Portada / Andalucismo / La alternativa al Gobierno del PP es una coalición de izquierdas

La alternativa al Gobierno del PP es una coalición de izquierdas

Rafael Rodríguez de León | La crisis socava los cimientos de todas las instituciones gestadas en el último cuarto del pasado siglo proporcionalmente a la intensidad con que cada territorio la está sufriendo, porque esta crisis, que no tiene vuelta atrás, implica una ruptura global y radical con el pasado.

SYRIZA TSIPRAS
Alexis Tsipras, líder de la coalición izquierdista Syriza.

El nacionalismo andaluz, que siempre ha resurgido durante las crisis porque es cuando se reactiva la sociedad andaluza, debe renovar su discurso y aportar nuevas funcionalidades al cambio tal como lo hizo durante la transición política. Es más, sólo es posible su renovación por la profundidad del cambio que provoca esta crisis sistémica.

LA RENOVACIÓN DEL NACIONALISMO ANDALUZ

La transformación del nacionalismo andaluz requiere la asunción de cinco contenidos esenciales, con radical claridad, sin ambigüedades:

a)    Su profunda sincronización con la defensa de la democracia frente a la dictadura de los mercados, este nuevo fascismo global del siglo XXI.

b)    Su plena ubicación dentro de la izquierda.

c)    Un claro europeísmo sobre todo ahora cuando se agudiza la crisis del Estado-nación.

d)    Su imbricación con la ecología aportando y recibiendo sinergias para un proyecto político igualitario adaptado a la crisis del capitalismo (no hay capitalismo sin crecimiento).

e)    Ocupar la primera línea en la defensa de la autonomía andaluza.

Esta renovación tiene que producirse al mismo tempo que se está transformando la democracia, la izquierda, la Unión Europea, el ecologismo y la funcionalidad de nuestra Autonomía, de ahí su dificultad conceptual. Es más, el nuevo nacionalismo andaluz debe tener un papel activo en esas transformaciones al mismo tiempo que se nutre de ellas y debe hacerlo en un tiempo record porque la crisis en el estado español se acelera cada día y este otoño, sin ir más lejos, va a ser especialmente duro.

LA DEMOCRACIA

La democracia en el Estado español, a pesar de su baja calidad por haberse gestado en una transición sin ruptura con la dictadura franquista, es la única y deseable vía de transformación. Una pretendida vía ‘insurreccional’ que niega la existencia de la democracia en España, la no representatividad de los parlamentarios o la ilegitimidad de toda la clase política es sólo una representación mediática ‘de plató’ de lo que fueron las revoluciones en el siglo XX, cuyos efectos reales son reducir la base social de la izquierda. La victoria democrática en las urnas de una mayoría de izquierda es el camino para el cambio en sociedades complejas e impide, además, que se produzcan déficits democráticos estructurales tal como ha ocurrido en las construcciones políticas surgidas después de procesos de asalto al poder (impensable en Estados democráticos).

La ruptura que necesitamos para una regeneración democrática puede producirse por el acceso al Gobierno del Estado de una gran coalición de izquierda con un programa común de cambio (democratización, federalismo, nuevo modelo económico y defensa de los servicios públicos universales) que rompa con la alternancia PSOE – PP que hasta ahora hemos vivido, y cuyo primer paso debería plasmarse en las próximas elecciones europeas previstas para la primavera de 2014 (que pueden tener una naturaleza radicalmente distinta a las celebradas hasta ahora).

Se trata de pasar de un modelo raquítico de democracia para la gestión del crecimiento a un modelo de democracia para la transformación en la crisis. Esto implicaría una amplia alianza de clases y de territorios que proporcionase una mayoría suficiente construida sobre la hegemonía de los valores progresistas de libertad, la igualdad y la solidaridad.

