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Los impuestos ecológicos en Andalucía: fiscalidad, autonomía y sostenibilidad.

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Andalucía ha sido uno de las  primeras  comunidades  de la UE , y la única en España hasta el momento, , en grabar  las emisiones industriales  de Dióxido de Carbono (CO2) que es el principal gas de efecto invernadero Este impuesto  propio fue  creado por la Comunidad Autónoma de Andalucía mediante Ley 18/2003, de 29 de diciembre. Junto  con el impuesto sobre emisiones de gases a la atmósfera, y dentro de los “llamados impuestos ecológicos se  engloban  también:   un impuesto sobre vertidos a las aguas litorales, un impuesto sobre depósitos de residuos radioactivos  y el impuesto sobre depósitos de residuos peligrosos.

          Ahora que el gobierno central  promete, y no cumple, crear impuestos verdes, bueno es  que  se conozca  que nuestra comunidad tiene un impuesto sobre el carbono que se aplica desde el año 2004. Llevamos  pues seis años de aplicación. La implantación de estos impuestos ecológicos, en especial el impuesto sobre el CO2, en Andalucía fue  el producto del acuerdo entre el PSOE y Los Verdes en las elecciones  autonómicas del año 2000. Bien es cierto que hubo que realizar una constante  presión por  parte de Los Verdes para que dicho acuerdo se cumpliera. Los Verdes llegaron a poner  como condición necesaria para la renovación del acuerdo electoral en el año 2004, la aprobación de estos impuestos. Algo  que finalmente  ocurriría  a finales de diciembre del 2003, pocos meses antes de las elecciones  legislativas estatales y autonómicas del 2004.

Este impuesto  es claramente insuficiente y  manifiestamente mejorable  (como las fincas). Hay   que ampliarlo a todo tipo de emisiones de CO2,  incluido el  transporte y  las emisiones de industrias de todo tipo y volumen.  Es necesario también aumentar el  tipo imponible  por emisión, por medio de un modelo de estimación objetiva  estructurada en módulos tarifarios que graven progresivamente la  ineficiencia.

Las cantidades recaudables hasta ahora, sin ser despreciables, carecen de impacto necesario como para disuadir a la industria de la reducción de emisiones  e inducir  a  los cambios tecnológicos necesarios para optar por una fuente de energética  limpia de CO2. Otra cosa  es la valoración que nos merece   el efecto simbólico y de “ruptura del hielo” de estos impuestos ecológicos, que ha de ser muy positiva. Máxime sí, como podemos ver en estos días, la opinión pública (o mejor la opinión publicada) ofrece tantas resistencia a la implantación de  nuevas figuras impositivas.

Un segundo aspecto positivo  de la fiscalidad  ecológica en Andalucía es que se trata de “impuestos de creación propia”. Esto demuestra que es posible y conveniente que este tipo de materias se  desarrolle un corpus fiscal autonómico que sea mucho más avanzado  e innovador que el mastodóntico y antediluviano sistema fiscal español. La fiscalidad d que necesitamos tiene que ir más allá de la simple función recaudatoria y centrarse más en objetivos propios de la extrafiscalidad. Objetivos   como   la interiorización de externalidades negativas o  la orientación del sistema de producción y consumo hacia objetivos social y  ambientalmente deseables. Todo esto es mucho más fácil de realizar en el marco  autonómico que en el estatal como demuestra modestamente,  los impuestos ecológicos andaluces.

*Para ver los datos oficiales  de recaudación mirar aquí:

http://www.juntadeandalucia.es/economiayhacienda/tributos/recaudacion/rec_trib_2008.pdf

Un comentario

  1. Me gustaría recordar que fue el actual presidente de la Junta, J A Griñán, entonces consejero de economía y hacienda, uno de los que más se opuso a la tasa de emisones. En su propuesta de presupuestos para el año 2005, presentada a final de octubre de 2004, hacía desaparecer de un plumazo el canon de emisiones de CO2, no lo consiguió.

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