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Noviembre

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Ha sido un mes largo, al menos así lo he vivido. Por eso voy a ensayar un ejercicio de reflexión, para despejar su abigarramiento y retenerlo en la memoria, para leerlo como si fuese una crónica dedicada sobre todo a quienes hemos perdido durante este tiempo tras una larga y fructífera vida como Francisco Ayala y Leví – Stauss.

 

1. A pesar de la situación por la que atraviesan millones de parados, cientos de miles de pequeños empresarios y autónomos que han tenido que cerrar su negocio, de las dificultades para el pago de la hipoteca o el alquiler, o simplemente para subsistir; a pesar de los escándalos de corrupción y de tensiones entre y en cada uno de los dos partidos que gestionan el sistema, un acontecimiento, por su dramatismo, ha marcado noviembre: el secuestro del Alakrana, y lo mejor de todo es que los marineros han vuelto a casa, vivos. Ha triunfado el pragmatismo y el sentido común aunque ha puesto en evidencia cosas que ya sabíamos: descoordinación e improvisación en las estructuras del Estado, producto de una orientación extrema hacia el corto plazo de la acción política del gobierno. Por eso se gestiona muy mal la crisis pero se acierta en la soluciones que requieren decisiones inmediatas y que concentran la atención de la opinión pública. Un intento similar ha sido la propuesta de conceder pasaporte español a la activista saharaui Haidar: descontrol estructural en las relaciones con Marruecos y falta de claridad de la posición española ante el Frente Polisario pero pragmatismo en la solución, aunque esta vez no se haya tenido en cuenta la firmeza y la decisión política de Haidar. Sin embargo, el método de resolver los problemas caso a caso muestra al exterior una gran debilidad que amenaza con ser aprovechado por delincuentes y terroristas internacionales como ha vuelto a suceder con el secuestro de tres cooperantes en Mauritania, a los que mostramos desde estas páginas nuestra total solidaridad.

 

2. Un segundo bloque de acontecimientos ha estremecido a la opinión pública: el estallido de la corrupción generalizada. ¿Cómo, nos preguntamos, estos partidos van a liderar una salida a la crisis, si no controlan, o incluso se benefician, del expolio del sector público?. El caso Gürtell y las detenciones en Santa Coloma han sido de una gravedad extrema pero no menos que los casos del Liceo de la Música de Barcelona, el caso Can Domenge en Mallorca, los registros domiciliarios a Jaume Matas o la imputación por asesinato del antiguo Alcalde al nuevo Alcalde de Polop, todos adobado por supuestos por intereses urbanísticos y desviación de fondos públicos. En Andalucía la corrupción política se extiende como una metástasis: ha habido noticias de escándalos durante este mes en Estepona, Baena, El Egido, Punta Umbría, Sevilla, Monachil, Arboleas, Almogía, Cartaya o Silayonga y un rotundo informe del TSJA  que constata la estrategia de la Junta de huída del derecho administrativo mediante la creación de una administración paralela de empresas y fundaciones públicas que carecen de control sistemático ya que no hay una legislación específica a tal efecto. El sistema político no reacciona y trata de difuminar la corrupción presentándola como expresiones particulares o como prueba de la maldad intrínseca del adversario. Así se entiende la foto del nuevo Alcalde de Córdoba con un constructor de su ciudad imputado en el caso Malaya y sancionado por el propio Ayuntamiento.

 