LA IZQUIERDA

Estamos viviendo, entre otras, la crisis del bipartidismo que se ha agudizado entre mayo de 2010 y julio de 2012, es decir, desde que Rodríguez Zapatero cambio su política (con “reforma exprés” de la Constitución incluida) y se adaptó a las exigencia de los “mercados” hasta que el gobierno de Rajoy decidió un contraprograma político de desmantelamiento del estado social. Las encuestas electorales incluso pueden cuantificar su provisional defunción cuando la suma de PP y PSOE no alcance el 50% en la intención de voto.

Este septiembre vamos a empezar a vivir la larga agonía del Gobierno del PP cuando solicite el “rescate” a la Unión Europea, con tensiones que se trasladarán tanto al PSOE como a IU, quienes deben evitar las respectivas tentaciones de pactar con el PP, el recorte de derechos y libertades (PSOE) o de caer en actitudes populistas y ultraizquierdistas (IU).

El “rescate” cuyo objetivo principal va a ser el “saneamiento” del sistema financiero español que ha pasado de ser considerado “un modelo para el mundo” a “el gran problema” va a exigir el trasvase de fondos públicos mucho más allá del préstamo de los 100.000 millones. El PP intentará compensarlo con recortes insalvables a las comunidades autónomas y a los ayuntamientos, que a su vez no tendrán más remedio que trasladarlo a la financiación de los servicios públicos, incluidos los empleos y sueldos de los que trabajan para la prestación de estos servicios.

El PP espera que con ello se pueda conseguir un triple objetivo: sanear el sistema financiero, deteriorar las comunidades autónomas y la democracia más cercana y cambiar los actuales servicios públicos universales por una segmentación en tres escales: privado y de alta calidad para los ricos, servicios públicos de baja calidad para los que trabajan y beneficencia para los parados sin subsidio y los inmigrantes sin papeles.

Además, hundiría a los gobiernos de izquierda, como el de Andalucía, cuya identidad se basa precisamente en la defensa de los servicios públicos universales y de calidad. Pero, en realidad, lo que puede provocar es una crisis total, tanto social como territorial, en el Estado español porque, como hace poco comentó un conocido articulista, “sin dinero no hay Estado”. España fue el primer estado moderno y puede que también sea el primero en sucumbir, de facto, ante la crisis del estado nación.


convergencia de la izquierda

EUROPA

El año que falta para las elecciones alemanas va a ser muy duro para los ciudadanos y ciudadanas del Estado español (y de Grecia, Italia, Portugal, Irlanda, Chipre o Eslovenia) porque sin un cambio radical en el diseño de la Unión Europea la crisis en España se va a agudizar. Y desde luego, el cambio en primer lugar tiene que ser político y no sólo económico. La Unión Europea tiene que pasar a ser una institución democrática homologable, así de simple: división de poderes, elecciones al poder legislativo, ejecutivo responsable ante el legislativo y representatividad territorial. Es decir, debe dotarse de una estructura democrática, al menos confederal, y por lo tanto de una Constitución propia. Esa es la legitimidad necesaria para que pueda haber un Banco Central Europeo con Tesoro propio, mutualizar las deudas públicas de los Estados, establecer mecanismos de cohesión territorial, dotarse de un sistema fiscal y financiero común y acabar con la dicotomía que se está produciendo entre los territorios. La lentitud actual de las reformas en Europa es un camino de perdición incluso para la propia Alemania que sufriría muy duramente las consecuencias de llevar a un callejón sin salida a los Estados del sur.

ECOLOGÍA

El nivel de análisis que hemos empleado es de corto alcance ya que trata sobre los problemas que parecen más inmediatos: la crisis financiera del Estado español, sus consecuencias políticas y su imbricación con la construcción europea. Incluso el cambio en la Unión Europea sólo ayudaría a rebajar el precio de la deuda y garantizar la liquidez en sus pagos pero seguirían los grandes problemas económicos estructurales del estado español: la tasa de paro mayor de la OCDE; la deuda neta total en relación con la posición inversora internacional neta mayor del mundo y el déficit estructural por cuenta corriente.

