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¿Y si nos carteamos con Rajoy?

Manuela Martínez | Leyendo esta mañana la carta que Concha Caballero le ha dedicado a Rajoy, “Mariano, esto se cae”, me ha dado por pensar que quizás sería una buena idea que cada españolito le enviase una carta personal a la Moncloa, contándole cómo le ha cambiado la vida desde que él gobierna. Lo digo porque da la impresión de que no tiene la más remota idea, y si la tiene, peor aún, significaría que eso es precisamente lo que andaba buscando, hacer de España el país de Europa donde la crisis ha generado más desigualdad. Sólo así puede explicarse su machacona insistencia en que la crisis ya pasó y que la recuperación ha venido para quedarse.

cartas para Rajoy

Es evidente que algo tendrá que ver que sólo lea el Marca y que se deje asesorar por el Consejo Empresarial para la Competitividad. Ese en el que se reúnen los mandamases de las 18 mayores empresas de nuestro país.

No en vano nos sorprendieron hace unos días con un informe que incluía medidas “milagrosas” para reducir el paro a la mitad. Eso sí, a pesar de ser las empresas líderes en facturación de nuestro país, y las que poseen también los ejecutivos y consejos mejor retribuidos, nada decían de reducir sus beneficios ni de bajar los salarios de sus altos directivos, tampoco de aumentar sus dotaciones para inversión ni de mejorar la calidad del empleo y las retribuciones de sus plantillas.

Sin duda, el olvido más sangrante de ese informe, son los “muchos incumplimientos empresariales que día a día atentan contra el buen funcionamiento de nuestro mercado laboral, y que merman la competitividad empresarial y la calidad de vida de los trabajadores: contratos temporales que obedecen a puestos de trabajo de carácter permanente (y, por tanto, en fraude de ley); rotación exacerbada de los contratos; contratos formalmente a tiempo parcial pero realmente a tiempo completo; horas extraordinarias no pagadas; despidos injustificados que se hacen pasar por justificados; etc.”, tal y como señaló UGT al hacer la valoración del mismo.

Y es que, en el fondo, sus propuestas escondían más demagogia que otra cosa pero, sobre todo, escondían mayores niveles de sufrimiento para los mismos de siempre y garantías para unos pocos privilegiados que se han enterado de que estamos en crisis porque cada vez viven mejor. Obviando el peligro que supone para la economía y para las propias empresas que la brecha entre ricos y pobres sea cada vez mayor.

Para reflexionar, en el país de los 5 millones y medio de parados:

  • Uno de cada dos parados ya no recibe ninguna prestación o subsidio por desempleo.
  • Hay familias con todos sus miembros en paro y familias en las que entran dos o más sueldos.
  • Salarios escandalosos conviven con salarios de miseria.
  • Las rentas de capital crecen mientras siguen cayendo las rentas del trabajo.
  • Los ingresos del 10 por ciento de la población más rica apenas han caído, mientras que los del 10 por ciento más pobre lo han hecho en un 14% al año.
  • La exclusión social severa ha aumentado casi un 83 por ciento desde que se iniciara la crisis.
  • Somos el noveno mayor mercado del mundo para los artículos de lujo y el décimo país con más nuevos millonarios.

En definitiva, España es un país de “contrastes” que necesita urgentemente un cambio radical en la política económica y un sistema fiscal que amortigüe la situación de desigualdad provocada por la crisis y su nefasta gestión.

El problema es que nuestro presidente ni está ni se le espera. Anda como siempre, en su nube, dejando que los problemas se pudran para no tener que tomar ninguna decisión.

¡Menuda pachorra!

Lo mismo la lluvia de cartas funciona y se pone las pilas… aunque lo dudo.