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De pepinos y móviles

pepinos

 

03/06/2011.La crisis de los pepinos y el informe de la OMS sobre los posibles efectos cancerígenos de las ondas electromagnéticas  de la telefonía móvil, nos sitúan de bruces ante las paradojas y  contradicciones  de la sociedad del riesgo y la incertidumbre.  Descartando la teorías conspiratorias (la verdadera conspiración es la misma lógica conspirativa)  sobre sabotajes económicos premeditados contra la agricultura española, andaluza,  almeriense o ecológica (la victima varía según quién lo diga). Lo cierto es que han muerto dieciséis personas por la mutación de la bacteria e-coli  y que se ha perdido mucho dinero y confianza para la  agricultura andaluza. Las autoridades sanitarias alemanas han cometido un error grave al identificar prematura e inopinadamente a las hortalizas  andaluzas como los transmisores de la infección, cuando había evidencia disponibles que lo negaban (seis días antes de la llegada del lote de pepinos ya se habían dado casos de personas infestadas en Hamburgo). Deberán por ello  resarcir el daño causado (tanto monetario como  de imagen).

Algunos, generalmente  bien pagados,  han pretendido usar la crisis de los pepinos `para atacar a  la agricultura ecológica por el uso de abonos de estiércol. Demostrando con ello una  ignorancia tan grosera que la convierte en sospechosa, pues existen controles  y tratamientos  suficientes para impedir tal tipo de contaminación. Lo real es , por el contrario, que la cepa responsable  de esta muertes e infecciones es la e-coli ,  o mejor una mutación generada  probablemente en las granjas  intensivas de vacuno, como tantas otras mutaciones patógenas tanto bacterianas como víricas  (entre estas el virus de la gripe A, el H1N1).

Paralelamente a esta crisis, la OMS ha hecho público un informe en el que  admite por vez primera la posibilidad de que las ondas electromagnéticas de los teléfonos móviles sean un factor de riesgo cancerígeno. En contraste con este gravísimo anuncio no hay apenas normativas que controlen el impacto de esta tecnología en la salud humana. En concreto en Andalucía la normativa  autonómica de regulación y control de la contaminación electromagnética es igual a cero. Nada de nada. Indefensión total ante  la voracidad de compañías  eléctricas y de telefonía  que pueden de instalar  antenas o instalaciones  al lado de escuelas, hospitales o zonas densamente pobladas.

¿Por qué funcionan  tan rápidamente las alertas  sanitarias en crisis agudas (pepinos) y son tan  lentas o inexistentes  en la crisis crónicas (electromagnetismo), a pesar de que estas últimas son mucho más dañinas para la salud humana’?. Detrás de este desequilibrio en el tratamiento  del sistema sanitario de  las crisis agudas y de  las crónicas  hay importantes problemas epidemiológicos que requieren una revisión radical de mucho de los conceptos de la epidemiologia moderna. En concreto la relación de causalidad, la equifinalidad, la interrelaciones complejas, los efectos bioenergéticos, la bioacumulacion, la relación entre magnitud y propiedades entre otros. En definitiva  se trata de plantearse el paso de una  epidemiología reduccionista  a una epidemiologia compleja.

¿Pero es sólo un asunto epidemiológico?.No, hay también que valorar el tipo de decisiones   en salud pública  que  genera la dependencia  cada vez mayor del sistema sanitario, científico y político de los medios de comunicación. Mientras que las crisis agudas  son altamente noticiables; las crisis crónicas son invisibles y demasiado complejas para la gramática de la simplicidad de la sociedad del espectáculo.  Este carácter mediático de las crisis  agudas  provoca una enorme presión sobre las autoridades sanitarias y políticas  que se  ven obligadas a tomar medias pensando más en la presión mediática que en las eficiencia terapéutica. Al mismo tiempo la espectacularización  favorece  una peligrosa banalización  del riesgo  que oscila entre el alarmismo y la irresponsabilidad. Puede que esa presión haya inducido los errores de las autoridades alemanas en la reciente crisis.

