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Revolución de los claveles

 

José Santana Valls

 

A las 0,25h. del 25 de abril de 1974 sonó en radio Renascensa la canción prohibida de José Afonso “Grandola vila morena”. Era la señal convenida por el MFA (Movimiento de las Fuerzas Armadas) que daba comienzo a la revolución “Dos cravos” que terminaría con la dictadura del ESTADO NOVO ( una Dictadura personal basada en el Corporativismo a imitación del fascismo italiano, de un extremado  conservadurismo católico y sostenido por la policía política del régimen, la PIDE) de Antonio Oliveira Salazar, instituida tras el golpe de Estado de 1926, y que su sucesor Marcelo Caetano, desde la inhabilitación del dictador por enfermedad (derrame cerebral) en 1968 no pudo sostener.

Los antecedentes hay que buscarlos en el descontento generalizado en las Fuerzas Armadas por las guerras coloniales de África desde la década de los años sesenta, guerra de independencia de las colonias, Angola y Mozambique fundamentalmente. Conflictos armados que además de imposibles de ganar (fue la década de los sesenta el momento álgido de la lucha por la independencia de los países africanos sometidos al colonialismo de las potencias europeas), supusieron el contacto de algunos oficiales con el pensamiento que defendían los movimientos de Liberación Nacional situados ideológicamente en la izquierda. Descontento al que se sumaba el atraso económico portugués, con una de las tasas de menor desarrollo europeo que había forzado históricamente una importante emigración hacia Europa y América

Aquella madrugada del 25 de abril de 1974 se abría un proceso revolucionario de cambio protagonizado por el sector del MFA ideológicamente situado a la izquierda y que apenas encontró resistencia, y al que se sumó la población masivamente aquella mañana. Dando paso rápidamente a una simbiosis entre los sectores de las fuerzas armadas que se habían levantado con una población mayoritariamente harta de la Dictadura salazarista, la más longeva de Europa.

El retorno de los líderes del PSP Mario Soares  y del PCP Álvaro Cunhal y la creación inmediata de un gobierno provisional  con todos los líderes políticos de izquierda y derecha, desde el PCP, PSP, CDS … bajo la presidencia de Francisco Costa Gomes que sustituyo a Marcelo Spínola caído en desgracia al intentar reconducir desde el primer momento hacia posiciones derechistas la Revolución, dio paso a un periodo protagonizad por una participación popular amplia, con un movimiento vecinal fuerte, que demandaron transformaciones profundas: democracia directa, nacionalización de la Banca y de las grandes industrias, y una Reforma Agraria, particularmente en la región del Alentejo.

El 3 de abril de 1975 se realizaron las primeras elecciones libres en Portugal desde el golpe de estado de 1926 con una altísima participación del 91% y la victoria del PSP que obtuvo el 37,87% de los votos, seguidos del PDP con el 26,39%, el PCP con el 12,46% y el CDS con el 7,61%, elecciones constituyentes que dieron una amplia victoria al Partido Socialista de Mario Sores, quedando relegado el Partido Comunista de Álvaro Cunhal como tercera fuerza política.

A pesar de ese  resultado (o precisamente por ello, pues había que tratar aprovechar el momento histórico sin tener en cuenta el resultado electoral antes que se produjera una deriva moderada, como así fue) un sector de las Fuerzas Armadas trato de llevar adelante su proyecto revolucionario (PREC, proceso revolucionario en curso) con la complicidad del PCP y el apoyo más resuelto de los partidos izquierdistas del MES y PRP, con el liderazgo de Otelo Saraiva de Carvalho, y profundizar en las conquista sociales en un intento de marchar hacia el socialismo. Algo que los socialistas en un movimiento interno del MFA con el nombramiento de Ramalho Eanes como Jefe del Estado Mayor y la disolución del COPCON desbarataron.

Aun así en la nueva Constitución de la Tercera República portuguesa las conquistas sociales obtenidas en el periodo más avanzado de la revolución se consagraron, como las nacionalizaciones y la reforma agraria, incluyendo incluso la proclamación hacia una transición Socialista y formas de Democracia Directa.

¿Fue la Revolución de los Claveles la última posibilidad, o intento, de llevar a cabo una revolución de marcado carácter socialista y con amplia participación popular? El resultado de las elecciones del 3 de abril de 1975 dejaba claro que la izquierda sumaba poco más del 50% de los votos, y aunque superaba a la derecha no tenía una hegemonía clara, con la particularidad de que el PSP había sido el partido más votado de la izquierda. El conflicto entre una clase obrera y sus aliados en el campesinado del Alentejo y los militares más izquierdistas del MFA, y una izquierda representada en Mario Soares y el PSP que contaba con el apoyo de la socialdemocracia centro europea era evidente que, a pesar de las numerosas movilizaciones populares, ocupaciones de fábricas y tierras, no podía tener éxito. Y a ello había que sumar la actitud de la OTAN de la que Portugal formaba parte, dispuesta a intervenir a demanda de EEUU, con Gerald Ford, presidente en ese momento que solo cedió a una intervención militar en suelo portugués cuando fue convencido por la CIA de la reconducción del movimiento revolucionario portugués, como así fue con el desarme del COPCON y el apartamiento de Otelo Saraiva de Carvalho.

