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Hacia un nuevo nacionalismo andaluz (más allá de los dogmas)

bandera andaluza

El nacionalismo andaluz comienza una nueva etapa hasta el punto que habría que hablar de un nuevo nacionalismo andaluz como respuesta a la pérdida de peso social que ha ido padeciendo durante los últimos treinta años desde que se consiguiera los hitos históricos de las manifestaciones del 4 de diciembre, el referéndum del 28 de febrero y la aprobación del primer Estatuto de Autonomía que reconocía a Andalucía como un sujeto político y nos dotaba de instituciones democráticas de autogobierno.

Las causas de está pérdida de peso social han sido muchas y en diversos planos y supone una grave carencia para las clases populares andaluzas justo cuando en este cambio de época que estamos viviendo se está librando una batalla decisiva (ideológica, política y social) por un nuevo modelo de distribución del excedente social en un entorno de escasez y de recesión.

El nacionalismo, como el bosón de Higgs (permitidme que aproveche su actualidad), existe y es determinante para la realidad social, como éste lo es para la realidad física, pero es muy difícil aprehenderlo por dos motivos: el primero es que cognitivamente estamos mejor dotados para pensar con elementos ontológicos que con elementos relacionales (incluso tendemos a convertir lo relacional en ontológico. Así uno de los mayores males del nacionalismo es su deriva “sustancialista”, tal como lo entendió el idealismo alemán) y el segundo es que su invisibilización se rellena de facto por el nacionalismo estatalista (el estado, construido desde el poder, necesita dotarse de elementos de legitimidad “nacional” que es la forma que tienen las clases dominantes de crear hegemonía).

Precisamente, el nacionalismo, al ser el reconocimiento de la naturaleza política de la sociedad como integralidad, es el gran instrumento político de la hegemonía. Para ello se requiere en primer lugar ser conciente de que el planeta no contiene una única sociedad sino una pluralidad de sociedades (un manto social multicolor lo cubre) que aportan una diversidad cultural que constituye el mayor patrimonio antropológico de la humanidad. Cada una de estas construcciones culturales, a las que llamamos naciones para señalar que su dimensión política es la fundamental, es un contenedor donde tiene cabida todo lo social y que además se ha construido a través del tiempo de forma anónima y colectiva.

La simbología social, las relaciones de amistad y parentesco, la sentimentalidad colectiva, la creatividad, todas las relaciones, todas las edades, todos los géneros, todos los roles excluidos por el mercado tienen su territorio en la nación. El nacionalismo es el vínculo emocional y político de la persona con la comunidad, lo que da contenido material a la participación, a la democracia ciudadana, más allá del voto.

Es evidente que la nación contiene una doble dinámica, por una parte tiende a la unidad en su diferenciación con otras construcciones sociales pero por otra internamente está segmentada en clases, géneros, edades, etc. generando los conflictos sociales que se derivan de la desigualdad social. Por eso, la clase o el grupo que logra identificar su proyecto político con el proyecto global de la nación, es decir, quién pone a su favor todo el acervo simbólico y sentimental colectivo, tiene ganada en gran parte la batalla de la hegemonía.

Los nacionalistas andaluces simplemente somos los que pensamos, sentimos y queremos que Andalucía es nuestra nación. Sabemos que hoy la sociedad andaluza no es nacionalista y esta vacío se está llenando de forma “invisible” por el nacionalismo estatalista español, paradójicamente cuando el concepto de estado – nación está en crisis terminal. Esta pugna no es una pugna neutral sino que implica una lucha de valores y estos valores están hilvanados a su vez a intereses sociales. El nacionalismo español representa los valores excluyentes, el autoritarismo, el monolitismo nacido de la guerra de conquista, del centralismo y de las dictaduras porque su construcción ideológica se ha edificado en torno al nacional catolicismo y la monarquía, ligado a las clases dominantes. El nacionalismo andaluz representa los valores de la tolerancia, el mestizaje, los de la bandera sin ejército y sin conquistas (albonaida) porque se ha construido en torno a la resistencia y el comunitarismo, ligado a las clases populares.

