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Geometría política

ejes1SEAS cristiano o no, admite que Jesús convirtió a Dios en hombre. Es decir, humanizó a Dios. Fue Descartes quien extirpó definitivamente a Dios y al corazón del pensamiento moderno. Y Kant quien cerró el ciclo convirtiendo en Dios al portador de la razón. Es decir, divinizó al hombre. Esta coartada filosófica ha colocado al ser humano como el origen de coordenadas. Principio y fin de todas las cosas. Cualquier atrocidad puede justificarse si se realiza por y para el hombre. No importa destrozar una montaña para construir un puente o sepultar un ecosistema bajo las aguas de un pantano. Sólo importas tú. Aunque la muerte desvele la fugacidad de tu existencia frente a la inmortalidad de lo que has destrozado.

La política es el altar laico que utiliza el ser humano para utilizarlo todo en su nombre. Y de la misma manera que Moisés mostró las reglas del juego divinas sobre dos tablas, fue Descartes quien colocó las paganas sobre los dos ejes de un plano. El eje horizontal o de abscisas marca la diferencia entre izquierda y derecha. Es el eje social. Quien ocupa la posición -1 se define como de centro-izquierda. Por el contrario, quien ocupe el +1 será de centro-derecha. Estas son las referencias espaciales del PSOE y PP en el imaginario colectivo ubicado en el origen de coordenadas. Por eso quien se autodefine socialista ve más lejos a los populares y a la inversa. El eje vertical o de ordenadas marca la diferencia entre autonomía y centralismo. Es el eje territorial. Quien ocupa posiciones negativas quiere centralizar las competencias y las positivas corresponden a posturas federalizantes. La combinación de ambos ejes determina tu ideología al ubicarte en el plano. A modo de ejemplo, el andalucismo político se halla en el -1/2 de abscisas (izquierda) y +3/4 de ordenadas (autonomista). Últimamente, los hay quienes pregonan no ocupar posición alguna. Son las opciones más peligrosas porque disparan con postas sobre el plano y, más temprano que tarde, te acabarán saltando un ojo.

Advertí antes que muchos otros que las elecciones andaluzas del 25M serían una reproducción del 28F. Así ha ocurrido respecto a la consecuencia pero no en la causa. Los andaluces han elegido entre las opciones visibles en el eje de abscisas, reafirmando su ubicación mayoritaria de izquierda ante el peligro probable de una amputación del estado social. Los actores aparecieron con los papeles cambiados: el PSOE vendiendo la seguridad de la derecha, y el PP el cambio de la izquierda. Y la gente sencilla (que no simple) teme un cambio así, contra natura. En ningún momento ha visto peligrar la autonomía porque Andalucía había dejado de existir hasta ahora. Las primeras elecciones separadas en dos décadas nos han reincorporado al eje de ordenadas. De nuevo somos un sujeto político en el Estado. Hemos resucitado una semana antes que dios. Y lo hemos hecho actuando no como dioses humanos, ni como hombres divinos, sino como andaluces: por intuición. Porque como decía Blas Infante, corrigiendo a Descartes, Andalucía es pensar y sentir. El corazón nos ha devuelto la razón. Como siempre.

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