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Por un Bloque Europeo Social y de Progreso

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La incuestionable alianza por la mercantilización de Europa que reina entre el Partido Popular Europeo y gran parte de los eurodiputados del Partido Socialista han hecho que, por fin, los grupos verdes y progresistas de la eurocámara empiecen de verdad a establecer la relaciones necesarias para hacer de contrapeso a la sombra agigantada del liberalismo mas rancio al que nos están sometiendo en Bruselas con la anuencia de los partidos xenófobos e, irónicamente, antieuropeos.

Temas tan transcendentes para nuestra vida diaria presente y futura como son el Acuerdo CETA de libre comercio entre la UE y Canadá  así como su homólogo y aún mas retorcido TTIP con Estados Unidos, la falta de verdadera democracia interna y la existencia de entidades no sujetas al control del euro parlamento así como las sinergias centrífugas que se plasmaron en el Brexit y que se volverán a materializarse a medio plazo a medida que los partidos euroescépticos tomen paulatinamente el control de los países del norte de Europa, nos están rompiendo la idea de la Europa de los ciudadanos para convertirla, en el mejor de los casos, en estructuras comerciales de libre circulación sólo de bienes, servicios y dinero y en el peor de ellos directamente con la liquidación del acuerdo por extenuación y la implosión del euro que puede acabar con lo que queda aún de la maltrecha economía europea.

Las recientes movilizaciones contra el CETA y el TTIP han sido, a día de hoy, las únicas alternativas posibles dentro de un Europarlamento amordazado por su propia estructura y silenciado además por el contubernio existente entre las socialdemocracias mas lights del continente, con su presidente a la cabeza, y el grupo popular europeo. Y ante esto sólo la presión en la calle y la existencia de un verdadero grupo alternativo formado por el GUE y los Verdes pueden ejercer la presión necesaria para poder influir en parte de esos 191 eurodiputados que conforman el Partido Socialista Europeo y así evitar el desastre que acarrearía para Europa por poner un ejemplo candente, la firma de esos dos acuerdos comerciales que dinamitan la línea de flotación de los rígidos estándares de normalización con los que nos hemos dotado los ciudadanos europeos frente al ala mas dura del mercantilismo del “todo vale mientras no lo demuestres” que impera en las relaciones entre fabricantes y consumidores en los Estados Unidos.

No podemos olvidar que estos acuerdos no están hechos precisamente para eliminar aranceles (que son ya de por sí bajísimos) sino para evitar que el proteccionismo sobre los estándares de alimentos, medicinas, pesticidas, etc. mermen la capacidad exportadora de las empresas norteamericanas en Europa y para poner a la venta el “tesoro de la corona europeo” que son las prestaciones de servicios públicos en materia de educación, sanidad, finanzas, transportes, etc… de un mercado potencial de 400 millones de personas. Estos dos conceptos son clave para entender el porqué de la contestación pública hacia los acuerdos y también, como no, para comprender el secretismo que rodea dichas negociaciones. Tanto el contenido como la forma de estos acuerdos los hacen indeseables para el común de la ciudadanía, ya que junto al lastre que supone la “homologación de estándares” y “mercantilización de los servicios públicos”, se les une el blindaje mediante “tribunales semiprivados de arbitrio” con potestad por encima de los intereses nacionales de cada país, así como la intención de la Comisión para que sea ésta misma la que de luz verde al Acuerdo sin pasarlo por el tamiz de los distintos Parlamentos Nacionales de los países miembros.

El acuerdo de libre comercio firmado entre la UE y Corea del Sur hace ya 5 años nos va dejando ver el trasfondo de este tipo de acuerdos, donde la literalidad de los distintos apartados teóricos dejan de tener la importancia necesaria frente al lobbismo de la realidad diaria que enfrenta a los conglomerados empresariales y establece sus “propias normas” (los productores franceses de coches de gama baja y media así como los operadores alimentarios españoles e italianos siguen aún esperando la eliminación de las tasas por parte de Seúl, por ilustrar algo de la cantidad de asuntos que acaban de forma distinta de la pactada).

Frente a una Europa creada a la imagen y semejanza de los distintos lobbies empresariales que es la consigna del Partido Popular Europeo y que arrastra al PSE hacia el mismo lodazal mercantilista, la construcción de espacios de colaboración firmes y estables de las distintas fuerzas progresistas debe ser un imperativo por el que merece la pena trabajar, de lo contrario ése “espacio europeo del bienestar” o bien desaparecerá engullido por los populismos xenófobos o será otra cosa, quizás el espacio del bienestar de las empresas para mayor gloria de su punta de lanza que es el euro antidemocrático que se impone desde Frankfurt.

Desde Paralelo36 esperamos con impaciencia y esperanza que la noticia de la creación del “Progressive Caucus” nos brinde la oportunidad de hacer políticas europeas para la gente y poner al servicio de sus ciudadanos todo el poder que aún representan las instituciones europeas.

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