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Una caja no tan tonta

Manuela Martínez | Desconozco quién fue la persona que utilizó por primera vez la expresión “la caja tonta” para referirse al televisor pero creo que se equivocó.

En los informativos cada noticia se presenta como un flash, incompleta y superficial. Sólo cuando hay espectáculo se detiene un poco más porque es un aparato para entretener y su lógica es el espectáculo. De ahí que las noticias que no siguen esta lógica nunca ocupen un espacio en la televisión.

La caja tonta

El problema es cuando mucha gente, demasiada gente, tiene el televisor como su principal, cuando no el único, medio para estar “informado”. Y lo digo con preocupación, tras un fin de semana encerrada en casa a causa de la gripe y con algunas horas nada habituales frente al televisor.

Personalmente, huyo de las tertulias como de la peste. Detesto el espectáculo en el que han convertido el debate político, a los Maruenda, los Inda y los políticos de tres al cuarto que entran en el juego para adquirir notoriedad, escupir eslóganes y buscar el aplauso fácil del público que da cierto calor humano al programa de turno.

Mea culpa. Me tragué parte de la tertulia del sábado en la Sexta. Esa que nunca veo pero que intuyo porque inunda de hashtag mi cuenta de Twitter los sábados por la noche. Ahora sé que la equivocada no soy yo, aunque sean mayoría los que ven esa tertulia. Es infumable.

Y para colmo, me topé con la entrevista a Celia Villalobos. Es cierto que con su prepotencia no se lo puso nada fácil a los periodistas que preguntaban, pero, por favor, ¿es que no se enseña en las facultades de Periodismo que hay que ir documentado a una entrevista?

La señora Villalobos soltó varias perlas que no fueron cuestionadas en ningún momento por los periodistas que la entrevistaron. No recuerdo las palabras exactas pero alguna de esas perlas decían más o  menos así:

Al llegar el PP al gobierno había más de 6 millones de parados y lo habían dejado en algo más de 4 millones. Es decir, comparó los datos de la EPA de 2011 con el paro registrado de 2014. Por lo visto, ningún periodista tenía los datos oficiales o si los tenía, ni se molestó en aclarar la realidad a los telespectadores.

La reforma laboral no ha abaratado el despido y ha mejorado la negociación colectiva. Antes de la reforma laboral los sindicatos nada más que negociaban EREs y con la reforma laboral se negocian acuerdos para bajar salarios y no despedir. Y ahí estaban frente a ella tres periodistas, y uno en concreto, que era el que le había sacado el tema de la reforma laboral, tan sólo llegó a preguntarle por la cuantía del despido antes y después de la reforma laboral. Y ahí va y le suelta la siguiente perla: Antes de la reforma laboral 40 días y después de la reforma laboral 20, pero no es más barato porque antes la diferencia la pagaba el FOGASA… Ningún periodista dio datos sobre la diferencia en la cuantía de las indemnizaciones por despido, antes y después de la reforma laboral; ninguno habló del contrato estrella sin derecho a indemnización; ninguno de que son las empresas las que proponen los EREs no los sindicatos, que lo que intentan es evitarlos y pelearlos en los tribunales llegado el caso, pero que cuando no queda otra, intentan conseguir las mejores condiciones posibles para los trabajadores afectados; ninguno hizo referencia a que la reforma laboral había provocado una excesiva judicialización de las relaciones laborales, al haber dejado muy tocada la negociación colectiva. En definitiva, todo un triunfo de la empanada mental de la señora Villalobos que consiguió empanar mentalmente a los ciudadanos que estaban frente al televisor justo en ese momento.

Y sobre las perlas contra Andalucía prefiero no reproducirlas. Como andaluza sentí vergüenza ajena.

Apagué el televisor… no pude seguir escuchando tanta sandez. Y desde entonces no he parado de darle vueltas a la cabeza sobre el daño enorme que se está haciendo a todos esos ciudadanos que no conocen más debate político que el que ven sentados frente a “la caja tonta”. Y esta mañana, voy y me topo con un artículo de Manuel Vicent que describe a la perfección mi debate interior tras la experiencia televisiva de anoche. Su título: Veneno.

Ahí va el primer y último párrafo de ese artículo:

“La basura mediática que uno se traga cada día no deja lesión alguna, ni siquiera microscópica, en la mucosa más sensible del cerebro… Nuestra conciencia largamente intoxicada acepta con normalidad el veneno diario que recibe en lo que uno lee, oye, contempla, huele y respira, de forma que el ciudadano se comporta con toda naturalidad en la vida, creyéndose sano y libre, sin saber que está envenenado.”

@Manuela_MJ