Sin ánimo de exhaustividad las causas de la pérdida de peso del nacionalismo andaluz en los últimos treinta años son:

a)      La globalización tanto por su tendencia cultural homogeneizadora como sobre todo porque supone la colonización de los valores sociales comunitarios por los valores del mercado, es decir la globalización destruye la diferencia pero sobre todo a la propia sociedad como expresión política autónoma.

b)      El neocentralismo económico y financiero del estado español que ha ido socavando la base material de nuestra autonomía.

c)      La apuesta de la derecha andaluza por el centralismo españolista. La derecha andaluza controla la mayoría de los medios de comunicación que se editan en Andalucía quienes han llevado una guerra ideológica sin cuartel contra todo lo que fuese sospechoso de nacionalismo andaluz.

d)      El centralismo “jacobino” de la socialdemocracia que se ha convertido en un proyecto de gestión “amable” del capitalismo y ha abandonado el campo de la hegemonía. El resto de medios de comunicación que se editan en Andalucía controlados por el PSOE no han sido menos “negacionistas” de la identidad andaluza que los medios de la derecha.

e)      La deriva populista y conservadora del PA que ha renunciado a cualquier proyecto político andaluz, refugiándose en proyectos locales en colaboración con el PP. Esta identificación del andalucismo con la política reaccionaria y “profesional” ha arrojado en brazos del centralismo a toda una generación de jóvenes.

f)        El establecimiento de modelo político desarrollista y clientelar desde la Junta de Andalucía, las Diputaciones y cientos de Ayuntamientos que han impulsado los valores del consumismo y han disuelto en gran parte la identidad comunitaria andaluza, renunciando a impulsar un modelo propio. Es más incluso renunciaron sistemáticamente a convocar elecciones propias.

g)      El establecimiento de un sistema electoral bipartidista, en connivencia con los medios de comunicación, que dificulta enormemente la existencia política de opciones al margen del PP y del PSOE.

h)      La identificación del nacionalismo andaluz con los nacionalismos estatalistas del norte de España impulsados por sus propias burguesías nacionales que ante todo querían toda la cuota de poder y que en nada se parecían a la tradición del nacionalismo andaluz histórico representado por Blas Infante.

Andalucía, en el cambio de época, se ha convertido en el territorio más vulnerable ante la crisis de la Unión Europea (la mayor tasa de paro). La convocatoria de elecciones propias ha sido el detonante de un cambio de tendencia ante el arrollador avance de la derecha. Pero necesitamos no sólo resistir a la derecha sino transformar la izquierda y para ello necesitamos también un nuevo nacionalismo andaluz, con una nueva base social, con nuevos instrumentos políticos pero sobre todo con un nuevo contenido y un nuevo discurso superador del ya viejo discurso del andalucismo de la transición.

Hoy la principal amenaza a la soberanía de la sociedad andaluza no es el estado sino la soberanía de los mercados. La invasión de los valores del mercado sustituyendo a los valores de la sociedad es el mayor ataque de conquista que ha sufrido el pueblo andaluz en su historia porque amenaza con extinguirnos como entidad social comunitaria. Es más, tal como estamos viviendo, los mercados están arrasando incluso a los estados y están desestabilizando a la propia Unión Europea, la construcción postestatal más potente que se ha generado en el mundo.

La aspiración de una nación – estado es una simplificación del nacionalismo que carece de sentido en la globalización. Por el contrario tenemos que separar radicalmente los conceptos de nación (construcción social comunitaria con identidad política) de estado (construcción jurídico –política). Hoy la soberanía de la nación requiere la cosoberanía (el federalismo) de las construcciones estatales para defender el poder público frente a los nuevos soberanos privados. Andalucía, el estado español, la Unión Europea y ojalá algún día una estructural pública mundial operativa y democrática, deben compartir competencias de la forma más funcional y cooperativa posible frente a los poderes financieros globalizados.

El proyecto de una sociedad andaluza autónoma y solidaria al servicio de las clases populares andaluzas necesita de un nuevo nacionalismo andaluz cuyos contenidos estén claramente ubicados en la izquierda (igualdad), en la ecología política (adaptación a los límites biofísicos), en la democracia (entendida como fin y no como medio) y en el republicanismo (la virtud cívica). Al mismo tiempo solo una sociedad andaluza autónoma puede proporcionar las bases para un modelo ecológico, igualitario y democrático adaptado a la crisis de la globalización.

