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En riesgo por la ausencia de un proyecto reformista global

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Rafa Rodríguez

La caída generalizada de las bolsas evidencian el miedo a una nueva recesión. El factor mas explicativo y mas determinante para nuestra realidad es que la crisis es estructural y el capitalismo ha optado por una estrategia no reformista, basada en políticas monetarias, la nueva economía digital y la privatización de servicios y bienes comunes, que colisiona con la democracia.

La constatación de la ausencia de un proyecto reformista global es la señal de que, como afirma Antoni Doménech, “2008 fue la muerte del neoliberalismo y lo que queda es solo un zombi” que ha idiotizado a las élites dominantes que apuestan por políticas a corto plazo incapaces de lograr un consenso para poner en pie un nuevo orden mundial, tal como ocurrió después de la II guerra mundial, que ofrezca soluciones a las amenazas globales.

El resultado es que la crisis a pesar de los cambios de coyuntura y el distinto comportamiento regional se hace cada vez más profunda:

  1. la política monetaria es solo una operación superficial (aumento de la liquidez mediante la multiplicación de las bases monetarias y mantenimiento de los tipos de interés del dinero cercano al 0) que ha encontrado sus propias limitaciones ya que ha originado una ingente transferencia de deuda privada a deuda pública y de deuda de los estados desarrollados a los emergentes; EE.UU, el centro del sistema, encuentra muchas dificultades para regresar a un entorno financiero más normal (ya está en recesión industrial y su productividad se estanca). Un primer intento ha encarecido el dólar y provocado que los tipos de corto plazo empiecen a subir, la entrada masiva de capitales sobre todo desde los estados emergentes, en especial desde China, caída generalizada en las bolsas desde la primavera de 2015 y conatos de guerra de divisas;
  2. hay una situación estructural de exceso de capacidad instalada, lo que provoca una caída de la demanda en un contexto de altísimo endeudamiento público y privado, con consecuencias de estancamiento económico y situación deflacionaria;
  3. caída del precio de las materias primas sobre todo del petróleo, con lo que ha provocado una recesión en los estados exportadores;
  4. la crisis y la revolución digital está afectando al empleo. En un reciente informe la OIT señalaba que en 2014 más de 201 millones de personas estaban desempleadas, 31 millones más que antes de que irrumpiese la crisis global. Se prevé asimismo que el desempleo mundial aumente en 3 millones de personas en 2015 y en 8 millones durante los siguientes cuatro años;
  5. un nuevo orden económico con serias consecuencias para el empleo se ha instalado entre nosotros. Las sinergias que se derivan del desarrollo de las ingenierías del software, robótica, telecomunicaciones y microelectrónica, han creado memorias más rápidas y baratas, mayor movilidad y ubicuidad de la información, máquinas inteligentes que combinadas con otras ramas del conocimiento han generado todo un universo nuevo: el de la digitalización. Un universo que, como ocurriera en su día con la electricidad, embebe los hábitos humanos y condiciona la cantidad y la calidad del empleo. Más que la sustitución del hombre por la máquina, es la aparición de nuevos productos y costumbres los que asolan muchos empleos y están cambiando las pautas ocupacionales, las condiciones laborales, la precariedad en los empleos y ampliado las desigualdad en los ingresos salariales;
  6. el cambio climático continúa imparable a pesar de una mayor concienciación de la opinión pública mundial que está sufriendo el calentamiento global y las alteraciones climáticas en forma de sequías e inundaciones y que ha presionado para que haya se alcance un cierto compromiso en la cumbre del climas celebrada en París;
  7. el aumento de la desigualdad es la consecuencia de todos factores: en algunas economías avanzadas, en las que tradicionalmente las desigualdades han sido muy inferiores a las de los países en desarrollo, las desigualdades en los ingresos han empeorado rápidamente después de la crisis. En economías emergentes y en desarrollo donde, en general, las desigualdades han venido disminuyendo, los niveles se mantienen elevados y el ritmo de mejora se ha reducido considerablemente;
  8. la creciente desigualdad y la debilidad de los estados frente a las presiones del capital para suprimir derechos y privatizar servicios público han socavado asimismo la confianza en las instituciones democráticas;
  9. nuevas corrientes totalitarias amenazan por multitud de frentes: movimientos terroristas de naturaleza fascista y sanguinaria como el ISIS; aumento de la represión en estados como China, Rusia, Arabia Saudí, Turquía o Egipto; corrientes xenófobas en el partido republicano de EE.UU representadas por el candidato Donald Trump o partidos neofascistas que han conseguido buenos resultados electores en la UE como el Frente Nacional en Francia.

Esta estrategia de gestión de la crisis está derivando en un conflicto entre capitalismo y democracia porque tiene como objetivo principal obligar a los estados a desmantelar el estado del bienestar y a privatizar servicios públicos y bienes comunes aprovechando la ventaja que le da el dominio global del planeta mientras que las democracias están encapsuladas en los estados. Por ello, la competencia política por el control de los poderes públicos se ha situado en el centro del conflicto social.