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No saldrá en La Razón ni en ABC

De izquierda a derecha, Irene, Maria Regla y Noelia en la manifestación contra los recortes educativos
De izquierda a derecha, Irene, Maria Regla y Noelia en la manifestación contra los recortes educativos

Raúl Solís | Noelia es dulce y su rostro desprende un halo de bohemia propio de  artistas. Tiene 22 años. Es hija de un mecánico de coches y de una ama de casa. Es de un pueblo sevillano de 5.000 habitantes. Estudia Periodismo a la vez que los últimos años de la carrera musical de percusión. Compagina ambas disciplinas sacrificando las cosas que hacen los jóvenes de su edad. Se divide los días en dos jornadas: las mañanas, las dedica al conservatorio; las tardes, a la facultad. A pesar de su falta de tiempo, obtiene excelentes resultados académicos en sus dos disciplinas de estudio. Se ha manifestado contra los recortes educativos. No saldrá en La Razón ni en ABC.

Irene tiene 22 años. Es compañera de piso de Noelia. Estudia cuarto curso de Periodismo. Es hija de padres separados. Su madre cuida ancianos y los 800 euros que gana son los únicos recursos económicos que entran en su casa de Puerto Real (Cádiz). Es inquieta, soñadora, devora libros, habla inglés y es un auténtica enamorada de las causas justas. Transmite la felicidad de las almas limpias y libres. Le encanta escribir historias tan humanas como su propia vida. Recibe una beca de 6.000 euros que le permite estudiar en Sevilla. A veces, lo comparte con su madre. Su expediente le ha hecho valedora de una beca de estudios en el extranjero. El próximo curso estudiará en Francia. Se ha manifestado contra los recortes educativos. No saldrá en La Razón ni en ABC.

Paula tiene 23 años. Estudia quinto de Filología Hispánica. Es una enamorada de la obra literaria de Lorca y tiene en mente investigar sobre su paisano Luis Chamizo. Nació en un pequeño pueblo de Badajoz, cercano a Mérida. Su padre es vendedor ambulante en los mercadillos extremeños. Su madre es ama de casa. Sus tres hermanos no trabajan. No quiere volver a su pueblo porque dice que no colmará sus inquietudes. Su ambiente familiar no es bueno. Creció en una familia castigada por la incomunicación. Hay días que su padre no puede ir a vender si el día anterior no vendió lo suficiente como para echar gasolina a la furgoneta. Obtiene 6.000 euros de beca que le son vitales para continuar estudiando en Sevilla. Lorca y Luis Chamizo son sus grandes vocaciones. Menos tres asignaturas, el resto de las ha superado con matrícula de honor. Se ha manifestado contra los recortes educativos. No saldrá en la Razón ni en ABC.

Pablo tiene 22 años y es hijo de profesores de la escuela pública. Estudia Comunicación Audiovisual. Vive en Gerena, donde está implicado en los movimientos de defensa de la memoria histórica. Se enamoró de Paula en la biblioteca del Rectorado. Ella, buscaba un manual para estudiar el papel de la mujer en ‘Yerma’; él, fue a por material para estudiar los movimientos campesinos de Brasil. Quedaron para un café. Para otro. Intercambiaron libros, inquietudes y sueños. Se enamoraron gracias a los libros. Ambos sobresalen del nivel medio de los chicos de su edad. Pablo ayuda a Paula cuando la beca de ésta tarda más de la cuenta en ser ingresada en la cuenta corriente. Usan su tiempo libre para hacer reportajes sobre familias que habitan los poblados chabolistas sevillanos. Son autores de una revista literaria en la Red. Paula está enamorada de la inteligencia de Pablo y Pablo se enamoró del afán de superación de Paula. Pablo se ha manifestado, junto a Paula, contra los recortes educativos. No saldrá en La Razón ni en ABC.

Rafael tiene 21 años. Estudia tercero de Matemáticas. Nació en Rute (Córdoba). Su padre es jornalero. Su madre trabaja como asistenta en la casa de una familia pudiente de su pueblo. Los padres de Rafael no lograron siquiera obtener el graduado escolar. Se casaron muy jóvenes y tuvieron cinco hijos. Rafael es el único miembro de su estirpe que ha pisado la universidad. Ha roto el destino que le marcó su cuna, aunque sabe que con otro modelo educativo su futuro sería idéntico al pasado de sus padres. A Rafael le gustaría trabajar como programador en Google. Ha convertido su meta en pasión. Obtuvo un 10 en selectividad y en la facultad la nota más baja que reza en su expediente es un 9,2. Los fines de semana y los periodos vacacionales los aprovecha para trabajar en el campo y ahorrar. A veces, si su familia lo necesita, comparte sus ahorros. Está a dos cursos de acabar la carrera y promete dar la vuelta a su historia familiar. Nada sería posible sin la beca que recibe del Ministerio de Educación y Ciencia. Se ha manifestado contra los recortes educativos. No saldrá en La Razón ni en ABC.

Noelia, Irene, Paula, Pablo o Rafael son sólo cinco de los miles y miles de jóvenes que llenan las aulas universitarias y que han salido a la calle a defender el modelo educativo que permite que los pobres asciendan en la escala social. Probablemente, la emigración será la única salida para estos alumnos brillantes que cada día leen cómo la prensa conservadora los tacha de vagos o manipulados. Al contrario de lo que la ultraderecha publica, los alumnos más movilizados contra los recortes educativos son los más inquietos. Los más conscientes del mundo en el que viven. Los que mejores expedientes obtienen. En el esfuerzo se juegan romper con su pasado.

La campaña mediática contra los universitarios, que el único delito que están cometiendo es defender su futuro y el de sus generaciones venideras, encierra la maldad congénita de una ideología que no soporta que los pobres ocupen las mismas aulas que sus herederos. La prensa ultraconservadora es lo que siempre fue: aplaudió la dictadura franquista hasta la extenuación y sigue defendiendo el mismo modelo excluyente, autoritario y elitista 38 años después de la muerte del dictador. Noelia, Irene, Paula, Pablo o Rafael piden futuro y les responden con pasado. Entre el pasado y el futuro, vencerá el futuro.

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