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Andalucía ante las elecciones generales

Rafa Rodríguez

La crisis larvada del Estado de las Autonomías por las disfuncionalidades provocadas por no ser un Estado federal bien estructurado, ha generado mucha desigualdad territorial pero ha estallado con la opción de los partidos nacionalistas catalanes por elegir la vía unilateral a la independencia.

Esta crisis está modificando el sistema de partidos y los sentimientos nacionales de muchas personas en España, agudizando la crispación y la ingobernabilidad.

El Congreso que salga elegido en las próximas elecciones generales será el órgano encargado de debatir y rediseñar el nuevo reparto del poder territorial en España. Esa es una tarea inaplazable para reconstruir los consensos democráticos mínimos que permiten a una sociedad y a un estado hacer frente a los gravísimos problemas que tenemos que gestionar empezando por el cambio climático y las desigualdades de toda índole.

¿Por qué el Congreso? Porque una de las más importantes disfuncionalidades que separan al Estado autonómico del Estado federal es que el actual Senado no es en realidad una cámara de representación territorial ya que representa básicamente a las provincias y no a las Comunidades Autónomas y porque carece de competencias decisorias legislativas reales.

Así que si el Senado no cumple esta función, el Congreso se está comportando como una Cámara impropia de representación territorial con una mezcla de partidos de ámbito estatal y de Comunidades Autónomas, de tal manera que las Comunidades Autónomas que no tienen representación propia sencillamente no tienen representación en el Estado.

La gran ausente durante las últimas legislaturas ha sido Andalucía a pesar de ser la Comunidad Autónoma más poblada, la única que consiguió su autogobierno por la vía del 151 y de definirse en su Estatuto de Autonomía como una nacionalidad.

En las últimas elecciones autonómicas hubo una formación política que se definió como andalucista y que denominó: Adelante Andalucía. Sin embargo en estas elecciones se demuestra que solo fue un gancho electoral. Ni se presenta a las elecciones como tal, ni su marca estatal, Unidos Podemos, ha permitido que se eligen a su candidatos en la circunscripción andaluza, sino en una única lista estatal, ni tiene intención de formar siquiera un grupo parlamentario andaluz en el Congreso.

¿Será posible que en estas elecciones ninguna formación política vaya a representar a Andalucía en el Congreso de los Diputados? ¿Ni siquiera plantear a la sociedad andaluza que si no tiene voz en el Congreso simplemente renuncia a que Andalucía exista políticamente?

Dentro de unos días vamos a celebrar el 28F. El día en que Andalucía, contra todo pronóstico, consiguió un estatus político de primera categoría en el Estado e impulsó una interpretación federalizante de la Constitución. Las personas y organizaciones que se sienten y se declaran andalucistas sólo tienen una forma coherente de celebrar este 28F: impulsando una candidatura unitaria andalucista y federalista para que Andalucía vuelva a tener voz propia en el Congreso y pueda defender una alternativa federal para el conjunto del Estado frente a los que quieren soluciones excluyentes, privilegiadas o centralistas. Andalucía con voz propia por un consenso federal, desde el diálogo, la igualdad y la pluralidad.

Celebrar el 28F es ofrecer una alternativa para que la sociedad andaluza pueda debatir en estas elecciones si considera importante que Andalucía exista como sujeto político en el Congreso que va a rediseñar el poder territorial en el Estado.

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