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Raúl Solís | La austeridad sin límites está helenizando las calles españolas y el desenlace puede ser una conflictividad social desconocida en la que el populismo se haga dueño del dolor social. Si nadie lo impide, los dirigentes políticos españoles van a entrar en el siglo XXI empujados por una sociedad que no soporta seguir siendo dirigida por políticas del siglo XX.

España va camino de ser Grecia

Raúl Solís | La calle arde de indignación. La frustración cotiza al alza. La rabia de los ciudadanos no encuentra freno. Innumerables manifestaciones son convocadas a diario sin una organización que las lidere. La gente no confía en nadie: ni en los partidos políticos ni en los sindicatos ni en las instituciones. Los militares y la Guardia Civil avisan de que se manifestarán junto a la ciudadanía. Las noticias ya no las cuentan los periódicos, ahora, son las redes sociales las que nos informan de lo que sucede en la calle. Mientras tanto, el Gobierno gobierna sin sacar la cabeza por la ventana. Nos estamos helenizando y sus consecuencias pueden ser terribles si la indignación la lidera el populismo.

España va camino de ser Grecia

El Partido Popular está tensando la situación hasta hacerla irrespirable. Su último Consejo de Ministros ha sido el tiro de gracia a la poca paciencia que aún quedaba. No hay un solo colectivo que haya quedado a salvo de la tijera antisocial de Mariano Rajoy, salvo las grandes fortunas que tributan en las SICAV. La cobertura por desempleo no cubre al 40% de los 6 millones de desempleados, el número de desahuciados aumenta cada día, los comedores sociales no dan a basto y las redes de solidaridad familiar caen como fichas de dominó.

Los funcionarios pierden un 30 por ciento de poder adquisitivo, los jubilados tienen que pagar los medicamentos, la prima de riesgo no baja de los 600 puntos, los intereses que paga España por financiarse en el exterior son propios de un país en quiebra, la Sanidad ha dejado de ser universal, las tasas universitarias se hacen imposibles de pagar con una tasa de desempleo por encima de nuestras posibilidades, los miembros del PP se ensañan con una violencia desproporcionada contra quienes sufren sus políticas ultraliberales y la monarquía ha roto su neutralidad al presidir el Consejo de Ministros más antisocial de la democracia.

A todo esto se une que el principal partido de la oposición está perdido. La gente no encuentra un faro donde mirar. La lucha es de todos contra todos y las consecuencias pueden ser nefastas. No hay nada que perder y mucha ira que soltar. El PSOE aún anda buscando los restos de su naufragio y no ha entendido que su tibieza con el PP puede empeorar el descontento social. La gente necesita un referente claro y, nos guste o no, la socialdemocracia es el faro donde se miran mayoritariamente las capas sociales menos afortunadas. La oposición al Gobierno no se hace en el Congreso de los Diputados, se hace en la calle y alentada por mensajes de 140 caracteres que contienen, en muchos casos, soflamas peligrosas para la convivencia.

En medio de esta huida para ningún sitio, triunfan los mensajes racistas, violentos y sin más legitimidad que la propia indignación. Quizás no tengan razón pero les sobran razones. Es la mezcla perfecta para que se rompa la paz social con el gran inconveniente que la lucha es por libre y ninguna organización de masas lidera el desencanto. Los manifestantes sólo tienen meridianamente claro que este sistema económico y político no les sirve. El único aglutinante es que las políticas germánicas provenientes desde Bruselas y Berlín están condenando a la pobreza al Estado que hasta anteayer era el ejemplo desarrollista para los nuevos miembros de la UE.

La ruptura del milagro español ha permitido que florezca la España del siglo XXI que aún está gobernada por métodos del siglo XX. Los jóvenes ya no necesitan los medios de comunicación de masas para estar informados, consideran ilegítimos a sus representantes públicos, no se fían de los partidos políticos ni de las entidades que hasta ayer conformaban la solidez del sistema democrático que parió la Transición.

La UE nació para unir ciudadanos y está sirviendo para humillar Estados. La ciudadanía ha descodificado los datos económicos en sus vidas y ha descubierto que son el alma que da vida a los terribles datos macroeconómicos de la economía española. El PP no parece que reconduzca su errónea política, únicamente encaminada a contentar a Merkel. Es más, si la prima de riesgo sigue subiendo, en septiembre, Mariano Rajoy tendrá que volver a presentar un plan de recortes que agravará aún más la situación.

Cuando estalló la crisis de deuda griega, nadie podía pensar que una economía con el 2,3 por ciento de peso en el PIB de la UE podría derivar en una crisis infrahumana en los países del sur de Europa. La ideología moralista de la austeridad ha convertido la crisis griega en una crisis que amenaza con romper la misma Europa. Lejos de aprender, Merkel receta a España las mismas recetas que se han probado fallidas en Grecia.

Si España entra en quiebra, es decir, si las cuentas públicas tienen que ser rescatadas por la UE, el efecto dominó llegará a los Estados europeos que actualmente se sienten a salvo de la enfermedad de los PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España). La austeridad sin límites está helenizando las calles españolas y el desenlace puede ser una conflictividad social desconocida en la que el populismo se haga dueño del dolor social. Si nadie lo impide, los dirigentes políticos españoles van a entrar en el siglo XXI empujados por una sociedad que no soporta seguir siendo dirigida por políticas del siglo XX.

Twitter | @raulsolisgalvan

3 Comentarios

  1. Redwarrior Andalusian

    Pues si expaña va camino de ser Grecia ¿entonces Andalucía…?

    http://www.youtube.com/watch?v=pzko3cJA4lI

  2. Sin dejar de lado, que están organizando la radio y la televisión pública para que informen y orienten los afines al partido.
    saludos*

  3. Andrés Sánchez Hernández

    Y las políticas de las élites españolas del siglo XX sabemos cuáles son: una parte de democracia light, una parte de conchabeo turnista y dos partes de dictadura. Sin olvidar la sangre: desgraciadamente no fueron unas gotas.

    Magnífico artículo. Enhorabuena, Raúl

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