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4D: Memoria y futuro.

 

 

 

 

 

 

 

Pilar González. El sueño va sobre el tiempo flotando como un velero, escribía Federico y cantaba Camarón. Y es que en el arte, la vida puede inventarse sin márgenes. Pero, a diferencia del arte, la vida real sí está sujeta a los límites del tiempo. Y la única manera de vencer esos límites es la memoria.

La memoria es, además, la fuente primera de la identidad, es el vínculo imprescindible con nosotros mismos y con las y los demás. La memoria es también material y es política: no hay ciudadanía sin memoria.

Hoy es un día para celebrar nuestra memoria colectiva. Nuestra memoria como pueblo.

Siempre he participado de esta celebración, pero no tengo memoria personal del 4D. Me ocurre lo mismo que a la mayoría de la gente de Andalucía, pues según los indicadores demográficos oficiales publicados en 2017, la edad media de la población andaluza es de 40,7 años (39,5 los hombres y 41,8 las mujeres).

Más de la mitad de nuestra población está por debajo de los 44 años, luego la mayoría de andaluces y andaluzas tampoco tienen memoria personal del 4D del 77. Si la Junta se demora un poco más en conmemorar el aniversario, pronto no quedará nadie de quienes lo vivieron. Por eso es tan importante la memoria política, ya que hablamos de un día decisivo para la historia reciente de Andalucía. Benditos aquellas y aquellos que lo protagonizasteis y que estáis aquí hoy para que podamos celebrarlo juntos, como Salvador Távora..

No tengo memoria personal pero tengo la fortuna de poder compartir la memoria de algún amigo que sí vivió aquel día histórico.  Mi amigo era de Granada Como Mariana Pineda, como Federico, como Carlos Cano. Y es que en Granada abundan las estirpes de luz, tal vez por eso sólo tienen salida por las estrellas.

Estirpes que alumbran, como Mariana, la libertad herida por los hombres. Que frente al vivan las caenas (a por ellos) gritaron viva la pepa y defendieron la primera Constitución. Con aquellos liberales, compañeros de Mariana, nació el concepto Nación, no para dividir, sino para definir a quienes no eran nobles ni clérigos, a quienes no tenían más riqueza que sus manos ni más privilegio que la luz de sus ojos.

Estirpes que alumbran, como Federico. Que nunca habitarán el olvido, porque cuando se reunieron por primera vez en su nombre miles de personas, en aquel tiempo en el que todo ocurría por primera vez, volaron palomas y globos con las palabras amnistía y libertad. Y aunque sean las cinco de la tarde en Andalucía sabemos que la luz no abandonará los relojes. Nunca.

Estirpes que alumbran, como Carlos. Que convirtió los anhelos de su gente, nuestra gente, en el mejor tratado político sobre la autonomía que se ha escrito nunca y encontró las palabras contra el olvido: escuela gratis, medicina y hospital; pan y alegría nunca nos falten, que vuelvan pronto los emigrantes, haya cultura y prosperiá. Y además, mandó a los caciques a hacer lo que hacía su pueblo: pico, pala, chinmpún y a currelar. El Padrenuestro laico que habría que enseñar en las escuelas andaluzas en educación para la ciudadanía. Para no olvidar.

Mi amigo también es de las estirpes que alumbran. Tenía recién cumplidos los 17 y  aquel 4D aún le quedaba por vivir un siglo. Pero desde aquel día brillaba una centella en sus ojos oscuros, el relámpago que distingue a quienes asistieron conscientes al alumbramiento de un Nosotros, a quienes fueron ese Nosotros.

La manifestación fue convocada con el lema Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía.

Y, con esos objetivos, y con todos los anhelos que sumaban las personas que se manifestaron, el pueblo andaluz se reconoció a sí mismo, se desprendió, al fin, del fatalismo y la mansedumbre, se autoafirmó sin complejos y se convirtió en sujeto.

Mi amigo fue pueblo, pueblo constituyente, parte del pueblo que parió un estatus político: la nacionalidad andaluza.

Ese es el auténtico significado del 4D.

Sus causas son muchas y complejas. Pero aquel día fue nuevo porque ocurrió algo nuevo, algo inesperado, incluso por los grupos más concienciados, algo improbable para todos los demás. Fue un día histórico, una quiebra con el tiempo anterior y una flecha lanzada hacia el futuro.

Un día histórico es un producto de la historia que porta nuevas posibilidades de historia. El 4D demostró la insuficiencia del modelo político y social de la Transición, (el modelo que existía y el que se vislumbraba: reino, estado asimétrico y sinécdoque indisoluble). Y fue la alternativa a ese modelo.

Y Andalucía inauguró el estado de las autonomías.

El 4D mi amigo y dos millones de personas más cambiaron todo para que nada fuera igual.

 

Por eso su sentido hay que buscarlo en el futuro, no en el pasado. Por eso no se puede conmemorar mirando hacia atrás sino hacia adelante. Por eso no se puede celebrar desde la nostalgia ni desde el cobijo de las instituciones. Siempre hace frío el 4D. Y que haga frío está bien para no olvidar de donde venimos. El 4D es un pueblo a la intemperie decidido a construir su propia casa. Un pueblo esperanzado y valiente al que le helaron la alegría a la hora que mataron a un muchacho en Málaga.

