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Los ocho de Alsasua y el teorema de Thomas

Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias” I.Thomas

Francisco Garrido. 375 años pide el  fiscal de la Audiencia  Nacional por una pelea de bar contra ocho jóvenes de Alsasua, 375 años. El «gravísimo acto terrorista» ha dado como resultado más grave la ruptura de  un tobillo de un Guardia Civil . Hubo pelea de taberna, puede que hubiera agresión contra los Guardias civiles pero solicitar centenares de años de cárcel, calificar como terrorismo y tener en prisión provisional casi dos años a ocho personas por una bronca de borrachos, que tiene como daño más grave lo del tobillo, es evidentemente desproporcionado.

¿Por qué se convierte una bronca de taberna en un acto terrorista? ¿Qué intención anida en esta operación de fabricación de terrorista? El PP está empeñado en interpretar como violencia todo acto de  protesta social o política con el fin de  legitimar una respuesta violenta del Estado. Puede, como en el teorema de Thomas,  que la  violencia de los rebeldes, o de los borrachos como en esta ocasión, sea una fabulación  pero la violencia de la represión del Estado no. ¿ Pero qué razones motivan esta invención política del terrorismo más allá de la justificación de la misma violencia del Estado?   Todo forma parte de una estrategia  de comunicación y pedagogía política donde convergen la derecha eterna española y el neoliberalismo globalizado. Una especie de doctrina del shock a la española  que se puede sintetizar en cinco mensajes.

Primer mensaje: Recuperar el ambiente antiterrorista en el que tan a gusto se siente el PP. Contra ETA todo estaba permitido. Se reproducen los escenarios, rituales, imágenes, frases de la lucha antiterrorista pero esta vez para perseguir la protesta social pacífica y no violenta. Se vuelve a hablar de “comandos”, de “kale borroka, Zoido  califica como violencia una simple pitada al himno…..

Segundo mensaje: Criminalización de la izquierda: todo lo que no sea régimen del 78 es ETA, y será tratado como tal. El arsenal policial y jurídico destinado a detener comandos que colocaban  bombas es hoy utilizado para perseguir a comandos que ponen urnas,  a titiriteros que atentan  con guiñoles, a raperos  que explosionan versos o a peligrosos jubilados  socios del Barça que disparan  silbidos.

Tercer Mensaje:  La disidencia política contra el régimen no va a tener el amparo del Estado de Derecho. Nada de jueces naturales sino tribunales de excepción (Audiencia Nacional, tribunal competente en delitos de terrorismo).

Cuarto mensaje: A los acusados, meros chivos expiatorios, le será aplicado el «derecho penal del enemigo» y pasaran a ser Homo sacer, como los emigrantes a los que se asesina, deporta o encarcela sin juicio, acusación o sentencia alguna.

Quinto mensaje: El Estado se prepara para la guerra social (incremento dela desigualdad) y ambiental (crisis ecológica y fin del crecimiento) que se avecina.

Pero de todos estos mensajes uno sobresale sobre los demás: la construcción performativa de la realidad  política a partir de las reacciones represivas. Persuadir, a traves de la mentira y el miedo,  a la mayoría social de que aunque los supuesto sean falsos, las consecuencias son  verdaderas.No hay actos terroristas  pero sí antiterrorismo, luego hay terrorismo. No hay violencias pero sí procesos penales y gente en la cárcel por rebelión, luego hay rebelión. Lo singular de este modo de manipulación de la verdad no es, como en los típicos montajes policiales, que se inventen hechos sino que resignifiquen los hechos  y se altere  la lógica  de sucesión de los mismos. No es postverdad  sino post realidad.

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