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Republicanos contra la ciencia

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Paul Krugman.El País.04/09/2011.Jon Huntsman hijo, exgobernador y embajador en China, no es un aspirante serio a candidato republicano para la presidencia. Y es una pena, porque Huntsman ha estado dispuesto a decir lo indecible sobre el Partido Republicano, concretamente, que se está convirtiendo en el «partido anticiencia». Esto constituye una evolución enormemente importante. Y debería aterrorizarnos.

Para entender lo que Huntsman quiere decir, piensen en las últimas declaraciones de dos hombres que sí son aspirantes serios a la nominación republicana: Rick Perry y Mitt Romney.

Perry, el gobernador de Tejas, acaparaba no hace mucho los titulares por rechazar la evolución como una «simple teoría», y además «una con varias lagunas», una observación que va a pillar desprevenidos a la inmensa mayoría de los biólogos. Pero lo que verdaderamente llamó la atención de la gente fue lo que dijo sobre el cambio climático: «Creo que hay un número significativo de científicos que han manipulado los datos para que el dinero llegue a montones a sus proyectos. Y creo que todas las semanas, o incluso a diario, los científicos están cuestionando la idea original de que el calentamiento de la Tierra provocado por el hombre es lo que está haciendo que el clima cambie».Es un comentario sorprendente, o a lo mejor el adjetivo apropiado sería «vil».

Resulta que la segunda parte de la declaración de Perry es sencillamente falsa: el consenso científico acerca del calentamiento del planeta provocado por el hombre -que incluye al 97% o 98% de los investigadores en este campo, según la Academia Nacional de Ciencias- se está volviendo más fuerte, no más débil, ya que las pruebas de que el clima está cambiando no paran de aumentar.

En realidad, si uno se interesa lo más mínimo por la ciencia del clima sabe que la evolución más importante a lo largo de los últimos años ha sido la preocupación cada vez mayor por el riesgo de que los pronósticos sobre el clima futuro estén subestimando el grado probable de calentamiento. Las advertencias sobre la posibilidad de que de aquí a finales de siglo nos enfrentemos a un cambio de temperatura que amenace la civilización, en otro tiempo consideradas descabelladas, ahora proceden de grupos de investigación establecidos.

Y eso qué más da, insinúa Perry; a esos científicos solo les interesa el dinero, «están manipulando los datos» para crear una falsa alarma. En su libro Fed Up (harto), rechazaba la ciencia del clima por considerarla un «falso desastre inventado que se está viniendo abajo».

Podría señalar que Perry apoya una teoría de la conspiración verdaderamente disparatada, la cual afirma que miles de científicos de todo el mundo están en el ajo, y ni uno solo de ellos está dispuesto a romper el código de silencio. También podría señalar que numerosas investigaciones sobre las acusaciones de mala práctica intelectual por parte de los científicos del clima han terminado exonerando de todos los cargos a los investigadores acusados. Pero da igual: Perry y los que piensan como él saben lo que quieren creer, y su respuesta a cualquiera que les contradiga es iniciar una caza de brujas.

¿Y cómo ha respondido Romney, el otro aspirante principal a la nominación republicana, al reto de Perry? De la manera característica: cogiendo las de Villadiego. Antes, Romney, exgobernador de Massachusetts, compartía totalmente la opinión de que el cambio climático provocado por el hombre es un verdadero problema. Pero la semana pasada, lo matizó declarando que cree que el mundo se está volviendo más caliente, pero «no lo sabe» y «tampoco sabe si eso se debe principalmente a los humanos». ¡Valor moral!

Naturalmente, sabemos a qué se debe esa repentina falta de convicción de Romney. Según Public Policy Polling, solo el 21% de los votantes republicanos en Iowa cree en el calentamiento del planeta (y solo el 35% cree en la evolución). Dentro del Partido Republicano, la ignorancia premeditada se ha convertido en la prueba decisiva para los candidatos, y una que Perry está decidido a aprobar cueste lo que cueste.

De modo que ahora es altamente probable que el candidato a la presidencia de uno de nuestros dos principales partidos políticos sea o bien un hombre que cree lo que quiere creer, incluso en contra de las pruebas científicas, o un hombre que finge creer lo que sea que la base del partido quiere que crea.

Y el profundo antiintelectualismo de la derecha política, tanto dentro del partido republicano como fuera de él, va mucho más allá del problema del cambio climático.

Últimamente, la página editorial de The Wall Street Journal, por ejemplo, ha superado su habitual preferencia por las ideas económicas de «charlatanes y excéntricos» -como lo expresó célebremente uno de los principales asesores económicos del expresidente George W. Bush- y ahora desestima en general cualquier reflexión seria en materia económica. No presten atención a las «teorías rebuscadas» que chocan con el «sentido común», nos dice The Journal. ¿Por qué iba nadie a suponer que se necesitan más que corazonadas para analizar cosas como crisis y recesiones financieras?

Es verdad que no sabemos quién va a ganar las elecciones presidenciales del año que viene. Pero lo más probable es que uno de estos años la nación más grande del mundo se encuentre gobernada por un partido que es agresivamente contrario a la ciencia, y de hecho, contrario al conocimiento. Y en una era de graves desafíos -ecológicos, económicos y demás- es una perspectiva aterradora.

Paul Krugman es profesor de economía en Princeton y premio Nobel 2008. © New York Times Service. 2011. Traducción de News Clips.

Un comentario

  1. Bravo, profesor. Necesitamos análisis como el suyo. Es para echarse a temblar. Seguramente hay pocas doctrinas tan cegadoras como los fundamentalismos populistas de raigambre bíblica

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