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He leído con asombro las declaraciones del Consejero de Turismo y Comercio de la JJ.AA (IU), Rafael Rodríguez, en las que pide la rebaja del IVA a la práctica del golf en Andalucía, afirmando que "la medida no beneficiará a las promotoras", imagino que para suavizar el impacto de semejante dislate proveniente de un consejero que representa a la izquierda y a un partido que quiere llevar en el nombre la palabra Verdes.

El golf y las amistades peligrosas

Mario Ortega / He leído con asombro las declaraciones del Consejero de Turismo y Comercio de la JJ.AA (IU), Rafael Rodríguez, en las que pide la rebaja del IVA a la práctica del golf en Andalucía, afirmando que «la medida no beneficiará a las promotoras», imagino que para suavizar el impacto de semejante dislate proveniente de un consejero que representa a la izquierda y a un partido que quiere llevar en el nombre la palabra Verdes.

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Me pregunto si no habrá abierto ya su despacho al lobby golfero-hotelero de la CEA y habrá quedado fascinado por su estética burberry, su dorado UVA y sus delicadas maneras de gentleman inglés.

Los datos de la propia consejería nos dicen que tenemos en suelo andaluz algo más de 100 campos de golf turísticos con 429.000 visitantes, una estancia media de 13 días y un gasto diario de 90 €. (esto supone un impacto económico de 502.000.000 de euros año). no sé no sé, pero bueno, vale, doy por buenos los datos.

El indice de empleo estable medio de un campo de golf es de 10 empleos, esto arroja un total aproximado de 1.000 empleos en Andalucía, una cantidad insignificante en relación al empleo que generan y pueden generar otros sectores como la agroecología y su industria de transformación o el turismo cultural y ambiental. Del total del empleo en el sector turístico andaluz, el golf aporta una cantidad insignificante del 0,35%.

Comparemos, el 1,7% del número de turistas en Andalucía aporta el 3,5% de los ingresos por estancia y el 0,35% del total de empleo directo consecuencia del golf. La primera conclusión es que el beneficio que deja en el mundo del capital es infinitamente superior al que deja en el mundo del trabajo. Aun teniendo en cuenta los empleos indirectos, los cuales resultan igualmente insignificantes dado que se corresponden con otras infraestructuras que estarían ahí hubiese campos de golf o no.

Lo grave de todo esto es que, amparados en la nueva ilusión golfera, sí que se beneficia a constructoras y promotoras, pues, de un lado se pretende reactivar la venta de activos inmobiliarios en desecadencia, y de otro se envía la señal de que todo va a volver a las andadas. Esas andadas de un modelo cuyo modus operandi era esencialmente depredador y corrupto, que ha destruido la conciencia democrática de las poblaciones del litoral que han votado más cuanto más intenso era el hedor de la putrefacta pomada.

Los campos de golf andaluces consumen aproximadamente 1.000.000 m3 de agua al año, la que necesitaría una población de 1.000.000 de habitantes, el agua que requiere el 12% del censo andaluz. La cifra es suficientemente elocuente para comprobar el impacto sobre los recursos hídricos. De otro lado, el impacto sobre la desnaturalización del territorio es tan visible que no requiere explicación alguna, el directo con la creación de una artificiosa naturaleza sin identidad, y el indirecto con la metástasis urbanizadora.

En cuanto al uso de agroquímicos y pesticidas, y consiguientemente la contaminación inducida en superficie y acuiferos, cada campo de golf requiere bastante más de 500 kg. La cuenta también es sencilla, 50 toneladas de sustancias tóxicas son arrojadas sobre el green.

Parece claro tras lo escrito que el turismo del golf produce en Andalucía un sin fin de externalidades negativas (algunas difíciles de cuantificar económicamente), que pasan a engrosar las cuentas del debe de toda la comunidad. Desde esta apreciación la “feliz idea” del consejero de turismo y comercio de apostar por el golf queda en entredicho, máxime por la alianza manifiesta con un poder económico que se apropia de lo común y devuelve el desperdicio para que lo común lo digiera, si es que nuestro estómago está preparado para digerir tanta inmundicia.

Lo que creo, es que el sector del golf en Andalucía no debe ser el ejemplo a seguir como actividad a desgravar, más al contrario, no estaría de más pensar en un impuesto ecológico, bien sobre el uso del suelo, bien sobre el uso del agua, bien sobre el uso de agroquímicos, bien sobre todo a la vez o bien sobre lo que imaginativamente se nos ocurra. Y así, quien quiera golf que se lo pague, que bastante daño social estamos pagando ya a causa de un puñado de golfos a los que no es extraño que les guste el golf.

Y ojo a la izquierda con las amistades peligrosas.

@marioortega

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