Hoy, cuando estamos asistiendo a una ofensiva de la derecha sin precedentes para borrar todas las conquistas autonómicas, sociales y ecológicas e imponer otro modelo de dominación para la escasez, el nuevo nacionalismo andaluz tiene que imbricarse en los movimientos sociales y ofrecer la perspectiva estratégica de conectar a nuestra sociedad con la políticas a través de nuestras instituciones de autogobierno, en la perspectiva de defender la autonomía de una sociedad andaluza igualitaria como fin en si mismo que tenga como instrumentos la política y la economía frente al proyecto de los mercados de convertir a la sociedad en un instrumento a su servicio

6 Comentarios

  1. Javier Irigaray

    La simbología social, las relaciones de amistad y parentesco, la sentimentalidad colectiva, la creatividad, todas las relaciones, todas las edades, todos los géneros, no sólo no son excluidas por el mercado, sino que son variables ampliamente asumidas, explotadas y utilizadas por el mismo para su insaciable interés en su avaricia acaparadora.

    El nacionalismo es el vínculo emocional y político de la persona con la comunidad, sí, mas es, sobre todo, un concepto elástico. Consiste en un ámbito de referencia que, en el eje de las coordenadas, diferencia a los distintos sujetos que, consciente o inconscientemente, lo asumen. Así podemos decir que todos los andaluces son, fundamentalmente, nacionalistas. Unos lo son españoles, otros lo son egabrenses o astigitanos y, los menos, andalucistas.

    En la línea de las abscisas, el rango izquierda/derecha, supone, a diferencia de como suele tratarse, una variable discreta, no continua. La relación izquierda/derecha es en origen una opción de partido: o se es partidario de sostener los privilegios de las clases rentistas, de quienes viven de o trafican con las rentas propias o ajenas y los de los propietarios de los medios de producción, o se toma partido por los intereses de aquellos que únicamente pueden negociar con su tiempo y con su esfuerzo físico. Y así desde la edad de los metales.

    Se puede ser más o menos alto, más o menos rubio. Se pueden tener intereses en Ibros, en Andalucía, en España y en todas partes pero, en el territorio absciso, se es de izquierda o se es de derecha. Y ser no consiste sólo en declararse. De esta manera, al analizar nuestra más reciente historia política, descubrimos que las políticas económicas llevadas a cabo hasta la fecha por PSOE y por PP han tenido, básicamente, una orientación: la defensa de los intereses de las clases rentistas y de los propietarios de los medios de producción. Así, los rescates financieros, las inyecciones a la banca utilizadas en la compra de deuda de las distintas administraciones, la supresión o minoración de impuestos como el del patrimonio, sucesiones o sociedades en tanto se suben los que gravan el trabajo personal y, sobre todo, los indirectos y tasas, la más insolidaria de las fórmulas impositivas. Tan contrario a los intereses de los trabajadores es apoyar al PP como respaldar al PSOE.

    Y flaco favor hace al andalucismo seguir a caudillos o caudillas que ahora reniegan de las políticas que ellos y ellas han consumado durante los últimos cuatro años. La coherencia bien entendida debe comenzar por uno mismo. Cabría preguntarse quién ha firmado el concurso a las últimas elecciones europeas de la mano de las burguesías vasca y catalana, quién ha muñido y bendecido los pactos municipales realizados por el PA durante los últimos cuatro años y por qué quienes dirigieron y fueron protagonistas de las acciones del PA durante los últimos cuatro años hablan ahora de él en tercera persona. Y, sobre todo, a qué credibilidad aspiran cuando su único discurso consiste en desprestigiar al PA. Por cierto, muy bueno el último artículo de Concha Caballero.

    En fin, dejo estas reflexiones por si pueden colaborar a la construcción del andalucismo. Huyo del adjetivo “nuevo” porque, en la era de Higgs, lo nuevo envejece en nanosegundos.

