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Ganar Andalucía

Felipe Reyes Guindo / En las últimas elecciones generales hemos presenciado algo particularmente interesante: uno de los partidos que aspiran a la presidencia del Gobierno Central, es primera fuerza en País Vasco y Cataluña. A pesar de que Podemos se coloca en el no a la independencia, ha sabido resolver el conflicto muy afortunadamente, apelando a lo que une a ambas posturas: la democracia y el derecho a decidir. Por primera vez en muchos años, se propone un proyecto para España que no va en contra de los catalanes o, para decirlo con más precisión: un proyecto para España que no ignora el fortísimo peso social que el independentismo tiene en una región en concreto.

Las elecciones autonómicas de Cataluña nos demostraron que las claves de unas elecciones pueden no ser las manifiestas (yo me atrevería a decir que rara vez lo son), de tal forma que se vota en unas elecciones autonómicas como si se tratara de un referéndum por la independencia. Podemos ha sabido manejar esas claves, y convertir unas elecciones generales en un plebiscito de protesta y revisión de los elementos caducos de nuestra democracia (quedando a gusto del votante decidir si esas reivindicaciones son izquierda o no, poco importa). Esta es la clave para generar una mayoría, y es una clave que no se ha abandonado: recordemos que Pablo Iglesias, salió a decir el día 21 que «no es el momento de investiduras y sillones».

Ahora cabe preguntarse por qué esas claves no han sido efectivas en Andalucía, la gran ausente de estas elecciones generales. La crítica al menoscabo de los derechos sociales, la corrupción, y la falta de democracia e independencia de la justicia, parecen haberse adjudicado mayoritariamente a los gobiernos del PP, de tal manera que Andalucía queda fuera de esa vorágine degeneradora, ya que el Gobierno Autonómico socialista se suma a la crítica y reivindica muy inteligentemente el importante papel que el PSOE desempeña en la defensa de los derechos sociales y en los demás factores en los que Podemos ha basado su ambicioso programa electoral. Por más que el PSOE haya sido partícipe al cincuenta por ciento de la corrupción y el quebranto de derechos sociales, es difícil convencer al andaluz de que en Andalucía no hay confrontación enérgica a las políticas austericidas del Gobierno Central. Será difícil convencerlo de que el PSOE andaluz no trabaja en la defensa de los más desfavorecidos y contra la corrupción. Y, por apurar el concepto, será difícil convencer al andaluz de que en Andalucía no hay izquierda.

El quinto pilar del programa de Podemos es la unidad en la diversidad. Reconocer la diversidad de España y el derecho inalienable de los pueblos a elegir su destino, sin renunciar a la propuesta de un nuevo modelo de estado en el que se reconozcan las diversas nacionalidades y se construya un encaje satisfactorio de las mismas en el conjunto del Estado. Esta ha sido la clave del éxito en País Vasco y Cataluña, pero parece no haber tenido efecto en Andalucía, a pesar de que es otra de las Nacionalidades Históricas, y que durante los años 70 y principios de los 80 tuvo un importante movimiento de afirmación nacional que se materializó en el multitudinario 4 de diciembre de 1977 y el Estatuto de Autonomía de 1981.

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Pero ese sentimiento nacional, vinculado a la reivindicación social, que emana a su vez de las condiciones materiales de una Andalucía empobrecida, parece haberse diluido con el paso de los años, como no ha pasado sin embargo en País Vasco y Cataluña. Sería muy complejo estudiar por qué en Andalucía se ha apagado el nacionalismo. Quizá sea porque el independentismo nunca fue (de forma mayoritaria) la reivindicación, y que con ese Estatuto de Autonomía, Andalucía ya había logrado sus objetivos. Quizá sea por el propio carácter del andaluz, o porque los mecanismos de generación de identidad nacional no han tenido efecto en los jóvenes andaluces. En cualquier caso, parece una realidad que esa pulsión de finales de los setenta y principio de los ochenta ya no existe en Andalucía, y dudo mucho que los nacidos en democracia sepan siquiera de aquel 4 de diciembre, y mucho menos, lo que supuso.

Si no podemos arrebatarle al PSOE la inmerecida insignia de opositor a las políticas del PP, y la medalla de defensor de los derechos sociales, y tampoco podemos apelar a la diversidad nacional como elemento de revulsivo, ¿cómo ganar en Andalucía?

Para explicarlo mejor, diremos, que el discurso de la unidad en la diversidad, tiene efecto donde realmente existe una conciencia nacional. Así como las demás reivindicaciones, tienen su efecto en regiones donde se ha generado una conciencia social, que tampoco tiene el andaluz contra las políticas el Gobierno Autonómico. ¿De qué es consciente el andaluz? ¿A qué puede apelarse para generar una identificación con el andaluz?

