la economía y el desarrollo tecnológico. El estado aislado no se corresponde con la interdependencia del mundo. Necesitamos una red de instituciones locales, regionales, estatales, continentales y globales, cada una adaptado para abordar problemas cuyas soluciones que implican diferentes escalas.

 

b)   La continentalización. La UE como precursora

La escala continental, como eje de conexión entre el poder público y privado, puede constituir un nuevo reequilibrio. EE.UU., UE e India abarcan más de la mitad de las personas que viven en democracia en el mundo y los tres tienen en común la diversidad cultural, lingüística, religiosa y política con una institucionalidad federal, en EE.UU. y la India, y cuasi-confederal en la UE, que la encauzan generando una pluralidad de lealtades políticas.

En nuestro contexto, son las instituciones europeas las que se han convertido en la principal ayuda para la estabilidad ante la actual situación de incertidumbre. La Unión Europea ha logrado la gran conquista de representar un espacio de cooperación en un continente asolado históricamente por las guerras entre sus Estados. Hemos logrado la creación de un espacio político común donde antes había fronteras y conflictos bélicos, que tiene en el principio de legitimación democrática la premisa sobre la que se ha construido.

Nuestra propuesta es una Unión Europea federal que haga frente a los retos del siglo XXI, con una senda de transición sostenible y socialmente justa tanto internamente como externamente para lo que tiene que convertirse en un actor internacional que impulse una gobernanza mundial basada en la cooperación multilateral y en el cumplimiento de los acuerdos y normas internacionales que aseguren la paz, la democracia, la justicia social y la sostenibilidad del planeta.

Las personas con ciudadanía europea comparten ya bienes públicos esenciales como la moneda única y la libre circulación de personas. Las medidas que ha adoptado la Unión Europea durante los perores momentos de la pandemia han servido para garantizar las vacunas a todos los países miembros y para evitar una nueva crisis de deuda, ya que muchos países europeos sin la protección del Euro y del BCE estarían en suspensión de pagos y sin dinero para pagar las ayudas sociales, los servicios públicos, los ERTES o las pensiones, por los niveles de déficit y deuda pública a los que han tenido que acudir. Hoy ningún Estado quiere quedarse fuera de la UE, ya que se ha comprobado, en un momento tan crítico, la enorme ventaja de formar parte de la Unión Europea.

Los Verdes europeos son los que con más claridad y contundencia han defendido la necesidad de “Más Europa Ahora”, porque ven con nitidez que la transición ecológica sólo es posible si se avanza hacia ese objetivo de forma global, y para ello se necesitan instituciones políticas democráticas con la escala suficiente para vencer a los que buscan una salida particular ante la crisis ecológica.

Y no se trata solo de la Unión Europea. En América Latina y África la crisis muestra cómo la forma en la que están integrada en la economía global las hace dependientes y vulnerables. En África el comercio intracontinental solo supone entre el 15 y el 20% y en América latina está en torno al 30% (frente al 60% en la UE). África busca fórmulas para acelerar un mercado común y depender menos del comercio exterior con el objetivo de enfrentarse a la crisis económica. La AFCFTA (zona de libre comercio africana) y la Nueva alianza para el desarrollo de África son instrumentos que están cobrando una nueva dinámica para enfrentarse a la pandemia el día después y la CEPAL está desarrollando propuestas para una nueva hoja de ruta de acercamiento entre los países latinoamericanos.

c) Nuevo orden internacional

El sistema institucional global público está organizado en torno a NN.UU. y de un conjunto de cerca de cuarenta organizaciones intergubernamentales universales especializadas, con una débil legitimación democrática indirecta pero una alta legitimidad técnica.

Ante el bloqueo del Consejo de Seguridad de NNUU, la coordinación informal del sistema la ha sumido el G7, el grupo de los siete de los estados democráticos con economías más fuertes (EEUU, Alemania, Japón, Francia, RU a los que se agregaron Canadá e Italia) con China vetada por su naturaleza dictatorial. Hubo un intento de ampliarlo con Rusia (el G8), pero su evolución autoritaria y las acciones para recuperar el control sobre los países vecinos independientes frustraron su incorporación. El G20, tras la crisis de 2008, ha adquirido más relevancia porque se transformó en un organismo de coordinación de los principales Estados, con independencia de su naturaleza democrática o autoritario, como foro de discusión de la economía mundial.

