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LA ANÓMALA NORMALIDAD DE ANDALUCÍA. ALTERNATIVAS

Héctor J. Lagier

No, no es normal, por muchas vueltas que le demos no es normal ni bueno para la democracia que después de casi treinta y seis años Andalucía sólo haya conocido una Presidencia de la Junta encabezada por un hombre o una mujer con carnet de militante del PSOE; por mucho que estemos acostumbrados a ello, por mucho que nos parezca lo habitual, aunque sea lo único que hemos conocido desde que empezamos a votar en democracia en Andalucía, allá  por Mayo de 1.982, aunque haya habido gobiernos de coalición, primero con el extinto Partido Andalucista y luego con una alicaída Izquierda Unida. Por mucho que nos empeñemos lo que está pasando en Andalucía no es normal. Podremos decir que es lo que los andaluces han votado y que cada uno vota lo que le da la gana, y esto es cierto, pero también es cierto que el hecho  de que un partido político ocupe ininterrumpidamente el gobierno durante 35 años, tras diez convocatorias electorales,   no es un signo de higiene ni de madurez democrática, más bien es una anomalía,  una anormalidad, una patología de nuestro sistema democrático.

La primera pregunta sería el porqué de ello, y hay entraríamos en terreno espinoso. De nuestros vecinos del norte, es decir de Despeñaperros para arriba,  procede el argumento más utilizado, el de la famosa red clientelar, el famoso voto cautivo,  que si el PER, que si los miles de funcionarios, y demás monsergas; según esta teoría los andaluces y las andaluzas seríamos estómagos agradecidos que votaríamos a la mano que nos da de comer; es decir millones de andaluces vivirían gracias a la Junta de Andalucía y sus subsidios, además, claro está,  que el bajo nivel educativo y cultural de los andaluces contribuirían a que esto fuera una realidad . Evidentemente esto no tiene ningún sentido, primero porque los funcionarios no le deben nada a nadie y el resto de los laborales de la administración de la Junta, después de años en sus puestos tampoco se sienten amenazados excepto en una ínfima minoría, segundo porque los subsidios en su gran mayoría proceden de la administración central, y son tal cual para el resto del Estado, tercero porque el nivel educativo andaluz, afortunadamente, está parejo al del resto de nuestros cohabitadores españoles, por mucho PISA que se ponga por medio.

Y está endeble teoría la compran incluso buena parte de los andaluces, sobre todo los políticos de la derecha, pero también, sorprendentemente políticos de la izquierda. Seguro que hay redes clientelares en Andalucía, como las hay en el resto del Estado, en todas las administraciones, desde la local a la central; el que detenta el poder se rodea de los suyos en un porcentaje muy alto de los casos, y esta red de “colocados” sabe que a corto plazo dependen del que los ha puesto. Sin embargo, no estamos en el siglo XIX con un sistema censitario de voto y unos caciques que controlaban el poder político, económico, jurídico y policial; el voto en la Andalucía del siglo XXI es libre y secreto,  no cautivo,  por lo tanto estas redes no tienen un alcance que pueda decidir unas elecciones plenamente democráticas, por mucho que en Andalucía esta red lleve tejiéndose treinta y cinco años, o precisamente por eso, poco tiene que temer el que fue colocado hace treinta, veinte o diez años, ya no le debe “obediencia” a nadie.

Es curioso como los políticos que siguen esta teoría no se paran en hacer autocrítica; si el PSOE lleva tantos años en el poder será porqué algún merito tendrá, y después entraré en esto, pero también porque los otros tendrán algún demérito. Durante más de tres décadas ni la derecha, ni la izquierda y tampoco el andalucismo han sabido conectar lo suficiente con el electorado andaluz para conseguir una mayoría parlamentaria que les permitiese desbancar al Partido Socialista. Ni sus propuestas, ni sus candidatos han sido lo suficientemente convincentes para propiciar el cambio,  y esto es una realidad insoslayable pese a quien pese. No nos inventemos excusas para esconder nuestros errores.