Pero el gran problema es que aquí no acaban las dificultades a pesar de parecernos gravísimas (que lo son). Sobre la crisis de los Estados del Sur de Europa y sobre la crisis de la Zona Euro se superpone una crisis global metabólica cuyos efectos inmediatos fueron el pórtico de esta crisis (subida del petróleo y de los alimentos básicos) y que ahora, por la aceleración de los efectos del cambio climático, amenaza con una crisis alimentaria global por las sequías e inundaciones en todo el planeta y porque los mercados alimentarios están dominados por grandes grupos económicos que homogeneizan la subida de precios y trasladan las previsiones con inusitada rapidez por la importancia que tienen en este sector los mercados de futuro donde se compra y se vende por un valor casi 50 veces superior al de la producción anual.

Este es el contexto de riesgo permanente en el que se desenvuelve la crisis. Ni Andalucía ni el Estado español pueden encontrar una salida si no construyen una nueva economía sobre la base de la adaptación ecológica al futuro inmediato que ya es presente. El cambio energético de combustibles fósiles a renovables es el eje estratégico para la transición a la nueva economía con efectos positivos en todos los órdenes (reducción de las importaciones, eficiencia tecnológica, soberanía energética y disminución de CO2).

DEFENDER LA AUTONOMÍA

La estrategia del PP contra Andalucía es provocar el desgaste permanente del Gobierno de coalición por asfixia financiera. Puede parecer que los recortes en las transferencias del Estado han tocado techo pero sin embargo es fácilmente deducible que lo peor está por llegar y se ve a acelerar a partir de septiembre. La sociedad andaluza tiene que saber que la causa de que no se puedan pagar los servicios públicos ni realizar un plan de inversiones para estimular la creación de empleo está en la estrategia política del gobierno centralista del PP que controla todos los resortes de la financiación de las CC.AA.

Contra esta estrategia sólo sirve, tal como hizo Rafael Escuredo -primer presidente de la Junta de Andalucía-, ponerse al frente de la sociedad andaluza o la sociedad andaluza se pondrá enfrente del Gobierno andaluz. La Junta, en alianza con las organizaciones sociales, tiene que liderar la movilización contra los sitiadores de Andalucía. En este pulso se juega la decantación de base social mayoritaria en Andalucía. O el PP logra culpabilizar a la Junta del deterioro social o la izquierda logra recuperar el voto urbano que ahora domina la derecha en las grandes ciudades.

Desde Andalucía es posible llevar a la práctica la regeneración democrática, cauterizar las prácticas de corrupción y clientelismo que se han producido en la Administración Autonómica, abrir cauces reales de información y participación y consensuar con la mayoría de la sociedad andaluza un proyecto político global basado en nuevas bases sostenibles de financiación; solidaridad y aseguramiento de las condiciones mínimas de vida (renta social básica); creación de empleo y nuevo modelo económico.

CONCLUSIÓN

De la crisis del nacionalismo andaluz puede nacer un nuevo nacionalismo que aporte funcionalidades básicas en estos momentos tan decisivos para Andalucía: conciencia del cambio, defensa de la unidad de la izquierda para alcanzar la mayoría democrática, la radicalidad en la defensa de nuestra autonomía como síntesis de nuestras libertades y derechos, la perspectiva de un nuevo modelo social y económico adaptado al gran cambio del fin del crecimiento y el impulso de un nuevo rol de Andalucía en Europa. Sin nacionalismo andaluz no hay contenido político real para el autogobierno, ni emocionalidad ni símbolos. Y lo que es más importante, aportamos la defensa de un nuevo protagonismo de la sociedad andaluza en la crisis del Estado –nación capaz de generar hegemonía y conexión para la mayoría del pueblo andaluz-.

Un comentario

  1. Esta sí es la bandera andaluza llena de contenido. Mis felicitaciones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *