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Flamenco: Andalucía por sí para la Humanidad (II)

Flamenco4Continuamos analizando los requisitos previstos por la UNESCO para otorgar la distinción de “Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad” al Flamenco.

c)      Usos sociales, rituales y actos festivos

El arte flamenco tiene a lo largo de su historia y mantiene en la actualidad esas tres notas. El flamenco es un arte de comunicación. El artista flamenco es un oficiante que ofrece el sacrificio en el nombre de su pueblo, de sus genes, de su etnia. Cantaores y bailaores  no sólo expresan sus sentimientos o sus preocupaciones, también las de la colectividad en la que se incardinan. El flamenco es un rito que exige una liturgia en cada exposición pública, pero se ha ido produciendo en los actos más íntimos de las familias y de los grupos: los casamientos, los nacimientos de los hijos, los “dichos”, las fiestas en los corrales de vecinos, en las gañanías, en las labores del campo…. El flamenco nace del pueblo y se desarrolla en el pueblo, un pueblo que lo realiza en sus fiestas: ¿qué es, si no, la saeta que cantan hombres y mujeres doloridos al paso de sus imágenes sagradas mientras rezan oraciones y súplicas? ¿No es el verdial de los montes malagueños una herencia actualizada de los ritos que los pobladores íberos de aquellas montañas ofrecían al Sol, en los solsticios de invierno y verano o en el equinoccio de primavera, en relación siempre con las tareas agrícolas?

Que después el artista lo exponga de manera que atraiga la atención del espectador no es sino una consecuencia de su atractivo y de su fuerza expresiva.

d)      Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo

Desde su origen la música flamenca ha estado ligada al medio en el que se ha desarrollado.  Ya hemos mencionado a los íberos y sus cultos al sol en demanda de buenas cosechas. Pero es que, además, cuando el flamenco aflora a la sociedad andaluza lo hace en espacios marginales de sus ciudades agrícolas: Triana, Santiago y San Miguel, El Perchel, El Sacromonte…. Y también lo hace en las gañanías de los cortijos, en las sierras de bandoleros, en los campos de siembra, en las eras de trilla. Y en las fraguas, y en las tabernas. Y en las cárceles…. El flamenco es un arte que nace impregnado de sudor y tierra. Y de dolor y sangre. Tan íntimo y tan universal desde el principio que en seguida es un reclamo para los viajeros románticos.

Pocas músicas del mundo habrán tenido más magnetismo que el flamenco. Y cuando éste se desarrolla como arte de composición (Igor Stravinsky) es demandado por una sociedad global que no entiende de fronteras ni de banderías. El flamenco hoy comparte protagonismo y dignidad con todas las músicas que en el mundo son.

Pero para llegar ahí ha tenido que sufrir un itinerario largo de incomprensiones, de orillamientos, de marginaciones…. Y ello empezando por la propia tierra en la que nace. El flamenco es universal gracias a su fuerza y a creadores e intérpretes. ¡Qué poco debe a las instituciones y al mundo escolástico!

e)      Técnicas artesanales tradicionales

Es evidente que el flamenco no es una técnica sino un arte, pero este arte se ha desarrollado gracias a unos instrumentos que el hombre ha ido elaborando artesanalmente. Los chinchines de los montes para acompañar a los verdiales, la luthería que construye violines y guitarras, los trabajos de creación de palillos o castañuelas, los de cajón y otros instrumentos de percusión….

Y el trabajo de confección de trajes para el baile, de mantones y otros complementos ¿no es una verdadera industria artesanal que existe gracias a la propia existencia del flamenco?

Diremos más, no existe ningún otro Arte que sea capaz de generar moda como lo hace el flamenco. En estos momentos de prestigio internacional del flamenco, las pasarelas presentan en muchas ocasiones vestuario, generalmente femenino, de inspiración flamenca.

Estoy segura de que el flamenco no es, a día de hoy, un arte en peligro de extinción. Todo lo contrario, es un arte en expansión que disfruta de una consideración universal encomiable. Pero ello no impide que nos unamos a la solicitud de que sea protegido con su consideración por parte de la UNESCO como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Con la belleza y la fuerza añadidas de que esta iniciativa nace de la propia sociedad andaluza, de los Ateneos andaluces, del Centro de Estudios Históricos de Andalucía….. el pueblo andaluz tirando p’alante. Las instituciones y el gobierno no tienen más remedio que subirse al carro. No es la primera vez que ocurre en nuestra historia reciente y es la única manera de conseguir nuestros objetivos como sociedad.

De los elementos musicales vivos, el flamenco es seguramente el más auténtico, el más universal, el de contenido más denso. Y es precisamente esa condición de arte único lo que es necesario proteger, en el conjunto de España, y más concretamente en Andalucía, donde nace y se desarrolla este Arte con mayúsculas.

¡Claro qué necesitamos proteger el Flamenco! La desconsideración, el olvido y el desprecio de que ha sido objeto este arte por parte de las instituciones públicas, ha llevado a que su música no se conozca en las escuelas, ni en los conservatorios. No se han sabido integrar estas riquísimas músicas y danzas en los currículos escolares. Durante mucho tiempo la música flamenca ha sido considerada como algo vulgar y despreciable.

No es suficiente que en Córdoba se esté haciendo una experiencia. Hace más de diez años que el Parlamento de Andalucía aprobó una iniciativa para que la guitarra andaluza y la flamencología sean especialidades obligatorias en los conservatorios de música en Andalucía. Y que los grandes maestros de la guitarra flamenca que tienen reconocimiento universal (Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Serranito, etc. etc.) sean los encargados de regir las cátedras de su especialidad. Estos acuerdos fueron adoptados por unanimidad de los parlamentarios andaluces en la sesión plenaria nº 59 de 12 de noviembre de 1998. Acuerdos que hoy, once años después, aún están esperando un desarrollo y una ejecución amplios y suficientemente generosos con nuestra cultura.

No nos podemos conformar con las migajas que se ofrecen de manera que los grandes maestros estén ausentes y los guitarristas que les siguen generacionalmente se tengan que ver abocados a figurar como colaboradores o ayudantes de unos catedráticos de guitarra clásica que en nada guarda relación con la cultura flamenca.

Pero aún hay más. Después de treinta años de democracia y de Junta de Andalucía, aún no se han dado cuenta de la necesidad de incluir la música flamenca en el currículo escolar de primaria, secundaria y bachillerato. Los escolares andaluces, las niñas y niños, adolescentes y jóvenes no “conocen” la música y las danzas de su tierra. No saben que esa música es original de Andalucía y que tiene tanta importancia que los mejores músicos del mundo siempre se han acercado a ella para inspirarse y considerarla como algo extraordinariamente valioso. Es inadmisible que los maestros y maestras andaluces no tengan conocimientos suficientes de la música y danza flamencas. Hay que empezar por preparar a los profesores para que puedan enseñar el flamenco a los estudiantes, ni siquiera en los exámenes que han de superar quienes enseñan música se piden conocimientos sobre el flamenco. Hay mucho que hacer. Y tenemos que empezar por nosotros mismos. Ese es el significado del  «por sí» de nuestro escudo. Empecemos por nosotros para empeñarnos, después, por la humanidad.

El flamenco es una marca de identidad cultural de Andalucía y precisamente por eso, además de exigir a la comunidad internacional que lo declare Patrimonio de la Humanidad hay que garantizar su conocimiento por parte de los andaluces, empezando por los escolares.

Así protegeremos entre todos al flamenco, empezando por cuidarlo y difundirlo entre nosotros mismos, por valorarlo como lo que ya es, a la espera de que lo reconozca la UNESCO, un patrimonio para la humanidad que nace de las entrañas de Andalucía.

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