Cristóbal Orellana.
La vertiginosa cascada de noticias sobre Túnez, Egipto, Argelia, Marruecos, Libia, etc., nos está asombrando a todos. No porque no supiéramos de las dictaduras que allá gobernaban (y aún gobiernan), sino porque no esperábamos el colosal impulso de libertad de las poblaciones del Norte de África para quitarse de encima a tanto dictador. Esto es una esperanzadora novedad histórica del calibre de la caída del muro de Berlín en 1989. Obviamente, la ciudadanía norteafricana estaba ya harta de tanta mentira, indignidad y opresión. Dando una increíble lección al mundo, de manera pacífica en general, ha dicho: basta, hasta aquí llegamos. Algo nuevo, algo de grandes dimensiones, ha nacido. Toda una lección de autentica democracia para todos aquellos que aquí, en el supuesto paraíso de los Derechos Humanos, también estamos siendo asaltados (con impunidad) en nuestros derechos sociales.
También la memoria se nos va refrescando a medida que pasan los días con noticias como que Inglaterra (exportadora de armas a Libia y Bahréin), Bélgica (fusiles de asalto, ametralladoras y granadas), Italia (helicópteros) y España (radares de uso civil y militar) han vendido armas a Libia. O también con las noticias, aunque ya conocidas, del apoyo (con miles de millones de dólares) de Estados Unidos a las Fuerzas Armadas de Marruecos y Egipto, o respecto a la amistad estratégica de Francia con Argelia, su ex-colonia. Pero, para salvaguardar la imagen de de Democracias, encima ahora EE.UU. y la Unión Europea (aparte de preparar una amenazante misión militar con fines varios) quieren pasar ante la opinión pública internacional como defensoras de los Derechos Humanos¦ ¿a base de haberles vendido armas y haber dado apoyo político a los dictadores títeres a quienes ahora se ven obligados a volverles la espalda?.
Después de los procesos de descolonización, EE.UU. y la Unión Europea impusieron un determinado orden de cosas en el norte de África mediante un férreo control económico y Élites autóctonas aliadas, pero ahora la ciudadanía de esos países les ha dicho basta, pero no sólo a Hosni Mubarak o a Gadafi, sino también a Sarkozy, a Obama, a Zapatero, a Cameron, a Berlusconi, etc., que son los que les han impuesto recortes sociales hasta la extenuación.
A la ministra española de Exteriores, Trinidad Jiménez, se le ve el plumero entre las líneas: «Siempre que hay acuerdos de asociación [con esos países] hay cláusulas democráticas y de Derechos Humanos y creo que se ha avanzado en esos ámbitos», pero «los cambios son muy difíciles de imponer desde fuera”; ambigüedad interesada y tibieza cómplice que ha sido corregida, por paradójico que esto sea, por su propia compañera, la ministra de Defensa ,la señora Chacón, quien ha lamentado que Europa haya sido «excesivamente benevolente y prudente« con determinados dictadores como Gadafi. Y en todo caso, ¿cómo se venden armas democráticas a las dictaduras?, ¿qué buscaba Occidente apoyando a los dictadores durante decenios?, ¿cómo ahora dice la Unión Europea que defiende los Derechos Humanos?.
Cristóbal Orellana González (de la Red Antimilitarista y Noviolenta de Andalucía, R.A.N.A.) (http://noviolencia62.blogspot.com)