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Salario, productividad e inflación

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 18/02/2011.Pretender desligar salarios  e inflación es como pretender disociar  el uso de los paraguas y la lluvia. La apertura de paraguas no influye en la lluvia pero la lluvia si influye en la apertura de paraguas. Separar la indecización de los salarios  (las rentas del trabajo) de la inflación (los precios)  es el nuevo mantra que repite desde Rosell a Solbes, desde Merkel a Sarkosy. Tras la reforma del sistema de pensiones y el abaratamiento integral del despido, el punto de mira  se dirige  al marco institucional  de  la  negociación  entre trabajo y capital: supresión de los convenios colectivos y desacoplamiento entre  salarios e inflación. De tener éxito estas  propuestas, el golpe a la capacidad negociadora de los trabajadores y trabajadoras sería demoledor.

El objetivo, dicen, es  vincular las rentas  de trabajo con la productividad, de tal modo que el crecimiento de los salarios dependa del crecimiento de la productividad. ¿Pero de que productividad nos hablan de la productividad del trabajo o de la productividad del capital?. Pues la productividad del capital  va más allá de la productividad del  trabajo, que es un factor pero no el único que compone los costes  de producción. ¿No es la relación entre la productividad del trabajo y del capital el vínculo en discusión en las negociaciones de los convenios colectivos  y de empresa entre trabajadores y patronos? El salario es el resultado de la negociación entre trabajo y capital en virtud de la productividad y del reparto de las plusvalías resultantes. Los asalariados que trabajan en  las empresas y sectores altamente productivos suelen tener mayores rentas que aquellos que lo hacen en sectores menos productivos.

La inflación total, que  no es lo mismo que el IPC (este es un indicador  de  inflación limitado a cierta cesta de bienes  de consumo básicos)  es un fenómeno monetario que poco tiene que ver con la productividad del trabajo pero que si influyen decisivamente   en  los salarios. La inflación esta  generada básicamente por  la masa monetaria y el crédito circulante. La causalidad entre inflación y renta es inversa a la que dibujan  los neoliberales: es la inflación la que  desvaloriza el salario nominal, que es el pactado en virtud de la productividad entre trabajadores y empresarios, y  reduce  drásticamente el salario real  ( la capacidad de compra).

¿Qué sentido tiene entonces plantear como novedoso un nexo que es constitutivo de las relaciones entre trabajo y capital?.  La conexión entre  el salario y la productividad, de una manera más o menos flexible y discrecional, viene dada  ya en la misma conformación del salario. Por el contrario la inflación dependen de factores  externos a la productividad  del trabajo  (masa monetaria y crédito circulante). El sentido  de vincular  los salarios con la inflación  tiene como objetivo, entre otros,  respetar la asociación entre renta y productividad que la negociación colectiva ha generado al establecer las cuotas y condiciones de reparto de las plusvalías. Por ello disociar  el salario y el IPC es un ataque a la autonomía óptima de los actores  del proceso productivo (capital  y trabajo). 

Si se elimina  la indización de los salarios al IPC se está distorsionando un  factor microeconómicos (los salarios resultantes   de la productividad) por medio de un factor macroeconómico (inflación) y por tanto político. Y hete  aquí a estos liberales proponiendo una intervención                                 macroeconómica sobre  el mercado autónomo de trabajo. Los trabajadores y trabajadoras  pueden perder  por la vía de  la  inflación,  lo que  han ganado por la negociación asociada al reparto de la  productividad. Por lo visto el mercado de trabajo carece de las virtudes de eficiencia que los liberales  atribuyen al resto de  los mercados. ¡Qué poca  fe tienen estos liberales  en la racionalidad del mercado y de los agentes  económicos¡

Difícilmente  encontraremos un diseño menos incentivador para la productividad del trabajo que este. Los efectos  de la volatilidad extrema de la relación entre trabajo y productividad, que esta propuesta  plantea,  tendrían un impacto muy negativo  sobre la  demanda, muy lesionada  ya  por la crisis.  El mercado interior y los sectores económicos más  vinculados a este (entre los que se encuentra la pequeña y mediana empresa y gran parte de la  llamada “economía social”) se verán gravemente perjudicados.

¿Quién gana entonces?   La fracción del  capital que está más globalizada  y que necesita  de este plan de estabilización (que eso es lo que es) para poder competir en condiciones mínimamente ventajosas con los países  emergentes. Grave error pues no es en la reducción de los costes laborales como Europa, o España,  puede competir con China o India. No se trata de  orientalizar los costes de producción españoles sino occidentalizar los costes de producción asiáticos (obligando  por medio de aranceles, palabra prohibida por la globalización neoliberal,   a internalizar  los costes ambientales, sociales, y tecnológicos). Y fundamentalmente  apostando  por el incremento de la eficiencia tecnológica y energética.

La  reforma de las pensiones, el abaratamiento del despido o la desconexión entre  salarios  e inflación son parte de una hoja de ruta tramposa  que nada tiene que ver con el origen real de esta crisis. El neoliberalismo globalizado  después de conducirnos al naufragio pretende ahora atracar a los náufragos.

2 Comentarios

  1. ANDALUSÍ LIBERTARIO

    Y lo más importante de todo:

    — Queda terminantemente prohibido… EL DERECHO DE SOÑAR:

    http://www.youtube.com/watch?v=todj4fK7FFI&feature=related

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