  2. Javier Irigaray Pinteño

    La simbología social, las relaciones de amistad y parentesco, la sentimentalidad colectiva, la creatividad, todas las relaciones, todas las edades, todos los géneros, no sólo no son excluidas por el mercado, sino que son variables ampliamente asumidas, explotadas y utilizadas por el mismo para su insaciable interés en su avaricia acaparadora.

    El nacionalismo es el vínculo emocional y político de la persona con la comunidad, sí, mas es, sobre todo, un concepto elástico. Consiste en un ámbito de referencia que, en el eje de las coordenadas, diferencia a los distintos sujetos que, consciente o inconscientemente, lo asumen. Así podemos decir que todos los andaluces son, fundamentalmente, nacionalistas. Unos lo son españoles, otros lo son egabrenses o astigitanos y, los menos, andalucistas.

    En la línea de las abscisas, el rango izquierda/derecha, supone, a diferencia de como suele tratarse, una variable discreta, no continua. La relación izquierda/derecha es en origen una opción de partido: o se es partidario de sostener los privilegios de las clases rentistas, de quienes viven de o trafican con las rentas propias o ajenas y los de los propietarios de los medios de producción, o se toma partido por los intereses de aquellos que únicamente pueden negociar con su tiempo y con su esfuerzo físico. Y así desde la edad de los metales.

    Se puede ser más o menos alto, más o menos rubio. Se pueden tener intereses en Ibros, en Andalucía, en España y en todas partes pero, en el territorio absciso, se es de izquierda o se es de derecha. Y ser no consiste sólo en declararse. De esta manera, al analizar nuestra más reciente historia política, descubrimos que las políticas económicas llevadas a cabo hasta la fecha por PSOE y por PP han tenido, básicamente, una orientación: la defensa de los intereses de las clases rentistas y de los propietarios de los medios de producción. Así, los rescates financieros, las inyecciones a la banca utilizadas en la compra de deuda de las distintas administraciones, la supresión o minoración de impuestos como el del patrimonio, sucesiones o sociedades en tanto se suben los que gravan el trabajo personal y, sobre todo, los indirectos y tasas, la más insolidaria de las fórmulas impositivas. Tan contrario a los intereses de los trabajadores es apoyar al PP como respaldar al PSOE.

    Y flaco favor hace al andalucismo seguir a caudillos o caudillas que ahora reniegan de las políticas que ellos y ellas han consumado durante los últimos cuatro años. La coherencia bien entendida debe comenzar por uno mismo. Cabría preguntarse quién ha firmado el concurso a las últimas elecciones europeas de la mano de las burguesías vasca y catalana, quién ha muñido y bendecido los pactos municipales realizados por el PA durante los últimos cuatro años y por qué quienes dirigieron y fueron protagonistas de las acciones del PA durante los últimos cuatro años hablan ahora de él en tercera persona. Y, sobre todo, a qué credibilidad aspiran cuando su único discurso consiste en desprestigiar al PA. Por cierto, muy bueno el último artículo de Concha Caballero.

    En fin, dejo estas reflexiones, suscritas con nombre y apellidos, por si pueden colaborar a la construcción del andalucismo. Huyo del adjetivo “nuevo” porque, en la era de Higgs, lo nuevo envejece en nanosegundos.

  3. ANDALUSI LIBERTARIO

    A riesgo de ser CENSURADO como otras veces (así nos va a tod@s), me gustaría plasmar como ciertos CABALLOS DE TROYA -sin hacer alusión a ninguno en especial, pues son legión- con las mejores aparentes intenciones se disponen a asestarle los golpes finales a nuestro Pueblo milenario, para convertirlo en una barata y mediocre sucursal de madrizzz.