Tras la II Guerra Mundial, en Bretton Wood hubo una reforma integral de la institucionalidad y del sistema financiero internacional que duró hasta que Nixon lo destruyó y abrió paso a la globalización. Ahora la conmoción que está generando esta pandemia obliga a un fortalecimiento de las estructuras públicas globales, como un elemento clave para las reformas estructurales del mundo postpandemia: un nuevo Bretton Wood que reorganice y dote de eficacia a las organizaciones internacionales comenzando por NN.UU. para hacer posible la transición ecológica con unos costes sean equilibrados, lo que obliga a reorganizar la economía mundial. Una condición para un nuevo sistema de gobernanza mundial es lograr el equilibrio monetario frente a la hegemonía del dólar para avanzar hacia un “pluralismo monetario” global.

Cuando la democracia se organizó en la escala de los Estado surgió una nueva institucionalidad con cambios radicales con respecto a las anteriores experiencias en la escala de ciudad. La democracia global también necesita nuevas reglas institucionales que permitan una reasignación de poderes para los múltiples niveles de gobierno.

d) Ciudadanía universal

La globalización ha trasladado la soberanía efectiva desde el Estado al conjunto del planeta que, en la práctica, implica avanzar hacia una multiplicidad de soberanías compartidas articuladas en distintas estructuras políticas, según los posibles pactos políticos de distribución de competencias.

Luigi Ferrajoli ha propuesto introducir en el debate público la necesidad de un proceso constituyente de la democracia cosmopolita y una ciudadanía universal para hacer efectivas las promesas contenidas en aquel embrión de Constitución mundial que es la Carta de la ONU y las Declaraciones y Convenciones de los derechos humanos. Pero esa Carta requería normas de desarrollo que no han llegado: el desarrollo del capítulo VII de la Carta de la ONU y, en consecuencia, el monopolio supranacional de la fuerza y la disolución de los ejércitos nacionales, la creación, y sobre todo, financiación de instituciones globales de garantía de los derechos a la salud, a la educación y a la subsistencia o la institución de un patrimonio planetario dirigido a sustraer al mercado bienes comunes como el agua potable, el aire, los mares, las grandes masas forestales y de hielo.

3.    Objetivos prioritarios globales

a) Los acuerdos climáticos

NN.UU. ha promovido desde 1995 las COP (en inglés Conference of Parties, donde cada parte es un Estado). Desde entonces todos los años hay una nueva reunión de las partes, para hablar, negociar y acordar la manera conjunta de abordar el problema del cambio climático. El Acuerdo de París fue adoptado por 196 Partes en la COP21 de 2015 y entró en vigor el 4 de noviembre de 2016. Es un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante. Su objetivo es limitar el calentamiento mundial por debajo de 2º, preferiblemente a 1’5º, en relación a los niveles preindustriales.

El Acuerdo de París es un hito en el proceso multilateral del cambio climático porque, por primera vez, hay un acuerdo vinculante para combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos. La última cumbre celebrada ha sido la de Glasgow, el pasado noviembre de 2021.

Aunque se han dado pasos hacia las necesarias reducciones de los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta, están siendo insuficientes. Hay un triple problema en cuanto a la velocidad para adoptar las medidas necesarias, en cuanto al contenido de estas, tales como condicionar los subsidios e inversiones de las organizaciones estatales y multilaterales a implementar una rápida descarbonización, y también de justicia ya que los países ricos deben compensar adecuadamente a los más pobres por los daños de un cambio climático de los que ellos no son los principales causantes.

b) Paraísos fiscales y armonización de impuestos a las multinacionales

Los mal llamados paraísos fiscales son Estados en los que los no residentes, acogidos por leyes protegen el secreto bancario, son titulares de cuentas y depósitos que funcionan como plataformas de negocios opacos donde apenas pagar impuestos y evitan pagar impuestos en sus países. Los millonarios de todo el mundo ocultan en ellos su riqueza y pueden hacer movimientos financieros en esas cuentas desde cualquier parte del mundo con solo una orden informática.