Epidemiología, presión mediática… ¿eso es todo?.No, hay una causalidad política y económica evidente que permite  y favorece las distorsiones anteriormente descritas. Las crisis agudas pueden ser controladas   con arreglos puntuales dentro del actual modelo de producción  y consumo (controlada, no eliminadas). Por el contrario las  crisis crónicas  reflejan   disfunciones  estructurales del modelo de producción y consumo  que sólo pueden ser corregidos con cambios drásticos  en el mismo. Las crisis agudas demandan lo que los ecologistas llaman  “intervenciones al final de la tubería”; las crisis  crónicas demandan intervenciones al comienzo. ¿Quién le pone el cascabel al gato?. He aquí una nueva  fronteras para la democracia  que tiene que plantearse afrontar el gobierno del riesgo, la incertidumbre  y la complejidad inherentes  a la era biopolítica en la que ya estamos inmerso.

2 Comentarios

  1. Silvia Ribeiro, investigadora Grupo ETC

    «El carácter masivo y uniforme de los cultivos y animales los hace más vulnerables, al tiempo que los ataques continuos con químicos que todo el tiempo crean más resistencia, agregado a largos transportes y diversos empaques que exigen los grandes supermercados, lo que converge para crear las cepas más peligrosas. Ya en la espiral destructiva, para controlar todo esta debacle de enfermedad que crean –las que se destapan y las muchas sobre las que no toman estadísticas– aplican más químicos como conservadores, aplican irradiaciación de alimentos y empaques con nanotecnología para que los alimentos parezcan frescos; aunque sean nocivos.

    Igual que con la gripe porcina, no es verdad que las autoridades no sepan de dónde salió la nueva cepa. Incluso, desde ya, les podemos decir de dónde vendrán muchas de las próximas bacterias y virus patógenos.

    El verdadero origen del desastre es que el sistema agroalimentario haya sido secuestrado por las trasnacionales y que para que ganen más, nuestra comida sea transgénica, nos haga obesos, tenga menos nutrientes y esté llena de venenos, sean químicos o nanotecnológicos. Tan brutal ha sido el secuestro en los mercados, que en lugar de tener que advertir los que tienen tóxicos, se etiqueta –con alto costo para productor y consumidor– los productos orgánicos, los que no tienen tóxicos. Y de pasada, afirman que son el origen de cepas patógenas.

    Consecuentemente, el control de la inocuidad alimentaria se ha transformado en una máquina comercial que lejos de favorecer la salud pública y prevenir enfermedades, es un sistema selectivo de privilegios para las grandes empresas, para desplazar e impedir la producción y consumo de productos campesinos, de pequeños productores y de muchos países del Sur. (Recomiendo ver informe de Grain, Food safety for whom: corporate wealth vs. peoples’s health http://www.grain.org)

    Pese a todo eso, 70 por ciento del planeta aún se alimenta de la producción campesina, comunitaria, familiar. Por la salud de todos y la del planeta, es lo que tenemos que rescatar y apoyar, contra la voracidad homicida de las trasnacionales».

    Estracto de tomado por ANDALUSÍ LIBERTARIO para P-36 Andalucía (de nada).

  2. ANDALUSI LIBERTARIO

    El desastre sin paliativos de la denominada -con estulto gracejo cañí- «crisis del pepino» debiera hacer reflexionar a los responsables de la política agraria andaluza, a comentaristas u opinadores mil, más allá de que el feísimo asunto pueda servir de excusa para patéticos ejercicios literarios de baja estofa.

    Por desgracia todo quedará en un mero «problema de imagen». Como cuando sucedió el envenenamiento por supuesto aceite de colza, no hay nada que no puedan solucionar unos cuantos «perrodistas» o tertulianos en nómina, un partidazo y varios capotazos mediáticos. Que haya víctimas mortales por medio es un detalle secundario que la gran humanidad del nacionalista expañol medio siempre podrá solapar. No aprendimos en aquel tiempo que venenos mortales («fitosanitarios» con patente de Bayer) resultaban tóxicos para los consumidores, los jornaleros y el medio ambiente. ¿Se tomaron medidas para controlar su aplicación, algún tipo de cualificación especial o carnet para los fumigadores? Nada de nada, cualquiera puede llevarse garrafas de estos peligrosos nematicidas en el mercado, con algo de gracia y algún guiño… ¡Olé la «grasia»!