    Lo primero es negar la especificidad idiomática, negar la Lengua del Otro es condición indispensable para su GENOCIDIO, el cual como sabemos no tiene porque ejecutarse exclusivamente de modo físico, las más de las veces basta con que se liquiden cultura, valores, costumbre, tradiciones y, sobre todo, su Lengua. Como sabemos todos los que no comulgamos con las ruedas de molino de la desculturización castellanoespañolista («por el imperio hacia dios»), el Romance andalusí o aljamiado surgió con anterioridad al autodenominado «castellano», como estudió Emilio García Gómez al traducir las Moaxajas del gran Ibn Muqaddam de Qabra (pa los colonos y los acomplejaos «Cabra»), el poeta ciego depositario de una tradición anterior a la mala traducción de un estudiante de latín de san Millán de la Cogolla, descartadas con posterioridad por los modernos lingüistas, denominándolas «romance navarro-aragonés», en ningún caso el parto de los montes que soñó en sus delirios españolistas Menéndez Pidal. Lo que consideramos hoy «castellano» (de «casta», su presunta atribución racista hegemónica) hay que considerarlo, por tanto -lo sentimos por los creyentes en inmutables dogmas esencialistas-, se trata simplemente de una fagocitación fosilizada por el inquisidor Cisneros, a pesar de los esfuerzos de nuestro «Nebrija» (o más bien Lebrija), para que al asimilar la cultura de los colonizados andalusíes y «limpiando, fijando y dando esplendor» o purgando de arabismos la obligada lengua oficial, imponer su norma a base de calzador, garrucha y potro de tormento a los que se resistían a la liquidación de nuestra Civilización milenaria y lengua universal, la cual pasaría al nuevo Mundo: EL ROMANCE ANDALUSÍ (mal llamado «castellano»).

    Detrás de actitudes «católicas» o pseudouniversalistas se esconde la voluntad oculta de minusvalorar o de enterrar las raíces de lo andaluz, en algunas ocasiones no consciente. Así, solapándose tras profundas mutaciones globales, macroeconómicas o geopolíticas se puede posar de relevante intelectual entre catetos alienados, mejor si son analfabetos funcionales. Cuando se les explica que entre esos inmensos problemas, la mejor manera de obrar es desde la casita de uno, empezando paso a paso, normalmente suelen recular entre alharacas teóricas grandilocuentes.

    Por desgracia se ha traspasado ya el umbral de lo tolerable, llegando a la inmoralidad más cínica. La sociedad andaluza no está formada hoy por familias numerosas que cuando algunos de sus hijos partían hacia la emigración, el tejido social aún cruelmente desangrado, podía recuperarse. La población envejece de manera exponencial y con el paro juvenil mayor de Europa, el nacionalcatolicismo cree que puede darnos ahora su estocada final. Si le añadimos la movilidad laboral internacional los ancianos están cada vez más al cuidado de residencias, gran negocio bajo cuerda de más de un curita avispado, a precio de hotel de lujo, ya que incluyen cuidadores, enfermeras, médicos, etc. De ahí que una enorme porción de la tierra cultivable andaluza -la más fértil de Europa- se halle hoy abandonada o, lo que es peor, a punto de ser vendida a intereses foráneos para pagar geriátricos, perdiéndose sus usos tradicionales (aunque eso a muchos alienados les dará igual, como se han tragado que sus apellidos no fueron fruto de bautismos en masa, sino que se sienten mezquinos cruzadetes, no hay problema).

    De todo esto se deriva que siempre fracase el intento de un «discurso Igualitario, Ecopolítico, Democrático, Republicano y Federalista». Al faltar como elemento vertebrador LA NACION, en el sentido andalusí de Amor a la Tierra Madre, parece siempre que tras tan hermosos elementos discursivos, sin el Ideal Andaluz, Vitorio y Luchino nos quisieran vender un nuevo perfume o una tendencia ‘chic’. Y así, entre si primero la guerra o primero la revolución, como antaño, ciertos CABALLOS DE TROYA, lo que buscan es la inmovilidad, la paralización de las fuerzas sociales vivas que podrían combatir este estado de opresión y expolio que sufrimos, vergüenza no sólo de Europa, sino de cualquier visitante mínimamente sensible que contemple nuestra espantosa calamidad inducida por el centralismo.

    Lo específicamente andaluz nunca puede ser «matiz» del castellanismo colonialista o dejar que nos subordine o nos deje ser su «diferencia útil», en plan perdonavidas. Precisamente hemos ahondar en LO QUE NOS DISTINGUE, cultivándolo al máximo: eso ES LO QUE SOMOS.

