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Siria, cuando todos son malos

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La guerra civil que se libra en Siria  es una contienda cruel y desgarradora, donde se enfrentan asesinos contra criminales, dictadores recalcitrantes  contra aspirantes a dictadores, los restos del naufragio ideológico del baazismo contra  una mezcla explosiva de  esbirros de occidente y de enloquecidos islamistas. Nadie, salvo las victimas tienen razón. Nadie, salvo los millares de cadáveres mueven nuestra compasión,  ni nuestra solidaridad. Rusia, la repelente Rusia de Putin , apoya a Siria. Estados Unidos y  la UE  a los rebeldes. El tablero estratégico  ya está desplegado y las fichas  caen unas tras otras.

Los dos  bandos se acusan mutuamente  de usar armas químicas, posiblemente sea lo único en lo que ambos digan la verdad. Pero lo cierto es que cada vez que USA habla de armas químicas, una nueva intervención militar, “humanitaria” por supuesto, está en camino. La guerra otra vez como solución, que nada soluciona, para detener matanzas mediante matanzas más grandes aún. Demasiadas  ironías  de la historia para que las victimas lo entiendan.

Desde Vietnan Estados, Unidos no ha afrontado ninguna guerra directa contra otros países que representaran causas nobles ante los ojos de occidente  y de sus ciudadanos. Entendemos por “causas nobles”  aquellas que representan valores univerzalizables ( libertad, igualdad). Siempre que esto era así uso manos interfectas como en Nicaragua o en Venezuela pero no se atrevió a emprender una invasión directa. En Palestina han hecho, entre ellos y los Israelitas, lo posible  y lo imposible por destruir a la izquierdista y laica OLP en favor del indeseable fundamentalismo islámico chiita o sunita, ya lo han conseguido. Esta estrategia de construcción  de la maldad moral del enemigo que puede parecer desalentadora en el fondo nos informa de la fuerza que los valores democráticos han alcanzado a pesar de todo. Y es una fuente de fuerza para la paz  y la democracia mundial a la que debemos agarrarnos para oponernos a la locura belicista tanto dentro de Siria como en la agresión exterior imperialista. El “no a la guerra” es la única posición y el único grito que podemos alzar ante este nuevo conflicto, el único partido que se no está permitido tomar a los demócratas.

En un mundo de recursos finitos y muy mal distribuidos, la guerra es la única forma de ejercicio  de la hegemonía tanto para el occidente como para los que aspirar a emularlo. Si queremos la paz tenemos que preparar las condiciones ecológicas, sociales y políticas que la  posibilitan y no sólo oponernos a la guerra.  Hoy es Siria, ayer fueron Kuwait, Iraq, Afganistán; armas químicas, dictadores crueles, ya  conocemos la letra y la música de esta tenebrosa canción.

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