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Los monos del Rif

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Escribo desde Tetuán. La ciudad de los ojos y de los manantiales. Marruecos, Ceuta y Melilla están en alerta máxima. Peligro. Atentados terroristas. Militares por todas partes que hacen lo mismo de todos los días. Tetuán y yo tenemos los ojos abiertos para ver más allá de lo evidente. Y sólo percibimos paz. Nada de “choque” ni de “alianza” de civilizaciones. A lo sumo, un latente y silencioso “choque de ignorancias” a lo Sami Naïr. O “de percepciones” según Tariq Ramadán. Un profesor de nacionalidad suiza, musulmán de religión, europeo de cultura, egipcio de memoria y universalista de principios. Yo prefiero llamarlo “choque de prejuicios”. Porque no hay ignorancia cuando no se quiere saber lo obvio, ni percepción cuando no se quiere mirar lo evidente.

Hay monos en las montañas nevadas del Rif. Como en Gibraltar. Pero no son monos ingleses ni marroquíes. No vinieron a la península en barco o en avión desde Gran Bretaña. Ni cruzaron el estrecho nadando o en patera. Los monos siempre habitaron en las aceras de la calle de agua. Sólo que a España le incomoda hospedar animales, plantas, filósofos o matemáticos que la asocien con África y la separen de los estereotipos europeos. Por lo mismo echamos a los moriscos. Ya lo dije, prejuicios. Junto a la hipocresía y los intereses económicos, los tres ingredientes del nivel básico social del subconocimiento de Golding. Que no haya monos en Tarifa equivale a tomar por extraño lo que por esencia nos pertenece. Los monos son tan nuestros como el azul de Chauen.

No existe el pretendido choque de civilizaciones maquinado por Lewis, Huntington o Fukuyama más allá de la realidad virtual que llena los periódicos y las televisiones de atentados en árabe. Así consiguen el consentimiento global en torno a las guerras inventadas por los dueños del planeta y sus aliados terroristas. Porque unos y otros son la cara y la cruz de la misma moneda. Dos alimañas siamesas cosidas por la espalda, que comparten el mismo cerebro contaminado, las mismas intenciones depredadoras. Pero no el corazón porque carecen de él.

La verdad sólo es apreciable por los ojos y la conciencia de cada uno. Y como no nos pueden extirpar las córneas, nos han mutilado la capacidad de entender. Confieso que siento algo de esperanza en el invento de la “alianza de civilizaciones”. Un producto de marketing político con pocos comerciales porque ni sus dueños creen en él. Lástima. Estamos perdiendo la oportunidad de redescubrirnos iguales. De saber quienes somos mirando al otro que soy yo mismo. Y a cada segundo que desperdiciamos, la televisión lo abarrota con las instantáneas de muertos y muertos. Tan inocentes como los monos que habitaban el mapa político de España.

Se cumplen 400 años desde que echamos definitivamente a los moriscos. Y setenta años del exilio republicano tras la última guerra civil. Dos racismos en la misma España: el religioso y el ideológico. Moros y rojos. Españoles que no podían serlo para la España intolerante que todavía bulle en el subconsciente colectivo de este país de analfabetos emocionales.

Monos y moriscos son la misma cosa: desterrados por inconvenientes. Como rojos tras la guerra. Como negros en patera. Pero igual que quedan monos en la Europa inglesa del sur de España, hubo moriscos que se quedaron en la península. Especialmente en Andalucía. Ocultando lo que eran o exhibiendo lo que nunca fueron. Hasta convertir su identidad en la superación del síndrome de su pérdida. Algo que no podían hacer los monos, por más que coincida este año con el centenario de Darwin. Por eso no quedan monos españoles fuera de los zoológicos. Pero moriscos, sí. Los ecos vivos de su resiliencia demuestran que no es verdad lo que nos contaron. Fracasó el negocio genocida de su expulsión. No se fueron porque somos ellos. Llevamos su cultura tan adentro como la vena yugular. Sólo tenemos que aprender a verla. Y comprobar con nuestros propios ojos que la sinrazón racista y xenófoba de hoy se alimenta de aquel trauma de ayer. Desgraciadamente. Todavía

2 Comentarios

  1. Me parece un buen articulo, debemos de hablar claro de lo que paso en el pasado y el presente,hay que abrir los ojos a los jovenes andaluces y que piensen que nuestro pasado no podemos borrar ni olvidar, porque desde castilla siempre nos han inpuesto lo que quisieron por la fuerza y nos creemos que somos muy europeos pero dentro de nuestro ser no lo somos me olvide yo soy de andujar jaen y tambien me considero un moro como los que estan fuera arriba andalucia libre

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