Erradicar los paraísos fiscales, que ocultan un tercio del PIB mundial, es imprescindible para evitar la pérdida de ingresos públicos de los Estados y el fomento de la competencia fiscal a la baja entre países. Su existencia deteriora la justicia fiscal ya que provoca que el sostenimiento de los gastos públicos recaiga sobre los salarios, aumentando la desigualdad y del malestar social en el mundo.

Acabar con el escándalo que supone el que las élites globales apenas peguen impuestos es una de las prioridades para avanzar en un nuevo orden internacional. Hay avances en este sentido, impulsados por investigaciones periodísticas como «LuxLeaks», los «papeles de Panamá», «Football Leaks», «papeles del paraíso» o “Pandora Papers”, que destaparon los escándalos de evasiones fiscales.

Actualmente está en vigor el Acuerdo Multilateral entre Autoridades Competentes sobre intercambio automático de información de cuentas financieras, hecho en Berlín el 29 de octubre de 2014. Con carácter bilateral hay Acuerdos mediante los cuales se establece un cauce de intercambio de información (AII) de carácter tributario entre las Administraciones fiscales de los Estados, que resulta clave en el cumplimiento del objetivo de prevenir el fraude y la evasión fiscal.

Los Estados pueden declarase Zonas Libres de Paraísos Fiscales (ZLPF) legislando, tal como aconseja Mazzucato, para obligar a empresas a informar anualmente país por país sobre sus inversiones, beneficios e impuestos pagados, y no como ahora que lo hacen globalmente para ocultar sus ganancias. También para que las empresas o bancos que tengan alguna relación con paraísos fiscales no puedan obtener contratos del sector público.

La UE ha intentado combatir la fuga de impuestos mediante una lista negra de jurisdicciones que no cooperan en materia fiscal. Pero sus resultados tienen un alcance muy limitado. Ahora prepara una directiva para sancionar a los países o territorios con secreto bancario que podría reducir los 135.000 millones de euros que se pierden cada ejercicio por culpa de los paraísos fiscales (una cifra similar a todo el presupuesto anual de la UE, incluidos los fondos estructurales y agrícolas).

La OCDE ha impulsado el llamado marco inclusivo (MI) por la erosión de las bases imponibles de los Estados y el traslado de beneficios (BEPS), debido a que las empresas multinacionales explotan los desajustes entre los sistemas fiscales de las diferentes jurisdicciones. El Acuerdo, suscrito por 130 países, está compuesto por dos pilares, orientados a reformar las regulaciones fiscales internacionales y a garantizar que las empresas multinacionales paguen un porcentaje justo de impuestos dondequiera que operen. Un primer resultado ha sido acordar un suelo mínimo del 15% para el impuesto de sociedades.

En todo caso urge establecer un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) que reduzca la enorme especulación desde los paraísos fiscales y avanzar en un acuerdo internacional para erradicarlos por completo.

c) Territorialización de la economía: redimensionar las cadenas de valor y aumentar la autonomía estratégica pública

Las cadenas globales de suministro, producción y distribución, ahora estructuras básicas de la economía, son incompatibles con un proyecto de transición ecológica y con una gobernanza pública global, ya que someten a una situación de dependencia a los territorios, son el soporte del poder económico privado global y están interconectadas con el sistema financiero especulativo de la globalización.

El sistema de cadenas globales implica que, si falla una pieza, falla todo el sistema, por lo que la pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad que tienen ante cualquier crisis global, lo que ha abierto la puerta para reducir su escala.

Es necesario reducir la longitud de las cadenas de producción, al mismo tiempo que se amplia el ámbito del poder público, de forma que puedan tener espacios coincidentes regulados, lo que permitiría un salto cualitativo de las dinámicas democráticas, disminuir la vulnerabilidad económica al aumentar la capacidad de autonomía estratégica de los territorios a todos los niveles, reducir la inestabilidad de los sistemas financieros y establecer un marco general más favorable para la transición ecológica, económica y social.

 

(*) La imagen es la obra de René Magritte «El telescopio».

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *