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El andalucismo como resistencia (II): Refundación

     

Monumento_a_Blas_Infante,_SevillaDesde la soledad de no ser nadie y desde la tranquilidad de no ser nada, quiero seguir defendiendo la necesidad y bondad del andalucismo, a pesar de los resultados de las recientes elecciones europeas, como referencia insustituible para que Andalucía pueda afrontar su presente y su futuro desde la comprensión de su pasado y por lo tanto desde su identidad.

Hace un año escribí en PARALELO 36 un artículo que titulaba “El gran aviso”. Hoy creo que la presente crisis se ha convertido por desgracia en algo más que un gran aviso sobre la inviabilidad del actual sistema. No hemos atendido a las causas reales de la crisis y hemos gastado de forma ineficaz recursos públicos que eran estratégicos, por eso nuestra situación es peor que la de hace un año.

Las causas profundas de esta crisis estructural se pueden sintetizar es dos niveles. A nivel externo la causa es la desconexión entre el sistema económico y la realidad biofísica del planeta. El desconocimiento de este límite externo al actual sistema provoca el uso insostenible de los recursos y por tanto su agotamiento sin reposición y por otro la incapacidad para metabolizar los residuos cuya consecuencia más evidente es el cambio climático.

A nivel interno la causa es la dificultad de reproducción del capital productivo, núcleo del sistema capitalista, y la huida de este capital hacia el capital financiero y especulativo, lo que ha provocado la gran burbuja que al estallar ha generado la crisis bancaria y un efecto pobreza tanto en las empresas como en las familias con la consiguiente caída de la demanda, sobre todo de la inversión, lo que ha su vez ha provocado el cierre de empresas, el paro masivo y la deflación.

Ambos niveles se han retroalimentado en una espiral productivista y han conformado tanto la actual dinámica de las instituciones políticas como los valores dominantes, los marcos cognitivos, de la sociedad, en torno al individualismo y la competitividad como factores imprescindibles para que el consumismo, la otra cara del productivismo, se convirtiera en la principal motivación vital compartida por la especie.

La crisis es la constatación de la inviabilidad del actual sistema y obliga a su sustitución, de forma democrática, “serena” y progresiva por otro sistema que debe construirse sobra la base de la realidad de los límites, lo que implica una dinámica de decrecimiento en cuanto al consumo de materiales y energía no renovable y en cuanto a la generación de residuos. Para que podamos afrontar este cambio es necesario que la sociedad elija una dirección política no por promesas consumistas o mensajes de marketing sino por la confianza en que conocen las respuestas y pueden guiarnos hacia la salida de este túnel.

Andalucía, como colonia interna dentro del Estado español, ha resultado ser un territorio especialmente vulnerable ante la crisis: la tasa de paro ha crecido hasta alcanzar casi el 25%. Además, nuestra economía, centrada en la construcción y los servicios, muy depredadora de nuestro capital natural y simbólico, no tiene un horizonte alternativo desde la perspectiva que se baraja por los dos partidos centralistas: la vuelta a la anterior situación.

El andalucismo, que nunca ha sido una ideología identificada con el sistema sino todo lo contrario, puede aportar hoy:

a) Una propuesta motivacional de valores inmateriales, sobre la base de nuestra cultura, alternativo al consumismo.

b) La necesaria cohesión social para que podamos reducir nuestro nivel de consumo incrementando nuestra felicidad, desde la óptica de la igualdad y la distribución proporcional de los sacrificios necesarios.

c) Un modelo económico basado en la territorialización y la autonomía que produzca progreso de nuestro bienestar y decrecimiento de los consumos y residuos.

d) Una profundización en la democracia y en la eficiencia del sistema público mediante las ideas de autonomía y federalismo cooperativo que implica la participación ciudadana y las reformas político – territoriales desde el ámbito local hasta el global, pasando desde luego por una alianza entre el espacio europeo y el nacional o regional para vencer las resistencia de los Estados al cambio.

Creo que el resultado de estas elecciones marca el final de un trayecto iniciado en los años 60 que supuso la resurrección del andalucismo, que ha tenido como principal activo la contribución a la conquista de la autonomía política y a la conciencia incuestionable de la existencia de Andalucía y como principal defecto la falta de ideas y el exceso de ambiciones personales.

Hoy es necesario refundar el andalucismo sobre la base de un proyecto que pueda ayudar a construir la sociedad andaluza del siglo XXI. El liderazgo consiste en tener la visión más amplia y completa de nuestra realidad, presenta, pasada y futura, para ofrecer al Pueblo andaluz una alternativa realista, posible, necesaria. Para construir esta alternativa es fundamental la fusión del andalucismo con el ecologismo político, con la tradición progresista y democrática de la izquierda crítica con el capitalismo, con el feminismo y con los movimientos antiglobalizadores, porque cada uno de ellos ha profundizado en una parte del todo que es la sociedad posible y deseable y la difícil transición desde la lógica desarrollista hasta una realidad postindustrial.

Este proyecto va más allá de un partido político e incluso que la suma de personas y organizaciones que lo puedan suscribir. Es una invitación al conjunto de la sociedad andaluza a utilizar sus mejores herramientas para extraer todas las energías y esperanzas, pero también la rebeldía y la crítica, ante una situación que ya es de emergencia pero que puede serlo aún más en un futuro demasiado próximo. Por eso es una invitación abierta e integradora para consensuar un itinerario y un horizonte para los próximos años que tiene que concretarse en una oferta electoral, como demócratas que somos ante todo, pero que tiene que trascender e ir más allá. Se trata impulsar el renacimiento de Andalucía a pesar de la crisis o precisamente porque ésta no nos deja otra salida.

Debemos comenzar este renacimiento desde el realismo que implica ser conciente de las dificultades externas e internas. Los poderes fácticos, que tienen un enorme poder en el gobierno de Andalucía, se van a resistir al cambio; los dos partidos hegemónicos creen ciegamente en la infalibilidad del actual sistema y no comprenden nada de lo que está ocurriendo; nos hemos acostumbrado a una “política de la insignificancia” más cerca de las revistas del corazón que del debate político en serio, por lo que es muy complicado introducir en la agenda política ideas de una cierta complejidad; la sociedad no es conciente de la situación de emergencia y sigue anestesiada por el individualismo y el consumismo, etc.

En Andalucía todo esto se agrava: nuestra democracia es de muy baja calidad sin alternancia desde la constitución del parlamento andaluza hace más de 25 años y ocho consultas electorales; carecemos de un auténtico espacio político propio al haberse convertido en norma la convocatoria simultánea de elecciones autonómicas y estatales; no existen medios de comunicación independientes de ámbito andaluz; la sociedad andaluza es muy dependiente del clientelismo del poder y apenas ha generado líderes sociales independientes, incluso estamos asistiendo a un intento de asimilación de todo lo que parece tener potencial para convertirse en alternativo. (Sin embargo el poder suele cazar justamente lo contrario: a los depredadores que impedían que surgiese lo alternativo).

Pero sin duda hay motivos para la esperanza. Valgan dos ejemplos. En EE.UU. la sociedad ha intuido la gravedad de la situación y ha elegido al mejor; en estas elecciones europeas, Francia y Bélgica han dado un vuelco al liderazgo de la izquierda votando a proyectos alternativos ecologistas, cuya trascendencia se verá en los próximos meses.

Aunque incluso peor son nuestras propias carencias y fantasmas. La falta de recursos; el “nacionalismo de siglas”; las dificultades de consenso; la tradición caudillista; la búsqueda de atajos; la priorización del éxito sobre la solidez del proyecto; el difícil equilibrio entre participación y coherencia; la falta de experiencia comunicativa, etc.

Sin embargo tenemos que arriesgarnos a salir del mundo de las ideas al del compromiso político con el presente y el fututo del pueblo andaluz porque nuestra sociedad nos está diciendo con claridad que lo de hoy ya no sirve. Debemos ofrecemos una dirección cuyas coordenadas son: la sinceridad, la honradez, la transparencia, la austeridad, la autonomía, la igualdad, el reencuentro con la naturaleza y la construcción de Andalucía como nación de Europa, con fuerza para reclamar lo que le corresponde y con autoestima para salir de esta crisis a fuerza de ideas, sacrificio y solidaridad. Estamos en una segunda transición mucho más compleja y difusa que la primera. Es el momento de las ideas para el cambio, de la construcción de equipos para el liderazgo social y de la vuelta de la política con mayúscula, la que mira a nuestra sociedad y entiende que el poder sólo es un medio y no un fin en si mismo.

2 Comentarios

  1. Me gusta, lo suscribo, pero creo que aun no está la sociedad para esta «revolución», para pensar por sí misma, para actuar fuera de los magnates de la comunición nos permiten, para decirles a los que hoy nos gobiernan «hasta aquí hemos llegado, ahora nos toca a nosotros gobernarnos para poder progresar».

  2. impresionante, lúcido, rotundo

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