3. Pero en este noviembre ha ocurrido otro acontecimiento que hemos sentido directamente sin apenas intermediación de los medios: el calor. Creo que nunca hemos vivido en Andalucía un mes tan cálido, al menos que yo recuerde. El cambio climático, el calentamiento del planeta, tiene una avanzadilla en este paralelo 36. Nos llegan noticias aisladas que hay que enlazar: la protesta de los agricultores por la caída de los precios de hortalizas como el pepino en la costa tropical por el adelanto de la cosecha debido a las altas temperaturas, el retraso de la temporada de esquí en Sierra Nevada, la alarma por la ausencia de lluvias o la ruina de los comerciantes del textil que no pueden poner ni siquiera en los escaparate la ropa de invierno. No se trata ya de la evidencia científica ni de la vivencia en los territorios más vulnerables como los polos o las islas oceánicas. Aquí, en esta tierra cálida la desertización global avanza sin que se organice resistencia alguna. Sería la función del sistema político, pero ya hemos visto que está enredado en otras cuitas. A pesar de esta situación, la cumbre de Barcelona se ha saldado con un fracaso y las perspectiva sobre Copenhague no son mejores. El encuentro entre Obama y Hu, que ha ritualizado un nuevo mundo bipolar centrado sobre el Pacífico, no ha asumido un liderazgo frente a los problemas globales sino que ha priorizado los intereses nacionales de ambas potencias, ante la ausencia de Europa que ha nombrado Presidente del Consejo y de la ARPE ante la mayor indiferencia popular. Mientras tanto, seguimos conociendo noticias desoladoras: Irán va a construir 10 nuevas plantas de enriquecimiento de uranio o el vertido de crudo en el mar de Timor amenaza el triángulo del Coral. En España, el concepto sostenible se utiliza exclusivamente como marketing, como adjetivo. El anunciado proyecto de Ley de la economía sostenible contiene una ristra de medidas inconexas que no aciertan con la idea básica: lo sostenible no es un epíteto para la economía, es la economía misma, es decir la política.

 

3. Mientras tanto, la crisis comienza a perder protagonismo informativo y se enquista en la vida cotidiana de la ciudadanía. Estamos solos frente a la supervivencia. Nos culpamos y nos debatimos entre buscar un trabajo inexistente o volver a los institutos o a las universidades para estar preparados cuando el temporal amaine. En todo caso, la vida se convierte en agonía sorda y muda. Las tonterías en forma de metáforas que nos intentan colocar los políticos del sistema son un insulto al dolor ajeno. Es posible que ese deficiente indicador que es el PIB esté dejando de ser negativo pero ni se han abordado las causas que han provocado la crisis sistémica, ni las medidas paliativas en forma de inyectar dinero público al sector privado nos aseguran un futuro tranquilizador ni, sobre todo, la creación de empleo está brotando en aquellos Estados que se han mostrado más vulnerables por tener hiperdimensionado el sector de la construcción residencial. En efecto, la burbuja inmobiliaria (viviendas como activos financieros) ha sido el interconectador con la burbuja financiera (titulación de hipotecas); con la destrucción de los recursos naturales (tierras productivas en su amplio significado) y con la corrupción del poder político (plusvalías por recalificaciones). El sistema económico y político ha quedado muy tocado justo cuando era más necesaria su fortaleza, contrayéndose el mercado de trabajo y provocando una tasa de paro con un efecto de histéresis. Además, los riesgos internacionales no han desaparecido como muestra la permanente amenaza monetaria (desvalorización del dólar y artificialidad del valor del Yuan), la subida del precio del petróleo (ha alcanzado los 75$ el barril) o la bancarrota de Dubai world, el símbolo del desarrollismo.

 

4. En este contexto, estamos experimentando en Andalucía un notable deterioro no sólo de nuestras condiciones de vida (un millón de parados; cerca de un 30% de pobreza relativa) sino también del sistema político autonómico: parálisis de la Junta y debilidad de su presidencia y una oposición centralista que quiere un cambio pero hacia atrás, basado en la desigualdad, el centralismo y la intolerancia. La renuncia a cobrar la deuda histórica justo cuando más necesitamos estos recursos y su convalidación por activos inmobiliarios, precisamente en las actuales circunstancias, contrasta con la vitalidad del Pueblo catalán que se ha movilizado en un alarde de unidad y fortaleza ante la amenaza de una sentencia que recorte su Estatuto por parte de nuestro deteriorado (y no renovado) Tribunal Constitucional. Así nos va a unos y otros. Espero y deseo que la unidad del andalucismo político sea el inicio de un proyecto de reactivación de la sociedad andaluza para recuperar el espíritu del 4 de diciembre, el que hizo posible que el 28 de febrero recobráramos nuestra existencia como entidad política, esa que ahora estamos perdiendo. Poder, dignidad y lucidez para crear un millón de empleo y para diseñar la transición de nuestro país hacia un futuro que ya está comenzando.

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