Pero sepan, quien asesinó a Manuel José García Caparrós y quienes encubrieron, manipularon, restaron importancia, ocultaron y, aún hoy, impiden, dificultan e imponen silencio sobre la investigación de su asesinato. Sepan que acabaremos conociendo la verdad. Y que tendrán que hacer justicia, al menos con su familia.

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Esto es lo primero que quería deciros hoy en nombre de mis compas de Primavera Andaluza: la memoria y el sentido del 4D. A la par que os cuento nuestra gratitud y nuestra alegría por participar en este  acto, por mezclarnos con todas vosotras y vosotros. Por hacer de esta conmemoración algo nuevo, tan nuevo como el propio 4D.

 

Lo segundo y último que quiero deciros es futuro. Tenemos un hermoso legado. Y una enorme responsabilidad: gestionar ese legado.

Hoy es el mañana de aquel 4D de hace 40 años. Porque hubo un Nosotros hay un mañana.

Y es un mañana complejo. En los tiempos complejos, la política es la única herramienta de la que disponemos quienes no tenemos más riqueza que nuestras manos ni más privilegio que la luz de nuestros ojos. La política es una tarea civilizatoria. Y la democracia es la trinchera donde se defienden nuestros derechos.

Vivimos un tiempo complejo de cambios grandes. El mundo es un mercado que requiere consumidores no ciudadanos. La economía prima sobre la política, el poder es global. Son los modelos productivos los que generan sociedades diferentes. Y no a la inversa. La nueva etapa histórica, inaugurada por la crisis del capitalismo hace 10 años, ha producido una sociedad en la que el avance de la desigualdad se hace insoportable y el retroceso de los derechos conquistados por la mayoría social lleva aparejado el beneficio de las élites.

La desigualdad se convierte en brecha cuando afecta a los colectivos sociales más vulnerables. Y cuando afecta, también a los territorios más vulnerables. La lógica del capitalismo es de hierro: jerárquica, excluyente, piramidal. En el paradigma del capitalismo sólo hay un objetivo: el beneficio. Todo lo demás es instrumental. Todo. Todas. Todos. En esa lógica y en ese paradigma, Andalucía es sólo un espacio periférico. Y el sufrimiento de nuestra gente es sólo un daño colateral.

Y este contexto de cambios mundiales, coincide en España con el agotamiento del sistema político de la Transición, el turnismo bipartidista de la II Restauración y con gobierno del PP, un partido corrupto. Por eso se plantea la necesidad de cambios constitucionales o tiempos constituyentes. ¡Ay, si PP y PSOE defendieran y aplicaran los artículos 35, 47 o 128 con el mismo ahínco que defienden el 155!

Y a todos nosotros nos pilla en momentos de redefinición de los espacios políticos, la izquierda incluida, ausencia de paradigma y carencia de hegemonía. Y con el andalucismo convertido en las teselas de un mosaico.

Tiempos complejos. Vive Astarté!

La parte buena es que si hay un lugar desde donde podemos impugnar esta lógica, es Andalucía. Por cuanto somos y por cuantos y cuantas somos. Nuestra población, nuestro patrimonio constitucional acumulado a partir del 4D, que es irrenunciable, y nuestras circunstancias socioeconómicas nos impelen a cambiarlo todo de nuevo para que nada siga igual.

Apliquemos las recetas conocidas: diálogo y debate. Inventemos recetas nuevas a partir de lógicas feministas y ecologistas para poder trabajar juntos: en igualdad, en un proyecto sostenible para la vida de los andaluces del mañana. Hablemos de soberanía, de federalismo, de modelos….. Definamos los objetivos y las prioridades. Cambiemos competición por cooperación.

Algunas y algunos tenéis un plus de responsabilidad en estos tiempos. estáis en el momento y en el lugar oportuno. Ahora que no nos oye nadie, Tere y Antonio, tirad palante.  Tirad palante, que somos muchas y muchos deseando empujar este carro y quitarle los palos de las ruedas. Que somos muchas y muchos deseando que la normalidad en Andalucía no sea el paro, ni la pobreza infantil, ni el riesgo de perder la casa, ni la tristeza del final de mes o la incertidumbre de vivir más de un día sin un euro en el bolsillo.

Tirad palante.

Porque Andalucía es mucho más que una bandera. Es un motivo en común.

Porque la realidad que podemos cambiar es esta en la que tenemos la raíz y las alas, la que nos rodea y nos da significantes y significados.

Porque nuestra cultura es de síntesis, de cooperación y de alegría.

Porque el dolor de nuestra gente es invisible mientras forma parte de la intrahistoria, pero se convierte en motor cuando emerge, visible al fin, a la superficie de la Historia.

Porque si los tiempos complejos se convierten en tiempos constituyentes, el 4D se convierte en punto de partida. Irrenunciable.

Igual que hace 40 años, Andalucía se reivindicó a sí misma para que nadie desde Madrid nos dijera qué y cómo éramos. Defendimos nuestro derecho a decidir. Y el 28F lo ejercimos. Este caudal de legitimidad es una victoria que no tiene más dueño que el pueblo andaluz que la parió. Y que no prescribe nunca.

Mi amigo decía que los pueblos que olvidan sus victorias están condenados a perderlas. Que los pueblos sin memoria están condenados al olvido.

Mi amigo era, como habréis adivinado, José Luis Serrano. Aquel 4D llevaba una arbonaida y una estrella de ocho puntas.

En su memoria.

Viva Andalucía Libre.

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