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La Unión Europea amenazada

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Ayer, 11 de julio de 2011, hemos vivido un lunes negro: los poderes financieros  globales y sus instrumentos (como las agencias de calificación de riesgos) lograban poner en peligro al euro y por lo tanto a la Unión Europea. España superaba la cuota impensable de los 350 puntos diferenciales entre los intereses de los bonos de nuestra deuda pública con la alemana al mismo tiempo que Italia irrumpía en el grupo de estados en riesgo financiero alcanzando súbitamente, en su deuda, los 300 puntos diferenciales.

Esta crisis europea ya no está focalizada en un estado como Grecia al que se podía culpar de haber hecho trampas en sus cuentas sino que afecta ya a un conjunto de estados que representan más del 25% del conjunto de la economía europea, de forma que esta crisis del euro se ha convertido en la crisis de la Unión Europea de mayor envergadura desde la puesta en funcionamiento del proyecto europeo.

¿Cómo es posible que los poderes financieros globales puedan poner en peligro a la Unión Europea, la tercera economía mundial y los “guardianes” la democracia y el estado del bienestar?. Por dos causas: la primera es la estrategia enloquecida de los poderes financieros que han optado exclusivamente por las ventajas a corto plazo y, en segundo lugar, por la también estrategia enloquecida de los estados de la Unión Europea que han escogido el peor camino: hundir en la práctica a los estados que están cercados por los mercados financieros, pidiéndoles un imposible: que hagan unos recortes brutales y que al mismo tiempo generen la suficiente actividad económica como para poder hacer frente a su deuda. Keynes explica en su libro “Las consecuencias económicas de la paz” por qué dimitió como miembro de la Conferencia de París que discutía el tratado de Versalles: porque le estaban pidiendo un imposible a Alemania, destruir su economía y al mismo tiempo pagar las compensaciones de guerra.

El camino de la Unión Europea debe ser el inverso a pedir lo imposible: debe elegir el camino de comportarse como una unión política con legitimación democrática para poder defender su moneda frente a los especuladores financieros. El euro no puede estar al margen de las instituciones políticas comunitarias; no puede existir una moneda con el solo respaldo de un banco central al margen de las políticas fiscales, sobre todo en lo referente a la emisión de deuda; las políticas keynesianas contracíclicas (endeudamiento para el estímulo de la demanda agregada y la creación de empleo) ya no son efectivas en el seno de un estado porque la globalización ha hecho que los tenedores de deuda sean entidades multinacionales de grandes dimensiones que pueden doblegar la autonomía del estado, pero la Unión Europea sí tiene la dimensión suficiente para desarrollar políticas keynesianas

Desgraciadamente la UE está optando por la peor de las soluciones: entre la opción de que el BCE asumiera la deuda de los estados de la zona euro e imbricara la política monetaria europea con el euro o la opción por obligar a los estados con dificultades financieras a realizar todo tipo de “sacrificios” e impedir cualquier estímulo a la actividad económica, impuestos además desde un “gobierno” europeo no democrático que se doblega a las decisiones originadas en los mercados financieros menos democráticos aún, la UE ha optado por esta última opción, lo que nos conduce a un callejón sin salida.

Y lo per es que la crisis de la economía real en el estado español, como consecuencia del modelo especulativo que tanto el PSOE como el PP construyeron durante los años del desarrollismo (basado en el consumo interno, endeudamiento privado, construcción y turismo), está siendo ocultada por la crisis financieras originada por el fuerte déficit del año 2009 que nos ha convertido en dependientes de los poderes financieros propietarios de la deuda pública, al igual que ha ocurrido (con mayor intensidad) en Grecia, Irlanda, Portugal pero también en Italia y Bélgica. Modelo que el PSOE y el PP también impusieron en Andalucía tanto desde la Junta como desde los Ayuntamientos, al mismo tiempo que cercenaban nuestra autonómica política y económica. Pero aunque toda la política del gobierno esté orientada a paliar la situación financiera pública, la economía real seguirá proporcionando malos datos, que son los realmente importante: tasa de paro, cierre de empresas, stock de viviendas sin vender, mala situación de las cajas, déficit oculto en los ayuntamientos, disminución de la renta disponible de las familias, caída del consumo y del ahorro, etc.

Es imposible que con las enormes restricciones económicas que obligan los llamados “rescates” y planes de austeridad auspiciados desde Europa se puede generar actividad económica suficiente para hacer frente a las obligaciones financieras derivadas de la deuda pública y a los gastos sociales por la situación de desempleo masivo. Piden sencillamente un imposible.

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