    Fuera de las manipulaciones españolistas de andar por casa, entre violetas imperiales, se detectó en efecto la bacteria Escherichia Colli. No se trata del virus del sida, este organismo procariota vive en los intéstinos de la mayoría de los mamíferos sanos. Esta y otras bacterias son necesarias para el normal funcionamiento del proceso digestivo, y se responsabilizan de la producción de las vitaminas B o K. La susodicha bacteria forma parte de la flora intestinal como comensal, absorviendo nutriente; por ello un recien nacido dispondrá de ella en el placo de las cuarenta y ocho horas después de la primera comida.

    ¿Qué ha sucedido entonces? Daré, si me lo permitía una hipótesis de interpretación (cuando ya vivamos en un completo régimen totalitario me abstendré siquiera de dar mi opinión). Pienso que todo ha reventado por tanto apurar el precio al productor inicial desde poderosas cadenas de alimentación y «trusts» de intermediarios: adquiriendo el kilo de pepino a 20 céntimos y vendiéndolo en destino a más de tres euros, con beneficios de más del tres mil por cien, se ha terminado por sacrificar al consumidor. La bacteria E.Colli vive en las heces de los mamíferos y en las aguas negras. ¿Se han tratado los abonos y depurado las aguas como es debido con precios de producción así de irrisorios, chantajeados los agricultores por las grandes cadenas, imponiéndoles los precios gracias a nuestras divisiones o falta de conciencia nacional andaluza? Yo no lo sé. ¿Hay alguien que pueda asegurarlo?

    Aún así, está claro que aprovecharon los alemanes la crisis (no hay mal que por bien no venga) para liquidar a los competidores del «sur», lección que ha copiado Rusia para dejarnos a todos los europeos con un palmo de narices. No se habló inicialmente de que los procesos inadecuados de manipulación o almacenaje para revender el producto mucho más caro con marcas holandesas y alemanas, o tal vez el frío nórdico, ha hecho que la bacteria se vuelva hiperresistente, mutando hacia una variante mortal, la E. Colli O157:H7, cepa que produce una potente toxina que provoca el síndrome urémico hemolítico. Ya se conocían sus efectos mortales e EEUU desde 1982, cuando se contaminaron hamburguesas o en 1996, cerca de Seattle, muriendo muchas personas entre ellas bebés y niños que ingirieron zumos no pasteurizados.

    Sí, lo barato sale caro. Aquí nos basta con hacer de caciquillo explotando inmigrantes para creernos magnates del rancho tercermundista de los analfabetos funcionales. Ahora -¿¡AHORA!?- se habla de la importancia de la «trazabilidad»; es decir, el control de los canales de comercialización desde el productor de origen a la mesa del ciudadano en destino. Pero, claro, resulta más inteligente para todos estos «selebros» del agronegocio y la política andaluza dejara que sean otros los que se lleven la parte del león. ¿Para qué dar trabajo a comerciales andaluces, ponerles un buen traje y alojarles en buenos hoteles en Holanda, Dinamarca o Alemania? Lo bonito es trabajar sufriendo en un valle de lágrimas para mayor gloria del dios del papa. ¿Con qué objeto potenciar y prestigiar nuestras marcas con denominación de orgen e impedir así que los señoritos intermediarios puedan comprar a granel? Sin el sacramento de la penitencia la brega cotidiana no nos acerca al señor del palacio de Castellgandolfo: «ganarás el pan con el sudor de tu frente».

    Pues nada, a seguir ejerciendo de simulacro de «castellano» malparido por la colonia y no preocuparse por la CARA DE TONTO con la que nos miran en todo el mundo: ya viene implantada de serie desde los diversos despachitos ministeriales de madrizzz….

    No hay nada que no arregle un buen «lavado de imagen». Bueno la GILIPOLLEZ puede llegar a ser irremediable:

    http://www.youtube.com/watch?v=JPRaheHNRcc&feature=related

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