Evidentemente el SOE de hoy no es el de Mayo del 82; aquel era una opción política refrescante que representaba a casi toda la izquierda, a la gran mayoría social , y que venía fortalecido por el 28F y su defensa de la Autonomía andaluza  -interesadamente, por supuesto, pero eso es otro tema -. El viejo SOE de hoy es un partido oxidado en sus ideas y desgastado y descolorido por el roce continuo con las moquetas; sin embargo mantiene el empuje, la inercia suficiente para continuar apoltronado en el poder, desde mi punto de vista por dos cuestiones fundamentales, aparte del acierto táctico de turno, dos espejismos le siguen funcionando:

  • Ha sabido transmitir y mantener la ficticia relación entre desarrollo, modernidad y gobierno; para una buena parte de población sigue siendo el partido que trajo la democracia, la prosperidad, las autovías, los aves, da igual que el dinero haya venido de Europa, del gobierno central o de dónde sea, el desarrollo de nuestros pueblos, de nuestras comunicaciones, nuestras bellísimas rotondas… todo se debería a los gobiernos del PSOE en Andalucía.
  • Sigue explotando el tremendo bulo de que es el gran partido de los andaluces, el que trajo la Autonomía, el que lucha contra Madrid, el que se enfrenta a los catalanes que quieren desmembrar España. Cada vez que le conviene saca la bandera del fondo del armario y se envuelve en ella con total y absoluta desfachatez; y hasta el momento da resultado.

Esta apropiación de los símbolos de la democracia, de la modernidad, de un andalucismo insulso y vacío, le siguen funcionando en un sector de la sociedad andaluza, el de los mayores de 50 o 60 años que no consiguen sacar de sus cabezas el imaginario del PSOE de los años 80 o 90 , por muchos casos de corrupción que les echen, por mucha inactividad de un gobierno exhausto, aunque la machacona realidad nos indique un desempleo estructural que duplica el europeo y está siempre diez puntos, como mínimo, por encima del índice del Estado, aunque sea incapaz, después de 35 años de cambiar un modelo económico desestructurado y periférico. Todo lo resiste ese imaginario que habita aún en las mentes de una buena parte de la sociedad andaluza que no termina de decidirse a cambiar su voto, ayudado, claro está, por la incapacidad de la derecha y de la izquierda para construir alternativas atractivas.

En Marzo de 2019 tendrían que celebrarse la undécimas elecciones al Parlamento Andaluz, es muy posible que se adelanten, todo dependerá de lo que nuestra Presidenta decida; ella dirá que toma la decisión por el bien de los andaluces, en realidad lo hará, como siempre, por el bien de su partido y de ella misma; consultará las encuestas, a sus sociólogos y politólogos de cabecera y tomará la decisión de convocarlas cuando más le convenga, que posiblemente sea en Otoño de este año o incluso antes. Será otra oportunidad para cambiar la anómala normalidad de Andalucía.

La vieja derecha del PP y la rampante nueva derecha de Ciudadanos optarán a ser la alternativa y podrían serlo si no surge una potente alternativa en el amplio espacio que existe a la izquierda del PSOE andaluz; y esta opción no puede ni debe ser una simple coalición entre Podemos e IU, tiene que ser un sujeto político plenamente andaluz, conformado desde la base, y estructurado con los pilares de la izquierda, de la ecología política y del andalucismo progresista, que transmita autenticidad y credibilidad para volver a generar ilusión y propiciar un nuevo cambio  real en nuestro país. Y este cambio sólo puede venir, repito, desde una opción política centrada en Andalucía, autónoma de direcciones radicadas en Madrid y con un fuerte componente Andalucista que le de equilibrio y credibilidad; si esto no fuera así, me temo que muy posiblemente Andalucía seguiría sumergida en su anómala normalidad.

Ya vamos tarde. A construir.

 

Héctor J. Lagier

Andalucista militante

 

 

Zaragoza, Enero de 2018

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