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Intelectuales y frívolos

muñoz molina

 

Ignacio Sánchez-Cuenca.Infolibre.

¿Quiénes son hoy los intelectuales? Una definición operativa podría ser esta:
todos aquellos que participan en el debate público aportando ideas y
argumentos
, y que no son ni políticos ni periodistas. Por una
deformación muy carpetovetónica, en nuestro país el intelectual por excelencia
es el escritor y el ensayista. Los escritores son omnipresentes
en la prensa y las revistas, pero ocupan ese espacio no sólo para tratar
cuestiones literarias, sino sobre todo para opinar sin recato sobre política y
economía, muchas veces con un conocimiento superficial de la materia.

En
el mundo anglosajón ocurre con menor frecuencia y, cuando sucede, se producen
fuertes reacciones. Hace unos días, sin ir más lejos, el famoso crítico
Terry Eagleton arremetió furiosamente contra dos reputados
escritores, Paul Auster y J. M. Coetzee, que han publicado un epistolario en el
que intercambian opiniones e impresiones sobre los asuntos más variados. La
reseña de Eagleton
comienza así: “Es una ilusión romántica suponer
que los escritores tienen algo interesante que decir
sobre el racismo,
las armas nucleares o la crisis económica por el simple hecho de ser
escritores”. El año pasado publiqué en el diario El País un artículo en la misma línea y algunos de los escritores a
los que mencionaba, así como algunas otras almas sensibles, se irritaron
sobremanera.

Los intelectuales no deben dejar de hablar de la situación
gravísima que atraviesa el país. Lo malo es que lo hagan con tanta
frivolidad. La mayor parte de ellos hace una lectura en clave
nacional, como si la crisis fuera ante todo una crisis “española” que se explica
por los males crónicos de la patria. Así, en la base de las
dificultades económicas que padecemos se encontraría una crisis política más
profunda. Quizá el autor que más lejos ha llegado en esta
interpretación sea Antonio Muñoz Molina, quien en su
libro Todo lo que era sólido atribuye la crisis a la erosión
del principio de legalidad durante el periodo democrático, al auge de
nacionalismos y particularismos y a la zafiedad de nuestros políticos, que en
general le parecen unos horteras. Inmediatamente sale Fernando Savater
al quite y, glosando las ideas de Muñoz Molina, pontifica en estos
términos: “La crisis de nuestro país –económica, social, política– tiene varias
causas fatalmente concomitantes, internas y externas, pero la fragmentación
nacionalista de la soberanía y por tanto de la responsabilidad de defender al
unísono derechos y obligaciones ocupa el centro de todas ellas” (véase el
artículo aquí).

Yo me quedo pasmado con este tipo de
afirmaciones. ¿Cómo sabe Savater que la causa “central” de la crisis es la
“fragmentación de la soberanía”? ¿Qué análisis ha llevado a cabo para
llegar a esta fantástica conclusión?
Si por lo menos se refiriese a la
“fragmentación de la soberanía” de la unión monetaria europea, que nos deja sin
política monetaria propia y estrecha mucho el margen de maniobra fiscal de los
gobiernos, la idea podría tener sentido, pero no, se está refiriendo al
Estado autonómico. Lo más extraño es que quienes participan de
este punto de vista no sean capaces de darse cuenta de que en otros muchos
países, con condiciones internas distintas a las nuestras, la crisis golpea con
parecida virulencia.

Todo esto produce un poco de vergüenza ajena.
Refleja el bajo nivel cultural de nuestros intelectuales, que
sabrán escribir muy bien, pero que en materia política y económica no hacen sino
patinar. Siguen actuando como si estuvieran en un casino decimonónico, cuando
hay gente joven mucho mejor preparada y con ideas más interesantes
que no encuentran hueco para expresar sus ideas y propuestas porque
todo el espacio está siempre ocupado por las opiniones de los mismos. Yo no sé
si tiene sentido hablar de la “casta política”, pero me temo que la
“casta intelectual” existe
, y se mantiene gracias a un pacto de no
agresión entre sus miembros, los cuales operan con total impunidad, sin que sus
carreras se resientan por la baja calidad de sus intervenciones
públicas.

En esta ocasión, los escritores no están solos. En la defensa
de la tesis de las causas políticas de la crisis les acompañan juristas,
economistas y politólogos varios
. Si los escritores piensan que el
origen de todos los males procede de factores culturales e ideológicos, los
segundos creen que el problema reside en las reglas de juego. Si estamos en
crisis es porque las reglas del sistema han favorecido la creación de
unas “élites extractivas
” que, en lugar de actuar persiguiendo el bien
común, utilizan la política para sus intereses personales y corporativos. El
principal defensor de esta idea es César Molinas, quien propone salir de
la crisis cambiando el sistema
electoral proporcional
por uno mayoritario (ver aquí). Vuelve la sensación de sonrojo. Molinas ha hecho un
refrito indigesto del ya célebre libro de Daron Acemoglu y James Robinson,
Por qué fracasan los países En el libro original, el
concepto de “élite extractiva” se utiliza sobre todo para explicar lo que sucede
en regímenes autoritarios. Su aplicación a España sólo puede ser metafórica. De
hecho, el domingo 2 de junio la revista dominical de El País publicaba
una entrevista a uno de los autores, Robinson, y el
entrevistador tuvo la ocurrencia de preguntarle por la tesis de Molinas.
Robinson, por supuesto, se quedó desconcertado, insistiendo en que tal
concepto no tiene sentido en el contexto de democracias desarrolladas como la
española
. Son legión los articulistas que han seguido la extemporánea
interpretación de Molinas y hablan sin ton ni son de “élites extractivas”. Todo
el debate tiene un aire chusco y provinciano.

Pero lo peor son las
soluciones que se proponen. Molinas y quienes le siguen la corriente piensan
seriamente que un sistema electoral mayoritario podría arreglar
nuestros problemas. ¡Madre del Amor Hermoso! En un alarde de incoherencia
supina, Molinas, en una entrevista, decía que lo que no le gustaba de nuestro sistema
proporcional era que había “consagrado el bipartidismo”, para a
continuación apoyar un sistema mayoritario que, si algo sabemos que genera, es
todavía más bipartidismo.

Nada de esto tiene sentido. Como en el caso de
los escritores, se trata de una explicación localista de la crisis, que
pasa por alto su dimensión internacional y que se centra en
factores que poco tienen que ver con lo que está sucediendo. Burbuja
inmobiliaria ha habido en varios países, unos con sistemas mayoritarios (EEUU,
Gran Bretaña), otros proporcionales con listas cerradas (España) y otros
proporcionales con listas abiertas (Irlanda). A estas alturas, cualquiera que
haya leído algo sobre la crisis sabe que el problema de fondo tiene que
ver con la desregulación financiera
, con el crédito fácil y el exceso
de endeudamiento, así como con las complicaciones específicas que se derivan de
las deficiencias en el diseño institucional del euro.

Que en España el
debate sobre la crisis esté en manos de este tipo de escritores y economistas
dice mucho sobre la frivolidad, osadía e impunidad que imperan en
nuestra esfera pública
. Si algo me ha convencido del libro de Muñoz
Molina es esta frase: “Leyendo el New Yorker o el New York
Times
descubrí una escritura en la que la precisión expresiva era el
equivalente del respeto estricto por los hechos, de la necesidad de
comprobar al máximo la veracidad de cada cosa
que se decía”. Podían
empezar aplicándose el cuento él y demás frivolopensadores.

Publicado en: http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2013/06/10/intelectuales_frivolos_4609_1023.html

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