A pesar de la existencia de la Unión Soviética, o quizás por eso mismo, con la consiguiente política de bloques vigente en aquellos momentos, pensar que la revolución portuguesa podía abrir un camino inédito a una transición socialista en Europa Occidental era una posibilidad fuera de la realidad histórica, como se vio con el compromiso del PSP de no alterar el Estatus Quo europeo. Un año antes, el 11 de septiembre de 1973. El golpe militar del general Pinochet frustro en Chile el camino de un proceso democrático garantista para abrir el camino de un Socialismo en Democracia. En Italia, como respuesta a lo ocurrido en Chile y a la realidad de una política de bloques que hacía “imposible” el triunfo de movimientos democráticos al socialismo a pesar  de la fuerte implantación del PCI, fraguo la política impulsada por los comunistas italianos del Compromiso Histórico para lograr que el PCI y la DC pudiera llegar a un acuerdo y formar un Gobierno que rompiera con la inercia de la corrupción de la política italiana. El asesinato de Aldo Moro, el político de la DC que estaba negociando con Berlinguer el acuerdo, termino con esa posibilidad.

Sin embargo, volviendo a la experiencia de Portugal, la ruptura que supuso la Revolución de los Claveles significo el paso a la III República  sin ataduras con el anterior régimen del Salazarismo, con una Constitución en la que a día de hoy y a pesar de las sucesivas reformas que derogaron algunos de los aspectos más avanzados, como las nacionalizaciones de la banca y de grandes industrias, aún conserva como rasgo distintivo propio el desarrollo del Socialismo como uno de los objetivos de la Constitución. La gran diferencia respecto al cambio de régimen en España con la muerte de Franco fue precisamente el hecho distintivo del MFA que frustro el mantenimiento de una dictadura fuera ya de la historia y que, desde ella, sin ruptura, se hubiera llegado a una reforma gradual como pretendió Marcelo Caetano. Sin embargo, después de 46 años de Democracia en Portugal no deja de ser un recurso de nostalgia histórica pensar que hubiese podio lograr en la Europa de aquel momento, consolidar una experiencia encaminada a lograr una vía popular, en el sentido más noble del término, hacia el Socialismo como aspiración del pueblo portugués

Así mismo, dejó el camino abierto a distintas y necesarias reflexiones desde la izquierda sobre si las experiencias de ruptura y revolución o de ruptura pactada dadas en Portugal y España supusieron con el paso de los años, más de cuarenta, diferencias significativas entre ambos casos. Creo, personalmente, que en lo sustancial las diferencias fueron producto de las realidades que cada uno de los dos países presentes aportaba en el momento de los cambios que se produjeron. Cierto es que la dictadura salazarista fue de alguna manera menos criminal que la franquista, Portugal no sufrió como España que padeció una cruenta guerra civil seguida de una cruelísima represión criminal que llego hasta la víspera de la muerte del dictador con las ejecuciones del verano del 75. Tampoco el papel del ejército fue el mismo, el MFA fue un factor decisivo de la Revolución y ruptura en Portugal mientras que en España incluso después de la muerte del dictador siguió siendo un factor reaccionario dispuesto a impedir la consolidación y el desarrollo democrático en nuestro país con permanentes amenazas golpistas. Esa misma reflexión nos ha de llevar, además, a la necesidad de reconsiderar el papel de la izquierda, particularmente de los Partidos Comunistas. En ambos casos, a pesar de su papel dirigente (o que pretendieron serlo) terminaron siendo superados por la dinámica histórica (la anomalía que suponía su existencia en un momento de claro declive del movimiento comunista internacional culminado con la caída del bloque soviético y el muro de Berlín) por sus propias contradicciones internas, sobre todo en el caso español (su pasado estalinista y su difícil aceptación de una real democracia interna) que terminaron por hacerlo desaparecer de la esfera política en el 82 con el triunfo por mayoría absoluta del PSOE. Si en Portugal el PCP aún conserva una personalidad política bien definida, lo hace desde una representación minoritaria y compartida con movimientos renovadores en su izquierda como el BLOCO, con una mayor implantación electoral. Sin embargo, los partidos socialistas, afiliados a la Internacional Socialdemócrata, asimilados como estaban al sistema neoliberal, fueron factores de estabilidad y reconducción de las aspiraciones más avanzadas hacia una aceptación del marco democrático occidental. Ello fue capital para reconducir los anhelos populares para consolidar los aspectos más avanzados de las conquistas sociales en Portugal y en nuestro País supusieron la quiebra de cualquier proyecto de avance en las conquistas democráticas más allá de las necesarias modernizaciones de la economía y de la gestión territorial.

 

 

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