Parece bastante evidente, que el andaluz es muy consciente de sus peculiaridades, pero hoy en día, lejos de tener que ver con su identidad nacional o social, tiene más que ver con la identidad popular, tradicional. El andaluz conoce sus particularidades culturales y lingüísticas, pero no es algo que pueda o deba materializarse en un programa electoral. Es un elemento que no ha sido explotado por ningún partido político pero que creo que puede ser un factor electoral interesante para ganar Andalucía, en especial, viendo los resultados en Cádiz de José María González, mejor conocido como «el Kichi». No es casualidad que el alcalde de Cádiz, encarne todos los elementos del tipismo gaditano: siendo componente de una comparsa en los carnavales y hablando sin disimular su acento.

El andaluz habitualmente ha tenido representantes políticos y candidatos con un habla alienada, señores y señoras académicos que reproducen comportamientos y maneras que tienen más que ver con lo español que con lo andaluz, y precisamente por eso, este factor puede resultar relevante. No es algo en lo que deba basarse una estrategia política, pero estoy seguro de que es un elemento a tener en cuenta de cara a futuros procesos electorales: generar una identificación cultural con quien se presenta por una provincia concreta, un candidato que no disimule sus rasgos lingüísticos y culturales, un candidato con el que el andaluz se sienta identificado.

Hay que manejar los escenarios que tenemos para generar una mayoría que pueda ganar las elecciones. La realidad sociológica de una región debe ser explotada y manejada inteligentemente, sin perder de vista el trasfondo y el argumento, y sin caer en lo burdo o frívolo; olvidando el peso de lo tradicional y cultural en la identidad de un pueblo, no hacemos sino renunciar a las claves con las que presumiblemente puede ganarse en Andalucía. Porque Andalucía no puede mantenerse al margen del cambio político, y debe tener a políticos que peleen el lugar que Andalucía merece en la nueva organización territorial del Estado, y que se ganó en nuestra historia reciente con las movilizaciones antes mencionadas. En mi opinión, hay que aprovechar todas estas claves para revitalizar el andalucismo y generar un nuevo movimiento de afirmación nacional con candidatos que se identifiquen sin tapujos con los usos y costumbres andaluces.

Felipe Reyes Guindo es filólogo hispánico y Teniente Alcalde del Ayuntamiento de La Zubia (Granada)

4 Comentarios

  1. El problema que ha tenido el sentimiento nacional andaluz es que el PSOE-A se ha hecho pasar por el partido más genuinamente andaluz por un lado y por otro ha jugado durante todos los años que ha estado en el poder andaluz a adormecer este sentimiento nacional andaluz, de hecho muchos piensan que se lo hurtó al PSA y luego al PA.
    Como leí hace no mucho la única forma de que Podemos Andalucía puede ganarle al PSOE-A es demostrar que es más andaluz que ellos. Muy bien hecho por Teresa Rodríguez portando una bandera andaluza así como presentando proposición no de ley en defensa de lo andaluz y defendiendo a la vez el 4D y el 28F. Una forma clara de verlo es que Susana Díaz siempre habla del 28F pero jamás lo hace del 4D con lo cual demuestra el carácter institucional que quiere darle pero no habla sin embargo como el pueblo andaluz se echó a la calle para defender una autonomía de primera y el concepto nacional andaluz.

  2. Si podemos se hubiera presentado con grupo propio en Andalucia y dejase elegir a los candidatos hubiera sacado mas votos, con la suma de IU, PA , etc podria haber creado un buen equipo.

    El resultado ha sido diferente por no llevar grupo propio como en las demás nacionalidades históricas

  3. Por cierto, antes de «ganar» la Andalucía de las macrobases nucleares de Rota y Morón para la simpar y hermosísima causa del coletariado, ¿alguien sería tan amable de explicarnos el PROGRAMA MILITAR DE PODEMOS?:

    http://www.grupotortuga.com/El-programa-militar-de-Podemos

  4. Felipe, tu discurso más buenista que voluntarista solo evidencia tu crónica miopía, negándose a ver la realidad. Comparar la sociedad colonizada andaluza (al igual que la extremeña, manchega, murciana y canaria) con la de los socios históricos de la metrópoli, puede excitar quizá la vanidad de algunos, pero no alcanza a consolarnos en nuestra estructural e inducida miseria y alienación.

    Al contrario que Euskal Herria y Catalunya, donde existen sólidas burguesias mercantiles, las predominantes en el subordinado mediodía peninsular y canario son burguesías coloniales, empezando por la del cuerpo docente del Estado, pagado por él como sindicatos y partidos… ¿nuestra liberación político-económica puede llegar de la mano de los amamantados por el centralismo opresor?

    El pueblo andaluz se ha dado cuenta que las similitudes entre el histórico revolucionario Pablo Iglesias (Posse) y Pablo Iglesias (Turrión) son las mismas que entre el huevo y la castaña… no se parecen ni en lo blanco de los ojos.

    Por ello la protección social de las masas desproletarizadas, las pensiones o las subvenciones autonómicas al desarrollo indutrial y campesino nada tienen que ver entre los vascos y los andaluces, por mucho que se le llene la boca a algunos de «igualdad», «constitución»-sin asamblea Constituyente alguna- o unionismo.

    Debemos por tanto abandonar las masturbaciones mentales inoperantes y releer a Franz Fanon.

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