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Distrofia generacional

Bread Line Sculpture by Seagal in HamiltonTenían, tienen,  pocos años.  Y cuando todos sus compañeros y amigos  se dedicaban al botellón , al deporte , a  las drogas o los videos juegos;  ellos ya se dedicaban a la  militancia  social o política, algo  mas raro , entonces,  que el budismo  tibetano.  Ellos  ya se manifestaban, asistían a interminables asammbleas donde se perdía el tiempo  con la misma generosidad con que se usaba o firmaban peticiones en internet a a favor de Chiapas (sabiendo que no era una bebida energética  para el after hour) .  Leían a los clásicos  de la izquierda y por eso conocían a Trotsky , sin confundirlo con ningún delantero ruso del Bayer de Múnich. Escuchaban con devoción  a Ismael Serrano y leían  a Luis García Montero.

Ellos  tenían conciencia  política y esa  identidad  funcionaba  como un blasón de distinción social, una cierta aristocracia  secreta del conocimiento. Sabían lo que ocurría , querían ser dueños de su vida, no estaban arrastrado por la modas o las drogas del momento. Creían tener , y era correcto esa creencia, un  acceso privilegiado a la realidad  de lo que ocurría.

Había que tener mucha valentía intelectual y vital para adentrarse en esos caminos con la que estaba cayendo;,se arriesgaban  al ostracismo generacional . La conciencia política  no servía  para ligar , ni para ganar dinero, ni para hacer carrera académica, eran otros tiempos,  demasiados fines de semana , un resto  arqueológico de las ruinas de la revolución soñada en la transición. Pero ellos aguantaron y crecieron con “la dignidad de altos personajes en  destierro” que decía Cernuda.

Y en esto llego la crisis y entonces lo que antes eran tentaciones se convirtieron en pesadilla; la fiesta tocaba a su fin , el mundo era algo mas que botellones y  cursillos.  El paro, los recortes, los desahucios, la emigración a Londres para poner copas  con el titulo del Master bajo el brazo ( “para mejorar  el ingles” decimos ..). De pronto la crisis, como en otros momentos la guerra, hizo descubrir de golpe  a toda una generación de que la política existe. Muchas miradas  volvieron la mirada  hacia ellos, un mirada esquiva, vergonzosa ; “así que estos muermos tendían algo de razón” pensaron  muchos.

Y es entonces cuando viene  el dimorfismo generacional.   Algunos  se habían acostumbrados tanto a ser minoría y a ser inútiles que  esta nueva situación les provocaba un extraño desasosiego; ya no eran únicos, ya no militaban en el club esotérico de la política. Les molestaba tanto advenedizo y   se comportaban como viejos con sus compañeros de generación  y repetían  miles de veces eso de  “ya lo dijimos”. Millones de personas , y especialmente   de su generación, habían descubierto que la política, mas que el tamaño, importa. Que eso que hacían  esos  tipos  encorbatados y aburridos  de los  coches oficiales   y los mítines, marcaban de hasta el ultimo suspiro  de  sus vidas.

Entonces se refugiaron en los cuartos  de banderas de la  vieja política; allí en las sedes podrían seguir siendo una exquisita minoría juvenil.  El aislamiento de estos años de plomo les había convertido  en consumidores de identidad más que  en operadores de cambio y transformación. Agarrados a las palabras y a los símbolos de la izquierda de siempre , los usan como escudo para alejar a las mayoría sociales que amenazan con su llegada  desbaratarle ese feliz perfil personal de fracaso e impotencia.

Entiendo  , aunque no comparto, esta actitud en los viejos militantes , y no digamos en los profesionales de la revolución  imposible  pero ellos no tendrían por que.  Salvo que comprendamos que cuando la impotencia política para mantener   la militancia necesita priorizar la identidad sobre las efectos. Al contrario ocurre lo mismo; si prioriza una política d ela identidad se deviene en impotencia.

Pero, y aquí esta el dimorfismo generacional, no todos se dedicaron a escuchar a Ismael Serrano y a llevar chapitas del Che. Ootrs de esa misma generación  están forjando el cambio que aquellos tanto  les repele: son los activistas  del 15M, de Stop Desahucio, de la guerras del software; son la inteligencia , el coraje y la imaginación política de Podemos. Esa gente  son tan  jóvenes como los otros, han pasado  por la misma travesía  del desierto pero han buscado la salida , no se han instalado en los oasis de la izquierda tradicional.   Militaron, investigaron,  ensayaron , viajaron allí donde la cosas  había cambiado  y aprendieron. No han echado  en cara nada a  nadie, no han pedido pedigrí ,  ni pasado, han tendido puentes hacia el futuro; han conformado un nuevo horizonte. Lejos  del fetichismo de las cosas y de las bellas derrotas;  hoy nos ofrecen la salvaje y mestiza  realidad de la victoria.