    Por último, tod@s aquell@s que se muestran tan reticentes al «nacionalismo», para ser creíbles y coherentes no deberían de empezar por el de los andaluces, vascos o catalanes, sino por el español. Sin embargo reparad en su exquisita discreción a la hora de omitir el nacionalismo de Rajoy, Rubalcaba, Valderas o Rouco Varela. Se muestran tan delicados y corteses, ciertos distinguidos politólogos o intelectuales, como cuando condenan la «politización de la justicia», sin estimar que mucho peor es que la justicia, aún más, se vaticanice. Aunque ya se sabe que ilustres supernumerarios opusinos, del estilo de Mayor Zaragoza (sin aludir a nadie del Foro) son capaces de «visiones globales» tan progres que si se empina el codo en exceso o si nos transfomáramos en complacientes pardillos pueden llegar a enternecer.

    Pero no a todos… ¡vuela, vuela hermano Ben Firnas con tus alas andalusíes anunciando el Alba…!

    http://www.youtube.com/watch?v=X-YNaLyaSjU

  4. A riesgo de parecer poco pertinente diría que el nacionalismo no es el «problema» andaluz. Al menos no el más importante. Cada vez creo más en que las diferenciaciones culturales, sobre todo la existencia de idioma propio -que a fin de cuentas no es tan propio, pues deriva de otros idiomas implementados por razones historicas y de poder siglos atras- no son si no pretextos para consolidar una supuesta diferencia -en este mundo globalizado del occidente europeo y anglosajon las diferencias, sobre todo en la cultura social y poliítica son cada vez más en relación a razones climaticas y grogáficas que idiomaticas, pues el ingles lleva camino en covertirse en la lengua más usada y conocida por razones económicas y políticas-, por tanto no se sustenta solo en la diferencia de tener idioma propio la razón para levantar un deseo de nación o independencia. Y en Andalucía no tenemos idioma propio. Somos «castellanoparlantes» con una forma, eso sí, propia, quizas dialectal, puede que incluso más moderna y rica.
    A fin de cuentas en España vascos y catalanes no son nacionalistas más que en el deseo no ocultado en ningún momento de aspirar a un desarrollo propio e independendiente de su soberania económica y política, quizas incluso insolidariamente con el resto del Estado. Y no deja de ser un deseo contradictorio con lo que esta pasando y que puede ser o debe ser, la salida a la crisis económica actual, que es una criisis de caracter global y sistémico.
    Qué hace Andalucía en este correlato de aspiraciones «nacionalistas», o mejor dicho, ¿qué hacer como aportación propia y diferenciada al debate de las derivas nacionalistas?. Pues todo lo que se dice en el artículo: consolidación del discurso Igualitario, Ecopolítico, Democrático, Republicano y Federalista. ¿Qué como consecuencia de todo ello se consolidan políticas de Igualdad y Democracia Económica y Política que permitan una salida diferente a la CRISIS y un protagonismo de la sociedad andaluza real y eficaz en la salida de la misma y en la conformación de un futuro distinto?, pues mejor, porqué ello supondra que el AUTOGOBIERNO en Andalucía es capaz de indicar salidas distintas al sistema actual de cosas, consolidadno un espíritu y unas prácticas responsablemente sociales, democraticas y republicanas, participativas y solidarias.
    Entonces la defensa de lo propio, de lo que nos distigue culturalmente y socialmente con nuestros propios matices andaluces, como ya lo es a pesar un cierto pesimismo subyacente en el discurso andaluz actual, será la consecuencia lógica y natural del desarrollo propio en un proyecto común Federal y Republicano en el ambito de nuestra Peninsula y de Europa.
    Si el «nacionalismo» a de ser útil social y políticamente lo a de ser en la medida de que indague en lo propio para llegar a lo general sin sacrificar lo que le es sustancial: la diferencia útil.

  5. hetorodoxo andalú

    Aprovecho para postear este artículo de Antonio Manuel, clarificador de algunas cosas:

    «España es un Frankenstein

    Las palabras son cómplices de quienes mienten con ellas. Incluso algunas parecen haber nacido con el único fin de engañar. Como investidura: acción y consecuencia de conferir una dignidad o cargo relevante. A Rajoy lo cubrirán con un sayo simbólico para ser investido Presidente del Gobierno. Sin embargo, in-vestir también podría interpretarse justo al revés: acción y consecuencia de desnudar. Exactamente lo que ocurrirá cuando el nuevo presidente tenga que tomar decisiones y abandonar el discurso vacío de negación que ha mantenido durante los últimos años.

    Una vez investido Rajoy tendrá que investir a España. Cubrirla o desnudarla. Para el caso es lo mismo. Porque no hará nada por cambiar la noción histórica de un Estado que nunca fue centralista ni homogéneo. Aún más: quien alimenta esta noción equivocada y falsa de España es quien menos la respeta. UPyD, por ejemplo. La españolidad como nacionalismo es un sayo que cubre el frankenstein que ha sido, es y será España. Para la derecha es opaco. Para la izquierda, transparente. Esa es la coartada arrojadiza que incendia el enfrentamiento de unos contra otros. Un mal que sólo tendrá cura el día que aceptemos la naturaleza plural de los pueblos del Estado. El día que veamos que el frankenstein sigue ahí no importa el sayo que lo cubra.

    La fundación mítica de la noción (no nación) de España tuvo lugar con la unión dinástica por matrimonio de los Estados de Castilla y Aragón. Antes no existió España como concepto más allá de la poética Sefarad. No lo fue Hispania y tampoco Al Andalus, porque ninguno de los dos fueron propiamente Estados. En cualquier caso, siempre han convivido distintos regímenes jurídicos para casi todos los pueblos de España. Con un matiz: a mayor españolidad, mayores privilegios territoriales. Con los Austrias, de Carlos (extranjero) a Carlos (hechizado), la península fue un mosaico jurídico compuesto por los fueros del norte y el Derecho de Castilla. El primer Borbón (extranjero) intentó homogeneizar España a la francesa tras vencer en la guerra de sucesión. Pero ante el temor de un conflicto permanente, claudicó reconociendo sus fueros a catalanes, vascos o navarros. José Bonaparte (extranjero) volvió a intentarlo y fue la Constitución de Cádiz quien lo logró efímeramente: Fernando VII puso las cosas en su sitio dando a cada uno lo suyo y no a todos lo mismo. Las dos repúblicas intentaron unificar desde el reconocimiento a la diversidad. Y fracasaron. La españolidad franquista volvió a conceder los privilegios a vascos, navarros o catalanes: devolviéndoles su derecho propio y consolidando su riqueza.

    La democracia ha reproducido el modelo: vascos y navarros tienen un cupo fiscal que los confederaliza. Pero en ambos territorios gobierna el PP. Y calla. No lo olviden. Ahora concederá idéntico honor a Cataluña. Madrid ya lo tiene como comunidad de consumo (por eso libera los horarios comerciales). Y la España «centralista» volverá a ser lo que siempre ha sido: un mosaico plural compuesto por territorios con poder y otros con pobreza. Ahora invistan a Andalucía».

  6. ANDALUSI LIBERTARIO

    Sin un HORIZONTE SOBERANISTA, Ideal Andaluz vertebrador de Andalucía, todos esos voluntarismos tan bien hilvanados podrían no pasar por desgracia, comp. Angel, de ser anhelos quiméricos de «ratones coloraos» discutiendo quien le pone el cascabel al gato. ¿No crees que después de casi cuarenta años de muerto el carnicero de El Ferrol estamos ya mu mayores para parecer que se pastelea con la burguesía colonial españolista, aunque nos hallemos muy lejos de esa intención? (No se trata de una pregunta retórica, la censura o la ausencia de un debate mínimo anticipará nuevos fracasos futuros. Tú tranquilo, nosotros tenemos paciencia, llevamos esperando JUSTICIA más de quinientos años. Y no hay duda que más tarde o más temprano, por muchas tibiezas o medialeches con las que nos hagan perder el tiempo nuestros enemigos, hermano, no sé si en el futuro acertaremos, pero hemos aprendido tento de nuestros errores que ya disponemos de una verdadera enciclopedia del Horror).

    Gracias por tu entrada.

    http://www.youtube.com/watch?v=S5OMqRBOdy4

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